El plan criminal del Senador Enrique Inzunza

Álvaro Aragón Ayala

Reza el refrán que cuando el río suena agua lleva: enfurecido porque no le tocaron la puerta para lambisconearle ni pedirle apoyo para firmar contratos de publicidad con el gobierno estatal, el ex secretario general de Gobierno y actual Senador de la República electo, Enrique Inzunza Cázarez, juró vengarse de un grupo de periodistas que le dieron voz a la Jueza de Control Ana Karina Aragón Kutiño, quien lo tiene demandado penalmente.

¿Qué tipo de venganza? La peor, sí, quizá la peor: exterminarlos, asesinarlos. De ese tamaño es su ira contra los comunicadores que publicaron en sus medios o difundieron por radio que Ana Karina Aragón lo acusó en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Fiscalía General de la República, la Fiscalía Estatal y la Fiscal Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género en Sinaloa, por los delitos de acoso, hostigamiento, abuso sexual, pornografía, etc., y que, además, censuraron su participación en el pasado proceso electoral.

Por medio de una serie de intrigas, Enrique Inzunza pidió el apoyo y azuzó a un grupo armado, delictivo, para que armara la conspiración criminal contra varios periodistas que tuvieron la valentia de revelar que, contra él, en función de “flamante” secretario general de Gobierno y candidato al Senado por Morena, existen cuatro litigios penales no atendidos por ninguna instancia debido a que todos están coludidos en una red de complicidades de Poder e impunidad. Las demandas están vigentes.

¿Cuál es el mecanismo que se debería o que quizá se usará para callar a los periodistas que denunciaron las querellas contra Enrique Inzunza? Hay para escoger: la ejecución directa, el “levantón” y desaparición, el montaje de asalto en la calle, el atentado en un camión, en un restaurante, en un comercio o en una gasolinera, el atropellamiento, un choque automovilístico etc., una “circunstancia” que le de a Inzunza la oportunidad de contar con una coartada que lo deje libre de culpa.

Enrique Inzunza ya tiene un pie adentro del Senado y en septiembre participará en las primeras sesiones del Senado. Ya estuvo presente en un encuentro de legisladores de Morena con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, con la posó en una foto grupal, en la cual se colocó atrás, para no atraen hacia él los reflectores. Con la coartada de que no está en Sinaloa, Inzunza planea ahora sí consumar su venganza para callar a los periodistas y evitar que el caso de la Jueza Ana Karina Aragón Kutiño reaparezca en los medios de comunicación de Sinaloa.

Corren el riesgo entonces de ser asesinados Juan Manuel Partida Valdez, presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa; Wilfrido Ibarra Escobar, José Luis López Duarte, Álvaro Aragón Ayala (quien esto escribe), Felipe Manzanarez, Bernardino Chávez, Felipe Guerrero, Antonio Quevedo Susunaga y cuando menos otros cuatro periodistas más. También están en peligro la Senadora del PRI, Paloma Sánchez, y la diputada local electa de Sinaloa, Paola Garate, quienes lo calificaron de depravado y “viejo cochino”.

En los últimos días, antes de dejar la secretaría general de Gobierno, con el propósito de que lo protejan de las demandas y de nuevas acusaciones, Enrique Inzunza operó para que fuera designada titular de la Secretaría de las Mujeres en Sinaloa, Ana Chiquete Elizalde, quien fungía como su secretaria, y para que fuere impuesta Claudia Zulema Sánchez Kondo en la Fiscalía General de Justicia del Estado, dependencia convertida en una cloaca.

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