La enfermedad “misteriosa” de Rubén Rocha
Álvaro Aragón Ayala
¿El oficio de gobernar es malo para la salud? El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, un hombre que cursa los 74 años de edad – casi le pega ya a los 75- señaló en La Semanera, y no es la primera vez que lo indica, que su mayor éxito en la vida sería o será terminar vivo el año 2027 de su función de gobernar, desatando la especulación y una serie de preguntas sobre su real estado de salud y las secuelas que le pudiera haber dejado el Covid-19, virus que lo tiró en cama cuando menos en dos ocasiones.
La expresión “terminar vivo” en el 2027 podría mandar la lectura de que Rocha Moya padece alguna enfermedad “rara” y grave o de que tiene miedo a ser víctima de algún atentado mortal, lo que se antoja remoto o imposible porque por lo general las agresiones a los gobernantes o a las autoridades municipales vienen del crimen organizado al que Rubén Rocha “no ha tocado ni con el pétalo de una rosa”. Se descarta, entonces, esta última teoría y queda vigente lo de su “misteriosa” enfermedad.
Giulio Andreotti, siete veces primer ministro italiano, dijo que “el poder desgasta… a quien no lo tiene”. Pero hay quienes lo ejercen y que son víctimas incluso de enfermedades cerebrales. La historia demuestra que el oficio de gobernar suele pasar factura, a veces de forma grave, y que la enfermedad condiciona el ejercicio del poder.
David Owen, médico, quien en los años setenta fue ministro de Exteriores del Reino Unido, publicó un libro en el que repasa las enfermedades de los principales jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años (En el poder y en la enfermedad, Siruela). Su conclusión es que pocos líderes consiguen la aprobación de la salud perfecta.
En un artículo publicado en el 2009 en la revista Brain, junto a Jonathan Davidson, profesor del departamento de Psiquiatría y de las Ciencias del Comportamiento en la Duke University, en Dirham (EE.UU.), Owen llegó a la conclusión de que la mitad de los presidentes estadounidenses entre 1776 y 1974 ha padecido trastornos psiquiátricos. Los más comunes: depresión, ansiedad, trastorno bipolar y dependencia del alcohol. En uno de cada tres casos, estos problemas “fueron evidentes a lo largo del ejercicio de su mandato”. Algún ejemplo: Theodore Roosevelt (trastorno bipolar), Wilson y Hoover (trastorno depresivo grave), Nixon (abuso de alcohol). ¿Es entonces el oficio de gobernar malo para la salud?
Rocha Moya no consume alcohol ni tiene antecedentes de alcoholismo, pero repite con insistencia: “mi mayor éxito en esta vida será terminar vivo en el 2027 de mis funciones de gobernador” ¿Qué mal o que enfermedad le aqueja? En ocasiones las taras genéticas escalan en la tercera edad. Es importante que el propio gobernador deje en claro del por qué recurre constantemente a la frase de “terminar vivo”. En Las Semaneras Rubén Rocha tiene arrebatos de agresividad verbal, olvida nombres, fechas y lugares y repite afirmaciones y en ocasiones no capta las preguntas, síntomas claros de deterioro mental progresivo.