Inseguridad y cambio político en ciudades, claves para la construcción política
Armando Vargas
A nivel nacional, la transición a la democracia finalmente dio forma a un régimen de partido hegemónico bajo un amplio consenso social. Claudia Sheinbaum es la presidenta más poderosa en la historia de la democracia mexicana, no solamente porque su partido controla prácticamente ambas Cámaras y la mayoría de ejecutivos y Congresos locales, sino porque cuenta con el mayor respaldo ciudadano registrado en la época moderna.
Por supuesto, el presidente López Obrador hizo todo lo posible, legal e ilegal, legítimo e ilegítimo, para asegurar la continuidad de su régimen, pero negar el voto masivo, auténtico, a favor de Morena como una variable central para explicar la nueva realidad política es mantenerse en la arrogancia que hoy tiene a la oposición nacional en peligro de extinción.
No obstante, en el ámbito territorial existe mayor diversidad; aquí coexiste la continuidad con el cambio político. Este no es un asunto menor. La vida cotidiana ocurre a nivel de los municipios. Por dicho motivo, la elección de alcaldes puede reflejar con mayor precisión el humor social de la población; las emociones reales (felicidad, enojo, tristeza, frustración) frente a las decisiones del gobierno.
Un fenómeno representativo de la diversidad política local es la distribución del poder en los municipios con ciudades capitales. Después de las pasadas elecciones: i) 17 (54.4%) capitales serán gobernadas por partidos diferentes a Morena, los cuales, a pesar del tsunami morenista nacional, mantuvieron 15 centros políticos y ganaron dos más (Zacatecas y Chilpancingo) y, ii) Morena controlará 14 capitales, de las cuales mantuvo 10 y sumó 2 más (Puebla y Toluca; también controla Durango y Xalapa, pero aquí no hubo elecciones).
¿Por qué Morena no ganó las ciudades capitales en disputa? ¿Por qué la oposición retuvo la mayoría e incluso le arrebató algunas al partido de López Obrador? Existen multitud de factores que explican los resultados de las elecciones, como el carisma de las candidaturas, componentes específicos de las campañas como el marketing político o las propuestas de gobierno, las estructuras partidistas que movilizan votos fuera del marco legal o la intervención del crimen organizado.
Ningún factor produce un cambio político por sí sólo. Lo que existen son condiciones necesarias o hechos que al combinarse producen dicho resultado. Uno de estos factores, sin duda, es la inseguridad pública en sus diversas dimensiones, lo que rompe el discurso presidencial de que todo el pueblo está “feliz, feliz”.
En primer lugar, Morena logró la victoria en Toluca y Puebla, en donde gobernaba el PAN; de acuerdo con la última edición de la ENSU de Inegi , la capital mexiquense registra 77.9% de percepción de inseguridad y la capital poblana, 72.3%. Ambos casos se encuentran muy por encima de la media nacional (61%) y existen buenos motivos para ello. Al cierre de 2023, considerando la tasa por cada 100,000 habitantes de delitos de alto impacto social, entre las ciudades capitales Puebla ocupa la primera posición en robo a transportista y la sexta en robo a negocio, mientras que Toluca se encuentra en las primeras 10 posiciones en extorsión (1º), robo a transportista (3º), feminicidio (4º), robo a negocio (9º) y robo de vehículo (10º). Más allá de otros factores políticos, no es ilógico pensar que la población castigó al PAN y decidió darle una oportunidad a Morena con la esperanza de vivir libre de amenazas.
Lo mismo puede plantearse en el caso de Zacatecas y Chilpancingo, que pasaron de Morena al PAN. La capital zacatecana registra 89.3% de percepción de inseguridad y el centro guerrerense, 87.3%. Muy por encima de la media nacional. En términos de incidencia delictiva de alto impacto, Zacatecas se encuentra entre los primeros 10 lugares en homicidio doloso (2º), robo de vehículo (5º), feminicidio (6º) y extorsión (9º) y Chilpancingo ocupa la cuarta plaza en homicidio doloso. Pero ambos municipios, además, se caracterizan por sus altos niveles de violencia homicida vinculada a las disputas territoriales del crimen organizado y la población es azotada por fenómenos que no son captados por las cifras oficiales: cobro de piso y masacres. Motivos sólidos para castigar y cambiar de gobierno.
Las explicaciones sobre el cambio político en lo microlocal pueden dar luz sobre el camino a seguir para que la oposición se reinvente y eventualmente logre la fuerza suficiente para construir contrapesos o para que Morena se consolide a partir del bueno gobierno y no desde la concentración del poder, la victimización o el populismo más simplista. La clave está en reconocer, entender y atender los problemas reales de la población. Mi punto central es que hay argumentos para pensar en que la población cuenta con la capacidad de premiar o castigar a los buenos y malos gobiernos, como evidencian los casos de cambio político en ciudades capitales con severos problemas de inseguridad.