Horror de Teuchitlán, “imposible describir”, dicen escritores

Juan Hernández*

Mientras leía fragmentos de mi libro “Ningún hijo de Malinche” en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán (FILCO), me enteraba del terrible hallazgo en Teuchitlán, Jalisco. Las imágenes que se dieron a conocer en los principales medios de comunicación del campo de exterminio que fue encontrado por madres buscadoras, parecían sacadas de los peores centros de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Zapatos y tenis amontonados, mochilas sucias, ropa desgastada y artículos personales arrinconados.…

Todo era parte de una escena que ha puesto en los ojos del mundo el horror que, tristemente, tiñe de sangre a México. “México es una fosa común con un himno nacional”, definió a nuestra nación una de las buscadoras que a diario cavan la tierra en busca de los restos de sus seres queridos desaparecidos. Además, ahora se no dice que el campo de exterminio encontrado en Teuchitlán puede ser sólo la punta del iceberg.

Una de las situaciones que podría confirmarse por los hallazgos en Teuchitlán es que muchas de las personas que murieron en el lugar podrían ser migrantes. Sabemos que el crimen organizado se ha diversificado hasta convertirse, como muchos especialistas lo definen, en “la industria de la muerte”. Podemos hablar de una mafia articulada que lo mismo vende drogas y armas, que extorsiona y secuestra; que lava dinero, se infiltra en los gobiernos y que mata sin distinción alguna ni lugar de origen. “Pasar por México es jugarse la vida, pero no tenemos otra opción”, dijo un migrante haitiano al cruzar la frontera sur de nuestro país.

Con todo esto, muchos mexicanos que radican en territorio nacional y en la Unión Americana piensan que, ante estos horrores, no sería tan descabellado que Estados Unidos interviniera como ya lo ha sugerido el presidente Donald Trump. Algunos líderes migrantes, incluso, piensan que, en la guerra contra el narcotráfico, Trump pudiera tener mejores resultados que el gobierno federal de nuestro país, sobre todo si realiza alguna intervención en estados como Jalisco, Sinaloa o Tamaulipas. (No olvidemos que muchos de los migrantes indocumentados que radican en la Unión Americana han escapado de sus lugares de origen en México, precisamente por la violencia del crimen organizado.)

Ya en un artículo pasado hablé de que existe un antecedente de las acciones que podría emprender Trump en contra del crimen organizado. Hace tiempo, el senador republicano Lindsey Graham, (con quien trabajé en la campaña presidencial de John McCain), presentó una iniciativa denominada la “Ley Narco”. Esta iniciativa buscaba combatir a los cárteles mexicanos, sobre todo a los que trafican con fentanilo, ya que su consumo mata a más de 100 mil personas al año en Estados Unidos. La propuesta de Graham no logró consolidarse, sin embargo, hoy vemos que el tema del fentanilo fue uno de los temas que se pusieron sobre la mesa el día que presidentes Trump y Sheinbaum hablaron por primera vez por teléfono.

Antes de concluir mi participación en la FILCO, platiqué con poetas amigos de la editorial Círculo de Poesía. Coincidimos en no poder quitarnos de la mente la imagen de las prendas que se encontraron en Teuchitlán. Esas cosas pertenecieron a mujeres, hombres, adolescentes y, posiblemente, hasta a niños que hoy ya no están con nosotros. Finalmente, leí, en el Jardín Hidalgo de Coyoacán, más para mí que para el auditorio de la FILCO, un fragmento de uno de mis poemas, que con su permiso incluyo aquí:

“Cuéntame pocho / la historia de tu raza”

entre espacios / creados por tiempos y colores

me veo / cargado de chozas desnudas

sin tiempo sin colores

¿q´ te puedo yo decir? /apenas la ´stamos escribiendo

este tiempo y estos colores / apenas son nuestros

la historia no nos pertenece… (@CirculodePoesia)

Quizás la poesía no sea la solución al horror que vivimos en México, pero algo es cierto: en la poesía podemos encontrar algo de luz que tanto nos hace falta.

*Analista de temas de migración

Con información de El Sol de México

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