¿Qué quiero hacer si soy comisionado del Inai?

Jonathan Mendoza Iserte

¿Alguna vez han estado enamorados? Es el sentimiento más puro y el más poderoso. El amor mueve el mundo. No sólo nos enamoramos de las personas, también lo hacemos de las ideas y si ese amor no es cuidado y alimentado constantemente tiende a desaparecer; por lo que, si no tomamos acciones inmediatas, eso precisamente es lo que podría suceder con las ideas de equilibrio de poderes, así como de pesos y contrapesos en nuestra democracia. No podemos ni debemos romantizar más el concepto de los órganos constitucionalmente autónomos.

Hoy, más que en ningún otro momento, es urgente visibilizar la utilidad del Inai y su aportación tangible a la sociedad mexicana. Los tiempos son complejos y eso hace indispensable que se conozca y entienda qué es lo que hace esta institución y cómo podría ser relevante en el sistema de derechos de los ciudadanos.

Desde 2014, año en que llegué al Inai, me di cuenta de que un porcentaje muy alto de los recursos, esfuerzos y actividades estaban orientados a la transparencia y el acceso a la información. La protección de datos personales era vista y valorada como un complemento. Ello a pesar de haber adquirido sede constitucional desde 2011, como un derecho fundamental. Reconozco que esa visión ha cambiado durante los últimos años, pero también puntualizo que no lo suficiente.

Les cuento que con motivo de esta circunstancia y como consecuencia natural de mi especialización en asuntos relacionados con la protección de datos personales, elaboré un plan de trabajo que tiene como objetivo impulsar este derecho fundamental transversalmente en los sectores público y privado. Pueden consultar mi programa, así como sus ejes rectores en esta liga.

Tenemos que pasar de los conceptos a los hechos. Ampliar nuestro horizonte es una necesidad, no es opcional. La interlocución y colaboración con la industria, la sociedad civil, la academia y las demás instituciones del Estado mexicano es urgente.

Considero que la gobernanza de datos personales es clave para que los usuarios cuenten con una mayor seguridad y certeza al momento de interactuar en ecosistemas digitales. Las autoridades de datos personales deben ser parte de la conversación, no sólo el regulador.

Las nuevas visiones tienen que incluir aportaciones multidisciplinarias en la materia. De lo contrario, estamos condenados a ser un ente estático y que no evoluciona al ritmo de los desafíos que generan la innovación y el desarrollo tecnológico.

La protección de datos personales no debe ser una barrera para el desarrollo y crecimiento de la economía digital. La inversión y uso de tecnologías disruptivas ha acelerado la productividad en los últimos años.

Es una realidad que los datos se transfieren de una latitud a otra en segundos y volúmenes récord. No obstante, la mayoría de las regulaciones tienen ámbitos de aplicación territoriales y no tienen un estándar adecuado de protección para que estos flujos transfronterizos de datos se realicen de una forma segura.

Es por ello que la cooperación internacional efectiva es un factor a considerar para garantizar las libertades y los derechos de las personas. Con un enfoque que sea integral y que esté dirigido hacia la prevención de los posibles conflictos.

Bajo esta misma línea, debemos de considerar que las brechas de seguridad suceden todos los días y en todas las regiones. Los ciberdelincuentes invierten grandes cantidades en software y hardware con el objetivo de acceder ilegalmente a información personal. Estos accesos no autorizados generan afectaciones económicas a la industria, pero también a las personas. Los mecanismos de seguridad y las buenas prácticas son muy importantes para reducir esta situación.

Ciberseguridad y datos personales deben ser indisolubles cuando nos referimos a entornos digitales. No podemos entender un concepto sin el otro. Las políticas públicas orientadas a la digitalización, en todas sus vertientes, deben considerarlos. El rol de las autoridades de datos personales en este tema no es menor.

La tarea de socialización del derecho de protección de datos personales está en proceso. Es un derecho que no está consolidado aún y que es poco ejercido. Los incentivos para defenderlo son pocos. Esta óptica debe cambiar de forma rápida. La creatividad y la adaptación de las autoridades para llegar a audiencias nuevas, como lo son los nativos digitales, sí puede hacer la diferencia.

Un burócrata detrás de un escritorio esperando firmar documentos no le sirve a nadie y da pie a que algunos consideren que las instituciones son frágiles y poco útiles.

Nunca he sido ese burócrata detrás del escritorio. Quien me conoce lo sabe. A quien no me conoce, le pido la oportunidad para demostrarlo. Con humildad, responsabilidad, conocimiento, ética y convicción.

Es generacional. El mundo ya cambió. Las instituciones también deben hacerlo. #SeamosParteDeLaConversación.

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