Legitimar lo ilegal y regularizar lo irregular
Elisur Arteaga Nava
La supuesta “consulta” a la ciudadanía inventada por AMLO para destapar a su corcholata predilecta fue desaseada; llegó a tramposa. Ha sido cuestionada. Vista la inconformidad, fundada y motivada, mostrada por Marcelo Ebrard, uno de los participantes en ella, muchos juzgan aconsejable reponerla, que no es suficiente para legitimar la candidatura un ejercicio de limpieza superficial. No la legitima un Remoje, exprima y tienda, como hace medio siglo se anunciaba el detergente FAB.
Los incontables espectaculares que afearon el territorio nacional y las bardas pintadas con el nombre y la figura de Claudia, que aún se ven en todas partes, son una prueba del derroche ilimitado e ilegal en que incurrieron y operaron quienes, en acatamiento de ordenes de lo alto, lo hicieron. Aquellos ponen en evidencia que en el juego hubo dados cargados en favor de Claudia. Por esas sucias maniobras, en palabras de AMLO, es válido decir que es una coordinadora espuria y, en su momento, una candidata ilegítima.
El cuestionamiento y la exigencia de Marcelo fueron inoportunos para Morena y Claudia. Llegaron cuando el jefe de jefes, que despotricaba contra los vuelos en naves oficiales, se hallaba de gira por América del Sur, volando en un avión militar y en el momento en que la corcholata predilecta iniciaba su precampaña.
Claudia, ahora y en los meses siguientes, no podrá presentarse ante la ciudadanía a solicitar su voto, estando de por medio cuestionamientos tan graves; ellos la deslegitiman y le restaran autoridad moral y política ante su adversaria Xóchitl Gálvez. Es y será exhibida como un producto de una imposición unipersonal y antidemocrática.
La acción legitimadora es necesaria y el precio a pagar incalculable. Habrá que pagarlo y, si es pronto, mejor. Debe hacerse antes de que la candidata del partido oficial se registre como tal ante el INE. La suerte de Claudia está en manos de Marcelo. Es el único que puede legitimar su candidatura y el proceso del que derivó. Cualquier cuestionamiento que provenga de él repercutirá para mal en su campaña.
De lo anterior deben aprovecharse la candidata y los partidos que integran el Frente. En los debates doña Xóchitl debe decirle que es espuria y que su candidatura derivó de un proceso viciado en el que, al parecer, hubo de por medio dinero de dudosa procedencia. La espuria Claudia es de mecha corta; inmediatamente explota y agrede. Alfonso Duarte, si es citado a declarar, puede dar testimonio de ello.
A como dé lugar AMLO y Claudia deberían evitar que Marcelo suelte la papa respecto de lo sucio del procedimiento seguido para el destape. Él fue uno de los que advirtieron de lo excesivo de los gastos en que incurrieron quienes intervinieron.
No es totalmente cierto lo que afirma AMLO de que la candidatura independiente de Marcelo repercutiría en perjuicio de la candidata del Frente. Por regla general, sus dichos deben ser tomados con reserva y suspicacia. Él es incapaz de dar un consejo de buena fe o de formular una advertencia, sin pretender sacar algún provecho. En el caso lo que pretende es que Marcelo no hable de más o que no se atreva a buscar la candidatura a través de MC.
Es factible que, como lo afirma AMLO, una eventual candidatura de Marcelo por algún partido reste votos al Frente y a su candidata. Pero, de igual forma, es factible que también le reste votos a la candidata del partido oficial.
El perjuicio que su candidatura pudiera causar a Claudia estará en función de la información que él, como candidato independiente, esté dispuesto a soltar respecto de cómo estuvo el enjuague para que resultara electa Claudia.
Marcelo, dentro de Morena, tiene partidarios y algunos de ellos, no todos, estarían dispuestos a seguirlo en una aventura como candidato independiente o en otra aventura que intente. De ser cierto, los que opten por seguir a su líder lo harían en daño de Morena y de su candidata, y no de Xóchitl y del Frente.
A estas alturas de su vida, y dado lo avanzado del proceso electoral, está difícil que Marcelo intente, tal como lo hizo su jefe Manuel Camacho Solís, constituir un nuevo partido político. Ya no tiene edad para hacerlo ni dinero que invertir; carece de principios políticos propios y originales que adoptar. No lo son el que alegue vicios en la consulta en la que resultó derrotado. ni que la candidatura de Claudia derivó de una imposición grosera.
Desde que se dio a conocer por AMLO el sistema que se seguiría para elegir a la corcholata ganadora, Marcelo debió haberse opuesto y haber dicho: Saben contar, no cuenten conmigo. Con su permanencia y por haber hecho campaña, legitimó la farsa de proceso; si no era una farsa, tenía mucho de ello. Era un juego con dados cargados en favor de Claudia.
Marcelo, a estas alturas de su vida, habiendo sido casi todo, pudieran no llamarle la atención ninguno de los premios de consolación que están sobre la mesa. Si no se decide a dar la batalla, ni modo, se tendrá que hacer a la idea de aceptar lo que se le dé: inmunidad durante los próximos seis años.
De resultar Claudia la ganadora en 2024 no le conviene caer en sus manos, estar a discreción de los malos consejos que AMLO le pueda dar y, muchos menos, en la mira de Ernestina Godoy, que se enfila para ocupar en un futuro no muy lejano la Fiscalía General de la República. No debe perder de vista el ejemplo de Uriel Carmona, que fue detenido, y estuvo en prisión, pese a que gozaba de inmunidad.
Otro será su destino de resultar electa doña Xóchitl como presidenta de la República. No digo que será secretario de Estado, pero sí afirmo que su libertad y su patrimonio no estará en peligro.
Es una lástima, Marcelo pintaba que podía ser buen presidente de la República. Cualquiera dirá que después del sexenio de AMLO, México no podía tener a alguien más dañino. No estén tan seguros, Claudia lo puede ser.