Atados y dependientes de EU
Rubén Martín
Se cumplieron. Las amenazas lanzadas por Donald Trump durante su campaña electoral, se están convirtiendo en riesgos presentes para distintos países de América, México y Canadá en primer lugar, en temas como migración, comercio y seguridad.
El Presidente derechista y racista de Estados Unidos firmó el sábado 1 de febrero una orden ejecutiva en el que confirma la imposición de aranceles de 25 por ciento a México y Canadá y de 10 por ciento a China. La amenaza ya había sido confirmada la mañana la mañana viernes 30 de enero por la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt: “A partir de mañana, esos aranceles estarán vigentes. Estas son promesas hechas y promesas cumplidas por el Presidente”, dijo Leavitt a los periodistas en la Casa Blanca.
Vale la pena remarcar el lema que está siendo repetido una y otra vez por los funcionaros del segundo Gobierno de Donald Trump: “promesas hechas y promesas cumplidas”. Trump prometió en campaña que haría deportaciones masivas, que impondría aranceles a las naciones que no tratan justamente a su país y que quiere el control del Canal de Panamá y de la isla de Groenlandia.
Y para hacer ver a sus electores que está cumpliendo sus promesas de campaña, ya comenzó las deportaciones de migrantes, no importa si han cometido delitos en Estados Unidos o no; ya puso fecha al cobro de aranceles; y Marco Rubio, el nuevo Secretario de Estado, comenzó una gira por países centroamericanos que incluyen a Panamá, donde seguramente se hablará de la intención de controlar el canal interoceánico que cruza esa nación centroamericana.
Pero como el agresivo negociante que es, parece que Donald Trump ladra más alto de lo que en realidad muerde. Hasta ahora las deportaciones no son más altas que en periodos de los gobiernos demócratas de Obama y Biden y no está claro cómo puede cumplir su amenaza del Canal de Panamá y de Groenlandia por medios diplomáticos o incluso ofertando un dinero por la isla dependiente de Dinamarca, como ha ofrecido. En el caso de los aranceles, sin duda los habrá, pero no generalizados, sino específicos y antes tendrían qué desahogarse paneles de controversia que México y Canadá pueden invocar como países firmantes del T-MEC.
A pesar de este contexto todavía turbulento e incierto, lo único claramente cierto para México es la extrema vulnerabilidad que tenemos con el imperio del norte. La sociedad mexicana no tendría por qué padecer incertidumbre y riesgos potenciales por las decisiones que tome el Presidente en turno de Estados Unidos, si nuestra economía no estuviera atada a la economía estadounidense.
Según datos de la propia Secretaría de Economía del Gobierno federal, las exportaciones mexicanas dependen 83.1 por ciento de Estados Unidos, y nuestras compras son superiores a 40 por ciento. Ningún otro país del mundo depende de otro económicamente como México de Estados Unidos, según explicó el doctor en economía del ITESO, Luis Ignacio Román en entrevista en Radio Universidad de Guadalajara. Estamos en extremo atados a la economía de Estados Unidos y de ahí proviene nuestra vulnerabilidad ahora ante las amenazas de Donald Trump.
Pero esta dependencia no la creo Trump, sino la propia clase gobernante mexicana quien desde hace unos 40 años comenzó a apostar por la integración económica y comercial con Estados Unidos, prometiendo que ese modelo de desarrollo traería prosperidad y bienestar para la población a través de la acumulación de capital mediante inversiones en la industria y la agricultura, que a su vez crearía empleos en empresas orientadas a las exportaciones hacia Estados Unidos. Algunas cifras macro-económicas como la atracción de capital, flujos comerciales, y balanza entre exportaciones e importaciones podrían indicar que la apuesta resultó exitosa. Sin embargo, economistas críticos del tratado comercial con América del Norte, siempre advirtieron que la integración económica con la economía estadounidense aumentaría el riesgo de la dependencia no sólo económica sino política con la potencia del norte.
Hace ya 45 años, cuando apenas la clase gobernante mexicana ponía sobre la mesa el tema de la integración económica con Estados Unidos, el economista José Luis Ceceña escribió. “Dados los desniveles que existen en el grado de desarrollo de México y Estados Unidos y en las magnitudes de las economías de los dos países, y dado el grado de subordinación que tiene nuestra economía respecto de Estados Unidos, la integración significaría la intensificación de la dependencia, la aceleración del proceso de concentración de la riqueza y del ingreso”, señaló Ceceña en 1980, según recordó José Luis Calva.
El mismo José Luis Calva fue uno de los economistas que más cuestionó las negociaciones que empezaron a tejer funcionarios del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari con Estados Unidos para terminar con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hacia 1992. Ahora en el contexto de las amenazas a la continuidad de T-MEC, en un reciente artículo publicado en El Universal, José Luis Calva, ha puesto en duda el “éxito” del tratado comercial con América del Norte.
El economista de la UNAM sostiene que durante el periodo de operación del TLCAN/T-MEC ha aumentado en México la concentración de la riqueza, el bajo crecimiento económico, la pérdida adquisitiva de los salarios y la expulsión de mexicanos en busca de oportunidades en Estados Unidos u otras partes del mundo. En cuanto al crecimiento económico, José Luis Calva sostiene que en el periodo de desarrollo económico liderado por el Estado, “el PIB creció a una tasa media de 6.1 por ciento anual en el periodo 1935-1982, con un crecimiento acumulado de mil 592.7 por en 48 años; mientras que durante el periodo 1994-2023, de operación del TLCAN/T-MEC, el PIB sólo creció a una tasa media de 2.2 por ciento anual, con un crecimiento acumulado de 92.8 por ciento en 30 años”. Y en el mismo periodo del tratado de libre comercio con América del Norte, más de 7.5 millones de mexicanos han salido del país en el periodo del TLCAN/T-MEC (1994-2023), un promedio de 250 mil 211 por año, que equivale a una expulsión de 685 mexicanos por día, desde hace 30 años (José Luis Calva, El Universal, 25 enero 2025).
Esta es la realidad actual de la economía mexicana: atada en lo económico y dependiente en lo político de las decisiones e intereses de la potencia hegemónica del norte. El discurso de moderación, cabeza fría y defensa de la soberanía nacional de la Presidenta Claudia Sheinbaum ante las amenazas arancelarias, migratorias y en materia de seguridad de Donald Trump han sido elogiadas por sus partidarios, pero también desde la oposición.
Pero más allá del discurso, para presumir de soberanía e independencia, México no tendría que estar atado o dependiente de ningún país, eso implicaría una economía diversificada y una sólida economía interna, orientada a la producción propia, pero eso está lejos del actual escenario. Pasarán muchos años, si es que en serio nos decidimos a ser independientes y soberanos, para que eso ocurra. Por ahora estamos atados a Estados Unidos y estamos pagando la penitencia.
Con información de Siembargo