Partidos nuevos, “enchílame otra”

Juan Manuel Asai

Entre los políticos derrotados el pasado 2 de junio, que son legión, es tendencia dominante anunciar que quieren crear un nuevo partido político. Lo dicen con desenfado como quien pide casual “enchílame otra”.

Ya hay por lo menos cuatro avisos de intención. El de Eduardo Verástegui un señor conectado con el mundo del espectáculo que se asume como de extrema derecha y que trató de ser candidato presidencial independiente, sin lograrlo, en la pasada elección. Dice que en el 2025 tendrá su partido con Donald Trump como ejemplo a seguir.

Están también Acosta Naranjo, Álvarez Icaza y Amado Avendaño, entre otros integrantes del Frente Cívico Nacional, que quieren que esta agrupación, muy activa en las exitosas marchas de la Marea Rosa, se convierta en un partido.

También alzó la mano Miguel Osorio Chong, ex secretario de Gobernación en tiempos del presidente Peña, quien está dispuesto a crear un partido con los priistas enojados con Alito Moreno. Pero para crear un nuevo partido se requiere mucho más que los ex dirigentes priistas desplazados, además Osorio es un político palaciego, no es que arrastre multitudes.

Los Chuchos, Zambrano y Ortega, dijeron que van por un nuevo partido ahora que el PRD ya está los avernos. No importa que sea un partido pequeño, lo que vale son las prerrogativas.

¿Necesitamos más partidos políticos? Hay en la actualidad tres partidos opositores nacionales que en estos días tratan, sin éxito, de emprender el análisis riguroso de lo ocurrido en la jornada electoral para enderezar el camino. El PRI abochorna a todos. En lugar de revisar lo ocurrido está empeñado en convertirse, en una secta suicida dirigida por un gurú de caricatura que responde cuando le dicen Alito.

El MC, partido naranja, está partido por la mitad. La fracción Jalisco pintó su raya y no quiere saber nada destapes con cerveza ni despedidas con rímel. La otra mitad, la fracción Nuevo León, busca que la maquinaria de la 4T lo vea como un aliado en el Congreso a cambio de que la doctora Sheinbaum evite la caída de Samuel y la linda Mariana.

El futuro del PAN depende en buena de medida de cómo procese el cambio en la dirigencia nacional. Si el nuevo líder, o lideresa, emerge con legitimidad pueden regresar en el corto plazo a la pelea para competir con decoro. Faltaría preguntar qué quiere hacer Xóchitl Gálvez que tiene un capital político de 16 millones de votos y que seguro aprendió de los errores que cometió durante la campaña en la que quedaron al descubierto las carencias de los partidos de oposición, como su casi nula presencia territorial. La oposición no trabaja a ras de suelo y por eso le va como le va.

Aunque el objetivo último de cualquier partido sea acceder al poder o por lo menos tener alguna tajada, la verdad es que, en las actuales circunstancias ni los partidos opositores viejos, ni los nuevos que se puedan crear tienen oportunidad de derrotar al nuevo partido hegemónico del país que es Morena. Acaso puedan rasparle la carrocería o hacerle alguna abolladura, pero más que eso es muy difícil. Morena tiene, además del Poder Ejecutivo, la mayoría de las gubernaturas y dos mega fracciones en el Congreso por lo que no hay nadie entre los jefes de la 4T realmente preocupado por la oposición.

El problema para Morena es administrar la abundancia sin López Obrador en el horizonte. Si el presidente en verdad cumple su palabra de recluirse en su finca de Palenque se creará en el partido dominante un escenario inédito. Perderían de un plumazo a su jefe máximo, el hombre que decía siempre las últimas palabras.

El riesgo para Morena en el futuro próximo no es la oposición sino la implosión.

Con información de Crónica

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