Crimen ‘caza’ a más policías ministeriales que a militares
Guillermo Rivera
Mientras en Huimanguillo, Tabasco, un policía ministerial era acribillado junto a su esposa embarazada, en Tijuana, Baja California, otro agente investigador recibía una veintena de tiros cuando esperaba a que terminaran de lavar su auto de lujo. Ambas noticias ocuparon espacios discretos en los medios de comunicación locales.
Y es que a pesar de que muchas veces no portan uniformes, los policías ministeriales están siendo cazados por el crimen. Incluso los matan más que a los militares, quienes tienen una labor más visible en la lucha contra la delincuencia.
Adscritos a las fiscalías nacional y estatales, los ministeriales suelen investigar casos de homicidio, corrupción y robo de vehículos, entre otros delitos. “Se meten en la boca del lobo. Se exponen a un riesgo grande, por ejemplo, si ingresan a una colonia y los identifican”, señala en entrevista con MILENIO Daniel Gómez-Tagle, director de Proyecto Azul Cobalto, un organismo que efectúa un minucioso análisis hemerográfico de las muertes de policías en México.
De acuerdo con esta asociación civil, el 2021 cerró con 59 agentes ministeriales asesinados, frente a los 47 investigadores que perdieron la vida en 2017, lo que representa un incremento de 25.5 por ciento. En lo que va de este año 31 policías de las fiscalías habían sido blanco del crimen.
Proyecto Azul Cobalto registra 286 homicidios de policías ministeriales de 2017 al 22 de agosto. Con un promedio de 47.6 asesinatos por año, casi en todos los casos se utilizó un arma de fuego, 278 eran hombres y un 59 por ciento estaba en día de servicio.
La cifra duplica a los 122 militares fallecidos entre 2017 y el 1 de julio pasado, según informa la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en su relación de finados por acciones contra el narcotráfico.
Estefanía López Mendoza, investigadora de la organización Causa en Común, que impulsa el desarrollo de políticas públicas para mejorar las condiciones de las policías del país, explica que “puede existir colusión de policías corruptos con delincuentes, pero también hay casos en que son sometidos”, dice.
A principios de julio, por ejemplo, cuatro elementos municipales de Santa María del Oro, en Jalisco, fueron secuestrados. Una agente, la única mujer del grupo, fue encontrada, golpeada, en Mazamitla, y la patrulla en la que viajaban estaba calcinada. “¿Cómo se explica?”, cuestiona López.
Que los policías de investigación no porten uniformes es un indicio de que sus asesinatos podrían estar relacionados con su trabajo. Y “revela cómo opera el crimen organizado, hasta dónde y de qué forma se extiende”.
Causa en Común también elabora un registro, a partir de notas periodísticas, de policías asesinados desde 2018. Ellos cuentan 256 homicidios de ministeriales hasta principios de agosto.
Las cifras de Azul Cobalto señalan que la mayoría de los casos ocurrieron en Ciudad Juárez, Tijuana y Acapulco. Le siguen San Luis Potosí, Morelia, Chilpancingo, Benito Juárez, Irapuato, San Pedro Tlaquepaque, Hermosillo y 38 ciudades más.
Asesinatos, por diversos motivos
Cuatro balazos en abdomen y cuello acabaron con la vida, en marzo pasado, de la agente de la Policía de Investigación (PDI) de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, Karla Karina, de 27 años. Estaba embarazada y su cuerpo fue abandonado en un paraje de la comunidad Agua Bendita, en Timilpan, Estado de México. El presunto feminicida, Manuel ‘N’, era su pareja sentimental y también agente activo de esa corporación.
Cuando en México se habla de policías asesinados, se hace énfasis en los municipales, encargados de prevenir delitos, pues se considera que están en la primera línea de batalla y, por lo tanto, son más vulnerables, indica Estefanía López Mendoza. Pero pocos recuerdan, agrega, a los ministeriales, quienes son los responsables de investigar los delitos.
Formular diversas hipótesis sirve para explicar el fenómeno de este tipo de asesinatos, advierte, y todas tendrían cierto grado de realidad. Podrían ser causa del crimen organizado, pero también existe la posibilidad de que políticos estén inmiscuidos.
Es una situación real, afirma la investigadora, que los policías de cualquier corporación son víctimas de organizaciones criminales, pero también son victimarios. Si se les percibe de forma negativa es porque han cometido actos de corrupción o hecho mal uso de la fuerza contra ciudadanos.
De los 19 asesinatos que la organización registró este año, 11 estaban en día de servicio. En labores, detalla López, como atender órdenes de aprehensión.
“Se dice que las fiscalías no trabajan de forma adecuada, pero si revisamos los homicidios de ministeriales de investigación surgen más elementos para pensar por qué existe esa impunidad”, analiza y lanza algunas preguntas: “¿Qué tipo de labores ejercían y qué casos llevaban esos policías asesinados?”
Si los ministeriales, a diferencia municipales y estatales, pasan desapercibidos, “¿por qué se sabe que son de investigación y lo que están haciendo? ¿Su labor incomoda a cierto grupo?”
Los matan mientras trabajan
Los datos de Proyecto Azul Cobalto arrojan que la mayoría de asesinatos de policías de investigación ocurre cuando están en servicio.
Llama la atención que solo el 31 por ciento de sus homicidios, este año, sucediera en días francos o libres, mientras que, en los casos de municipales, el porcentaje se dispara hasta 60 por ciento. “Una cifra muy alta”, indica Gómez-Tagle, quien ha sido consultor técnico de fabricantes de equipamiento policial y militar para empresas extranjeras.
Cuatro de cada 10 policías mexicanos, informa, son asesinados en su día libre, cuando no se pueden proteger.
“Es una cifra espeluznante. A los municipales los matan cuando están desprotegidos, pero a los ministeriales los asesinan cuando trabajan, a veces de infiltrados”. Si se toma en cuenta la alta estadística de policías de investigación asesinados en días laborales es posible, dice, pensar que podrían estar siendo delatados.
Enumera dos patrones. El primero es que sus misiones se vuelven riesgosas porque van a lugares donde el peligro es más elevado para la autoridad. El segundo es que sus propios compañeros, tanto ministeriales como de otras dependencias, los descubren ante los criminales. “Los ponen para que los maten”.
Aclara que hay que considerar la colusión con el crimen. “También es un escenario posible que en algún momento traicionen algún pacto y sean asesinados, aunque estimo que eso le pasa más a los estatales”.
Los datos recabados confirman que municipales y estatales son asesinados más en días de franco que en actividades laborales. Gómez-Tagle concluye que esto se debe a que advirtieron que están en riesgo constante de ser asesinados y optan por no actuar.
“No quieren colocarse en riesgo y dejan de hacer su trabajo porque el Estado no los protege. Eso es gravísimo”. Ha detectado olas de homicidios por periodos. Un mes asesinan a varios policías y, al otro mes, el registro es menor.
“Si policías no actúan y soldados tienen que repartir abrazos y no balazos, estamos ante la ausencia del poder del Estado. Cualquier persona puede ejercer la violencia sin ninguna repercusión, una detención o condena en la cárcel”.
Esa no es la regla cuando se habla de policías ministeriales asesinados. A ellos los siguen matando cuando están en labores.
Por eso, Gómez-Tagle tiene una hipótesis. Dice que los vacíos de poder que el Estado crea a través de la fuerza pública, son suplantados por el poder violento de los grupos del crimen organizado, y quienes están más en riesgo, más cerca, son los policías ministeriales de investigación.
Milenio