El Nerón de Nuevo León
Eduardo Turrent Mena
El destino de Nerón está en manos de Morena.
“La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea”. Ese fue el planteamiento central que hizo Vargas Llosa en un extraordinario ensayo —de hace más de una década— donde advertía sobre los peligros de una sociedad cuya tabla de valores estaba completamente invertida.
“En la (civilización del espectáculo) política ha experimentado una banalización quizá más pronunciada que la literatura, el cine y las artes. La publicidad y sus eslóganes, lugares comunes y frivolidades ocupan casi por completo el espacio que antes estaba dedicado a razones, programas, ideas y doctrinas”, apuntó atinadamente el citado autor.
“¡Máynez, Máynez, Máynez presidente!”, respondió Samuel García cantando y bailando a bordo de su Tesla Cybertruck cuando una reportera le preguntó sobre la preocupante escasez de agua en Nuevo León durante la última campaña presidencial. —Por cierto, y a pesar de que Samuel se adjudica haber llevado esa inversión de Tesla a ese estado, aún no se ha puesto ni la primera piedra de la supuesta “mega-fábrica”—.
Aquella respuesta lo pintó de cuerpo entero, no existe en la política mexicana actual un exponente que encaje más la tesis de la “civilización del espectáculo” que el gobernador fosfo-fosfo. Lamentable botón de muestra de la vulgarización y degradación que impera en la política nacional -aunque no el único-.
En este sentido, resultaron proféticas las advertencias hechas por el gobernador de Jalisco, su propio compañero en MC. Al señalar que no lo identificaran con la corriente de la “anti-política”, en clara referencia al gobernador neolonés. La gota que derramó el vaso fue la unción atropellada y frívola que García hizo de Álvarez Máynez como candidato presidencial de ese partido sin consultar a los diversos sectores de esa agrupación “política”.
Por cierto, aquel cierre de campaña con bailes, música, alcohol y mariguana, será recordado sólo por haberse realizado unos días después de la trágica muerte de nueve personas en un evento de MC —justamente en Nuevo León y con la venia de Samuel— donde se presumió una grave negligencia. ¿Más frivolidad? Imposible.
En un contexto en donde la forma importa más que el fondo, la apariencia más que la esencia y en la que el “show”, las canciones y ocurrencias banales sustituyen la deliberación política e ideológica responsable, el cotejo profesional de propuestas de gobierno o la búsqueda de soluciones viables a problemas reales de los ciudadanos, en ese ámbito de burda improvisación, “Samuelon”, es un “genio de la mercadotecnia”. Eso me dijo -a manera de halago- un ex-compañero suyo de la universidad.
Sin embargo, los daños no se limitan solo a su estilo personal de gobernar. Muchos ciudadanos neoloneses están pagando un alto precio derivado de la desastrosa combinación de soberbia, inexperiencia e irresponsabilidad que caracterizan al apodado gobernador “buchón”. Se ganó ese mote pues su estilo desenfadado y vulgar de presumir casas, autos, relojes, —ha llegado al extremo de utilizar la imagen de niños del DIF para apuntalar su imagen— sin ningún recato o sensibilidad política, son su sello personal para desviar la atención de la plétora de problemas derivados de su malograda gestión.
Cuatro grandes crisis sin precedentes se ciernen sobre Nuevo León: la hídrica (a pesar del alivio temporal de la tormenta tropical Hanna, persiste el problema a mediano-largo plazo), ambiental (contaminación récord del aire en la zona metropolitana) y otra de seguridad (niveles de violencia e inseguridad en alarmante aumento y rompiendo récords). Estas tres de alguna manera ya se venían gestando, pero muy poco, o nada, se hizo para contenerlas o atenderlas adecuadamente. La cuarta se la debemos enteramente al gobernador naranja: la crisis política que tiene a los poderes enfrentados ha causado una parálisis legislativa y presupuestal inédita (es incapaz de negociar y aprobar presupuestos), así como niveles nunca antes vistos de crispación política y endeudamiento (Nuevo León tiene los niveles de deuda más altos del país, tanto en términos nominales como en proporción de su PIB), que son enteramente imputables a él.
