La migración como recurso para el desarrollo. La migración como botín político

Javier Urbano Reyes

El escenario previo a las elecciones en Estados Unidos es confuso, a la vista de dos sucesos que se han visto en los últimos meses. Uno, bastante común, es un alineamiento de las estrategias y los mensajes del presidente Biden y de Donald Trump, cuyas promesas coinciden en asegurar una mayor represión a los movimientos migratorios. Trump sigue anclando sus posibilidades en noviembre a la radicalización de su discurso sobre una deportación masiva de inmigrantes.

Hasta ahí la situación corresponde al guion de un candidato radical (Trump) y otro cuyo margen de maniobra le obliga sincronizar el discurso punitivo con la esperanza de arrancar votos a los republicanos. La narración cambia con algunos matices en semanas recientes.

De su lado, Biden propone una estrategia cuyo objetivo es abrir espacio a la regularización a los inmigrantes que estén casados con ciudadanos estadounidenses. La cifra de personas que se verían beneficiadas se ubica en los 500,000. Esta iniciativa, que apenas se anunció, va a pasar por aduanas legales y políticas tan complejas, que resulta difícil definir una fecha de inicio, operación y resultados.

Adicionalmente, los requisitos que deberán cubrir aquellos que postulen por regularizar su situación es aún tan difuso que la operación de tal propuesta podría abrir espacios para un debate jurídico relativo a: ¿los beneficiados por la iniciativa podrán invocar ese posible vínculo legal para extender este beneficio si también tienen hijos no regularizados? La polémica legal abrirá una Caja de Pandora en cuanto se ratifiquen los criterios de elegibilidad y, en especial, cuando se confirme la primera regularización si la propuesta se logra operar.

Trump, por su lado, ha lanzado recientemente una propuesta que rompe su lógica de cero inmigración: otorgar permisos de residencia (el paso previo a la solicitud de naturalización) a inmigrados que terminen estudios superiores. En su propuesta, indica que es necesario retener a los mejores talentos que se forman en universidades de la Unión Americana.

En el caso de los dos candidatos a las elecciones de noviembre, hay una coincidencia interesante: pretenden electoralizar el debate migratorio por encima de las acciones punitivas fronterizas en la búsqueda del voto relativo a las y los inmigrantes que ya están dentro, dividiendo con claridad el debate que se pretende lanzar hasta las elecciones: el control fronterizo por un lado y las acciones de política migratoria hacia adentro.

La apuesta es interesante pero inédita: si la política migratoria es en general un activo en su expresión negativa (el migrante en una amenaza) y ha resultado tan rentable incluso para los demócratas, ¿cuál es el cálculo de rentabilidad esperado de una diversificación de la narrativa migratoria?

Con información de Expansión Política

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