Sara Bruna, la perversa
Álvaro Aragón Ayala
La instrumentalizada ex Fiscal Sara Bruna Quiñónez Estrada se fue a la calle en calidad de apestada y se llevó consigo muchos secretos. Sabe demasiado, incluso sobre temas que ponen en peligro su seguridad personal como la trama que se fragua para intentar culpar a varios “chivos expiatorios” del magnicidio de Héctor Melesio Cuén Ojeda para pretender desterrar la sospecha de que se trata de un crimen de Estado o asesinato político.
Junto con Sara Bruna que salió de la Fiscalía con un despido con disfraz de renuncia, es necesario también cesar al Vicefiscal General Dámaso Castro Saavedra, a Claudia Zulema Sánchez Kondo Vicefiscal Regional Zona Centro, a Cindy Isabel Fuentes Gutiérrez Directora General de Investigación Pericial y a los agentes integrados a la falsa carpeta de “investigación” del crimen. Destituirlos por delitos contra la procuración y administración de justicia.
A Sara Bruna ya se le había caído el invento del robo de vehículo usado para alejar lo más remotamente posible a la clase política de cualquier hipótesis criminal, pero ya cocinaba otra jugada perversa, con el apoyo de Dámaso Castro, maquinación que fue transferida a otra instancia, la Fiscalía General de la República: culpar a un grupo delictivo del magnicidio ¿A cuál? ¿Y por qué? Lo que no calculó es que nadie quiere cargar con la acusación del asesinato ni siguiera aquellos que operan al margen de la ley.
La renuncia obligada de la Fiscal es tan sólo un “sacrificio” de una de las piezas de las redes del poder instrumentalizadas que tenía el encargo desarrollar el plan para buscar “chivos expiatorios” apoyándose en la mecánica propagandística de la jefa de prensa estatal Adriana Margarita Ochoa del Toro, que incentiva financieramente a quienes criminalizan post mortem a Héctor Melesio Cuén y que tratan a toda costa de vincularlo periodísticamente a actividades ilícitas.
El plan continúa, pero en otra instancia, en la FGR, solamente que los involucrados en la trama no están preparados para contener la reacción de los poderes fácticos armados ¿A quién o a quienes quería culpar la Fiscal y que ahora les toca acusar a las instancias federales? Los ataques al honor, la intimidad e imagen, de la memoria defuncti de Cuén Ojeda, son ordenados por Adriana Ochoa del Toro y tienen como propósito de que la sociedad se trague el cuento de que lo mataron porque andaba en malos pasos.
La historia negra de Sara Bruna en la Fiscalía se escribe, pues, con sangre, simulación y muerte. Hay fragmentos demasiado escandalosos y dolorosos, que, con todo y su estrechez mental, intentó -con el apoyo del Vicefiscal General Dámaso Castro- desdibujar con hipótesis falsas y leyendas urbanas recreadas con el respaldo periodístico. En la naturaleza de miss Bruna se descubrió su inclinación a lo sádico, lo morboso y la crueldad cuando trató de crear el escenario para que se sospechara de todos menos de los sospechosos.
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