Ya ni hablar de la coyuntura crítica por la que pasó el estado cuando se lanzó como candidato presidencial, rompiendo su propia palabra, y queriendo imponer de forma ilegal al gobernador interino a través de chicanadas jurídicas. “Gobierna como facturero”, le escuché decir a un connotado abogado por aquellos meses del año pasado.
Ante la inminencia y la severidad de las dificultades actuales y aquellas por venir, ha sido increíble su absoluta falta de vocación de servicio. En vez de atender asuntos encaminados a mitigar los efectos de las citadas crisis, el gobernador García se ha distraído y dedicado —en cuerpo y alma— a perseguir, amedrentar, cooptar a opositores políticos, a retener ilegalmente presupuestos de alcaldías que no son afines a su proyecto, a regatear dineros públicos para pagar la nómina de los otros poderes y organismos autónomos, instrumentó -y muy probablemente- financió ilegalmente las campañas perdedoras del candidato a la presidencia Álvarez Máynez y de su esposa Mariana a la alcaldía de la capital regia —en este último caso, por cierto, incurriendo en un claro conflicto de interés—.
Lamentablemente, la lista podría ser más larga y nutrida. Ni hablar del enorme costo de oportunidad que se esfuma en capitalizar las enormes ventajas del nearshoring —del cual Nuevo León debería ser punta de lanza—. Esto en la medida en que el gobernador que representa “lo nuevo”, concentró sus esfuerzos sólo en ser útil y servil a López Obrador que presumiblemente lo protege.
Esta última hipótesis cobra cada vez más fuerza en los corrillos políticos y periodísticos a raíz de nuevos escándalos de abusos y corrupción que continuamente rodean al mandatario y su círculo. El más explosivo es la existencia de una propiedad que supera por mucho —muchísimo— al proyecto de la “Casa Blanca” de Peña Nieto, el “Partenón” del tristemente celebre Negro Durazo, o a la “Colina del Perro” del defenerestado ex-presidente López Portillo. El terreno de 17 hectáreas donde supuestamente planeaba la construcción de un palacete de más de 2,500 metros cuadrados en las faldas de un cerro en San Pedro Garza García —el municipio más caro de Latinoamérica—. ¿Podrían estos escándalos alcanzar el límite de la protección y apapacho que le han facilitado desde el ejecutivo con la llegada de Sheinbaum?
Algunas fuentes periodísticas han señalado que Samuel García está supuestamente utilizando a su operador político (exjefe de oficina) y mejor amigo, “Mike” Flores, para intentar sobornar a diputados locales electos para la próxima legislatura con el objetivo de que no prospere el juicio político que avanza en su contra. La omisión del Ejecutivo de publicar decretos y hacer público el presupuesto podría desembocar en la revocación de mandato. ¿Dónde se encuentra Samuel conforme estas gestiones avanzan? De crucero por Turquía. ¿El exceso de confianza será prueba de algún acuerdo de protección con la nueva administración?
Ojalá no seamos tristes testigos de una versión contemporánea de una de las leyendas más conocidas de la antigüedad. Aquella de cómo el emperador romano Nerón observaba el incendio de Roma desde su palacio en la colina Palatina al tiempo que cantaba y tocaba la lira. ¿Veremos al Nerón de Nuevo León cantar y bailar desde su palacio sampetrino mientras ese estado se hunde en crisis?
Se podría argumentar que su destino político (y quizás jurídico) está ahora en manos de la próxima presidenta de México, y de lo que decida la próxima legislatura del Congreso Local. ¿Lo protegerán los diputados de Morena? ¿Qué orden darán desde Palacio Nacional? ¿Qué papel jugará Waldo Fernández? Este último es Senador electo por Morena, y uno de los nombres que se barajan para sustituirlo. Otras fuentes señalan que el grupo empresarial “de los diez” lo quiere fuera, y que ese deseo se refleja en las constantes críticas publicadas en el periódico “El Norte”.
El destino de Nerón está en manos de Morena.