Los días turbulentos para AMLO y su familia
José Gil Olmos
Los días de julio han sido turbulentos para Andrés Manuel López Obrador, para su gobierno, familia y partido. Y para agosto no se ve que vayan a cambiar. A veces los títulos de libros nos ayudan a entender mejor lo que deseamos expresar y en esta ocasión citaré Relámpagos de agosto, de Jorge Ibergüengoitia, y Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro.
En estas semanas de julio los días han sido turbios: la captura en Estados Unidos del Mayo Zambada y el hijo del Chapo Guzmán exhibió la abulia y hasta la complicidad del gobierno mexicano para detener a los líderes del narco.
¿O cómo entender que los dos personajes hayan salido en una avioneta de la capital de Sonora, Hermosillo, gobernada por Alfonso Durazo, quien fue secretario de Seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador? ¿No sabía o se hizo el omiso? ¿Nada sabía Víctor Hugo Enríquez, secretario de Seguridad en Sonora, a pesar de su experiencia como Coordinador Nacional Antisecuestro (Conase) y en la División de Investigación de la Policía Federal?
La detención de los capos sinaloenses pareciera ser un pacto con el gobierno de Estados Unidos; de ser así, habrá que esperar las acciones que desde allá emprenderán en el contexto de las elecciones presidenciales. Ya lo dijo Donald Trump: “Los cárteles son quienes administran México, pueden quitar al presidente en dos minutos”.
Otra turbulencia que vive López Obrador y su familia en este fin de sexenio son las dos misivas que exhiben errores que marcarán de manera indeleble la historia de su gobierno y su trayectoria. Son, como dice Elena Garro, los recuerdos del porvenir.
La primera carta es la que desde Palacio Nacional escribió López Obrador para justificar la investigación sobre el caso de los estudiantes desaparecidos de la escuela rural de Ayotzinapa que hizo su gobierno sin reconocer la participación del Ejército.
Desde su campaña el presidente López Obrador se comprometió a ir al fondo del caso y no dejar que la impunidad y la injusticia que el gobierno de Enrique Peña Nieto hizo con la famosa “verdad histórica” deslindando también al Ejército. Pero hizo todo lo contrario.
En el texto, el mandatario se instala como víctima y asegura que defensores de derechos humanos, organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos y agencias del gobierno de Estados Unidos, así como opositores y periodistas lo atacaron con una campaña de desprestigio y buscaron debilitar al Ejército mexicano.
El legado de López Obrador será el de no haber cumplido su palabra, ocultar y solapar al Ejército y querer pasar como víctima de un complot en su contra.
La respuesta de los familiares de los estudiantes desaparecidos también pasará a la historia. “Usted Sr. Presidente, nos ha mentido, nos ha engañado y traicionado. Usted nos miró a la cara y empeñó su palabra en campaña donde nos prometió resolvería este crimen de lesa humanidad y así nos daría la tan anhelada verdad y justicia que cualquier ser humano tiene derecho a conocer; el paradero de sus seres queridos desaparecidos. Sencillamente no quiso cumplir”.
Y para cerrar le dijeron: “Nos gustaría recordarle Presidente, por si también lo ha olvidado, que la víctima no es usted sino somos nosotros los que perdimos a nuestros hijos a causa de un crimen de desaparición forzada, crímenes que por cierto se han incrementado como nunca en la historia de nuestro país, así como el alza de la delincuencia organizada”.
Días después vino otra carta, ahora de sus hijos Gonzalo y Andrés, con la misma estrategia de victimizarse y de limpiar su imagen y la del gobierno de su papá.
Frente a las amplias investigaciones periodísticas publicadas desde hace tiempo de que ambos utilizaron su parentesco para hacer negocios y ayudar a amigos a conseguir contratos, además de tener vínculos con personajes del narcotráfico, publicaron en el periódico La Jornada la misiva donde se deslindan asegurando que son víctimas de calumnias y acusaciones sin pruebas.
Sin embargo, en lo que será un recuerdo del porvenir, los hijos de López Obrador dejarán una huella ante la opinión pública de estar involucrados en presuntos actos de corrupción, tráfico de influencias y recibir dinero del narcotráfico.
En agosto se prevén relámpagos para el cierre de su sexenio, un sexenio violento que cierra con el mayor número de homicidios, desapariciones, desplazamientos, ejecuciones, linchamientos, asesinatos a periodistas y enfrentamientos de grupos del crimen organizado, que cada día ganan más control en regiones del país.
También de dificultades diplomáticas, económicas, financieras y de política migratoria ante Estados Unidos, con la amenaza del regreso de Donald Trump a la presidencia con una política agresiva de cierre de fronteras a los migrantes, aplicación de aranceles o impuestos a los productos elaborados en México en alianza con China y advertencias de meterse al país para combatir al crimen organizado con la ayuda de mercenarios.
Los relámpagos alumbran tormenta en agosto con el conflicto de la reforma del Poder Judicial que se espera votar en las cámaras de Diputados y Senadores bajo movilizaciones y protestas de jueces, magistrados, ministros y trabajadores que rechazan las imposiciones de López Obrador y sus legisladores.
Días turbios se prevén para el cierre de un sexenio en el que López Obrador anunció sería de bienestar de la cuarta transformación, pero que dejará pendientes fundamentales de justicia, transparencia y paz.
Por cierto… Otras dos huellas que dejará AMLO son el enorme fraude en Segalmex por 15 mil millones de pesos, que según López Obrador fue “por descuido” y “mala suerte”, y su intromisión en la elección presidencial a favor de Sheinbaum que, de acuerdo con el Tribunal Electoral, fue poquita. El camino de AMLO a su finca La Chingada también esta turbio por la presencia ominosa de los grupos del crimen organizado que se disputan de manera furiosa y sin clemencia Chiapas y pronto llegarán a Tabasco.
Con información de Proceso