Tragedias naturales, el lado débil de la cadena de suministro
Daniel Razo
El reciente paso del huracán Otis por el puerto mexicano de Acapulco no solo ha mostrado la fragilidad de la especie humana ante el poderío de la naturaleza, sino que también ha puesto en la mesa el reto de abastecer a una ciudad de elementos esenciales para su supervivencia. Por ejemplo, agua potable, medicamentos, alimentos y servicios básicos como energía eléctrica.
Es evidente que el cambio climático está provocando disrupciones en la naturaleza que la hacen menos predecible y con una capacidad de reacción más virulenta. Ante estas situaciones, se deben desarrollar estrategias y medidas para garantizar la supervivencia y el bienestar de la población afectada.
Hace 10 años la ONU publicó un documento que busca invitar a los gobiernos y sociedad a crear ciudades más resilientes ante los embates de la naturaleza. Algunos países han tomado cartas en el asunto, pero otros como México les falta mucho camino por recorrer. Se debe fomentar el compromiso del gobierno para la reducción de riesgos, y que la resiliencia a los desastres y el cambio climático sean una prioridad de sus políticas.
Normalmente en mis columnas busco compartir algunas guías de ruta, sin embargo, para este caso en lugar de guías deberían ser prioridades para seguir:
1. Financiamiento y recursos
La prioridad debería ser clara en sí. Cada vez que una ciudad se enfrente a una situación de desastre, habrá que contar con fuentes económicas o presupuesto que restablezcan lo más pronto posible carreteras, medios de comunicación y en general infraestructura de abasto. Si una ciudad ya se encuentra en medio del desastre, buscar recursos de forma inmediata le hará lenta y complicada su recuperación. No hay recursos públicos o privados suficientes ante devastaciones como la que recientemente hemos presenciado.
2. Protección de las instalaciones vitales
Cualquier ciudad que no puede garantizar elementos básicos de supervivencia, por ejemplo, abasto de agua potable, continuidad en la operación hospitalaria y una pronta recuperación de sistemas educativos, está en riesgo grave de supervivencia. Esto es independiente del tipo de gobierno de la ciudad, sea de izquierda o de derecha.
3. Preparación, alerta temprana y respuestas eficaces
Hoy los avances tecnológicos permiten contar con diferentes herramientas que alertan a la población de riesgos inminentes. Dichos esquemas de alertas deben ser públicos, auditables e independientes de los gobiernos. Una alerta temprana puede prevenir muertes y desgracias mayores. La comunidad empresarial debe prever insumos de protección adecuados para suministrar a la población con la garantía de que el gobierno dé certeza jurídica a los comercios. Los empresarios necesitan estar tranquilos de que sus locales no serán saqueados en momentos de apremio y angustia.
4. Recuperación acelerada
Organizar, a través de la sociedad civil, comités de ejecución y supervisión de la infraestructura dañada, en algunos casos con la participación del gobierno o a pesar de su ausencia. Hay un gran número de casos de ciudades que han sido devastadas y que suelen recuperar su actividad económica al paso de tifones o erupciones volcánicas, esto gracias a la solidaridad y el esfuerzo conjunto entre gobierno, iniciativa privada y sociedad civil.
Hace poco tiempo, una periodista mexicana develó que una parte de donación para un desastre terminó siendo comercializada indebidamente en el mercado negro. Si bien es importante contar con estos elementos de denuncia ante situaciones indeseables, también debemos de reconocer el aspecto oscuro de una moneda.
Una gran parte de la población decidió no donar, como solemos hacer los mexicanos, ante la duda de dónde habrían de parar sus donaciones. Es muy importante recuperar la confianza de la sociedad a instituciones de trabajo loable como es la Cruz Roja o la ONU.
La herramienta más valiosa con la que contamos es apelar a dos aspectos vitales: la educación de la población y la ética. Volver a conectar con la empatía con la que solíamos hacer frente a los desastres como los sismos que azotaron en diferentes ocasiones a la Ciudad de México.
Es un hecho que estamos viviendo situaciones polarizadas entre clases sociales. Somos un solo país y una sola sociedad que tenemos que alejarnos de clasismos y desprecios independientemente del partido político por el cual simpatices.