Por primera vez, Edomex será gobernado por una mujer
Bernardo Barranco V.
Es inédito en la historia del Estado de México: será gobernado por primera vez por una mujer. Es un hecho incontrastable, de gran relevancia, por la atávica cultura patriarcal que pervive en la entidad. Desde la Revolución Mexicana ha perdurado un sistema político patriarcal, machista y misógino.
En efecto, las candidatas a la gubernatura del Edomex se registraron en estos días ante el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM). Alejandra del Moral, abanderada de la coalición Va por el Estado de México (PRI, PAN, PRD y NA), presentó el martes 21 la documentación oficial para formalizar su candidatura. Por su parte, Delfina Gómez, con la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, Verde y PT), tiene programado registrarse este domingo 26.
Pese a que muchos analistas aseguran que Alfredo del Mazo ha entregado la plaza, la gran maquinaria de gobierno mexiquense está echada para adelante para favorecer a su candidata con viejos hábitos ilícitos. Está en juego la gubernatura de la entidad más poblada del país. También la existencia nacional del PRI que arrastra un enorme desprestigio. Una dirigencia federal que ha fracturados los equilibrios de poder del tricolor. Lo que pase en el Edomex tendrá repercusiones en las elecciones presidenciales de 2024.
Una cuestión es clara, el PRI del Estado de México no es el PRI nacional. Sin embargo, por primera vez en la historia de la entidad, el PRI enfrenta un poderoso rival: Morena. Delfina Gómez cuenta con el apoyo incondicional del presidente AMLO, del gobierno federal y en particular del gobierno de la CDMX por la imbricación político-geográfica.
El que una mujer, independientemente de su procedencia política, sea la próxima titular del Ejecutivo, nos lleva a pensar en cambios y nuevas sensibilidades de gobernabilidad. ¿Cómo la próxima gobernadora enfrentará diversos tipos de violencia de género? Recordemos que el Estado de México tiene el mayor número de feminicidios en el país. La reclusión obligada por la pandemia desnudó la gigantesca violencia intrafamiliar que los hombres ejercen contra mujeres y niños. El ejercicio del terror contra las mujeres incluye una gran variedad de abusos verbales y físicos, como la violación, la tortura, la esclavitud, la trata, el incesto y el abuso sexual infantil, al igual que la agresión psicológica.
Delfina o Alejandra podrán encabezar políticas públicas del estado y, como próxima gobernadora, enfrentar las diferentes vertientes de la violencia hacia las mujeres; es decir, la violencia doméstica, violencia sexual, el acoso laboral o violencia política en razón de género. Estas diversas manifestaciones de violencia parten de una base común: son agresiones diversas precisamente por ser mujeres y sólo tiene sentido cuando se sitúa en un contexto más amplio de desigualdades y cultura machista entre hombres y mujeres.
El tema es complejo y conviene inquirir el posicionamiento de la próxima gobernadora. ¿Cómo afrontará el maltrato de una masculinidad tóxica como una práctica regular y hasta naturalizada que las leyes y normas toleran o son letra muerta?
La violencia contra la mujer refleja las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han dado lugar a la discriminación y obstaculización de la promoción profesional. La violencia contra las mujeres, por lo tanto, no es sólo una cuestión de una interacción particular entre dos personas, es parte de un contexto más amplio, de una cultura patriarcal, que somete y legitima discriminar, relegar y cosificar a la mujer.
Las trayectorias de las candidatas no están identificadas con las causas feministas, como la liberación sexual y el aborto. Pero podrán hacer suya la cusa contra la violencia y encarar los feminicidios. Luchar para deconstruir la cultura de una masculinidad hegemónica. ¿Podrán asumir la agenda del feminismo actual? ¿Harán suya parte de la teoría de género? Lo dudo. Ambas candidatas a la gubernatura son católicas y en cierto modo se reconocen en la agenda conservadora de la Iglesia católica o al menos no querrán enfrentarla durante las campañas.
Alejandra del Moral concentró sus encantos hacia la Iglesia católica en torno a defender a la familia tradicional. Como secretaria de Desarrollo Social intercambió guiños con los obispos de la entidad. Ante los arzobispos de Tlanepantla y Toluca, destacó: “Coincidimos en los mismos valores y en el trabajo constante por las familias mexiquenses”. El salario rosa ha sido un medio de acercamiento para que Alejandra del Moral aborde reivindicaciones sociales de mujeres, que alcanza a cerca de 700 mil mujeres de escasos recursos, aunque la política social se enturbia bajo diversas formas de activismo político.
Por su parte, la maestra Delfina Gómez tiene un pasado católico más definido. Fue en su momento catequista y misionera. Su paso por la Secretaría de Educación tuvo constantes intercambios tanto con obispos como con la rijosa Unión Nacional de Padres de Familia. En plena pandemia, en agosto de 2021, la maestra conferenció con la cúpula eclesiástica. Ahí reconoció: “Tener este diálogo con ustedes nos permite cubrir una necesidad de intercambio de ideas”. Y agradeció la preocupación de la Iglesia católica por considerar al sistema educativo como prioritario en la política pública nacional. Los orígenes mazahuas de la candidata morenista se dejaron sentir en el cierre de su precampaña. Durante el último acto, representantes de pueblos originarios mexiquenses como otomíes, mazahuas y tlahuicas celebraron una ceremonia prehispánica para agradecer a la “Madre Tierra, la vida y la salud”, en la cual le entregaron el “Bastón de la Esperanza” como dirigente moral de las diferentes etnias del Estado de México.
El peor escenario de una mujer gobernadora sería la impostura. El uso político de género como recurso oportunista para seguir legitimando el imperio masculino como factor dominante. Espero no ocurra. Los astros se alinearon, casi de manera revolucionaria, para que emerja una mujer en un contexto de machismo arraigado, herencia patriarcal de usos y costumbres culturales que debe ser resignificados.