¡Clérigos y periodistas se juegan la vida en México!

Ricardo Alemán

Como seguramente saben, y a pesar de la violencia cotidiana, en México no se vive una guerra convencional, según la definición clásica del significado de “la guerra”.

Sin embargo, por el número de muertes violentas ocurridas en el sexenio pasado y en los primeros 25 días de la gestión de espuria Claudia Sheinbaum, México es considerado como uno de los países más violentos, menos seguros y más peligrosos del mundo.

Peor aún, nuestra nación es un peligro no sólo para vivir en más de la mitad de su territorio, sino para invertir, para instalar negocios o, simplemente para vacacionar y/o transitar por sus carreteras.

Pero lo más alarmante del tema es que, durante los últimos años, por todo el territorio nacional han sido asesinados a manos de grupos criminales, decenas de sacerdotes de distintas denominaciones religiosas.

Claro, además de por lo menos 81 periodistas, al extremo de que hoy México es el país más peligroso del mundo para ejercer el sacerdocio –en cualquier denominaciones–, y para hacer periodismo, sea escrito, hablado televisivo o digital.

Y aquí obliga la primera pregunta: ¿Por qué la estadística criminal resulta de escándalo en los casos de sacerdotes periodistas mexicanos?

Por una razón elemental; porque se trata de las profesiones que se especializan en intentar hablar con la verdad, en investigar a fondo lo que ocurre en la sociedad y, sobre todo, porque su tarea es esa; la de criticar a los malos gobiernos y hablar con los hechos, sea desde la óptica religiosa o sea desde la obligación periodística.

Y el escándalo alcanzó niveles impensables luego de la ejecución del sacerdote católicoMarcelo Pérez Pérez –ocurrida apenas hace una semana en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas–, cuyo asesinato elevó a 10 la lista de clérigos ejecutados en México, desde 2018, precisamente durante la llamada Cuarta Transformación.

Curiosamente, días antes de ser asesinado, el sacerdote Marcelo Pérez Pérez hablo ante los medios de la intolerable ola de violencia que se vive en Chiapas y que ha provocado éxodos vergonzosos e impensables.

Así lo dijo: “La violencia ya no se aguanta”, sentenció, en una de las últimas denuncias públicas que hizo ante la criminalidad que vive Chiapas. Luego eso lo mataron.

Pero también es de escándalo la violencia desatada contra templos y centros religiosos de todo el país, que han cerrado debido a los asaltos, saqueos y robos, sin que ninguno de los tres órdenes de gobierno sea capaz de frenar esa violencia.

Por ejemplo, de enero de 2002 a agosto del 2024, un total de 327 templos han sido atacados por grupos criminales y, por la misma causa, un total de 37 han cerrado de manera definitiva.

Además, en los últimos 20 años, en México han sido asesinados 155 representantes religiosos, de distintas denominaciones, y resulta de espanto que, sólo en el 2024, cinco sacerdotes han perdido la vida a manos de sicarios del crimen organizado.

En todo caso, lo más cuestionable es que a pesar de la masacre contra sacerdotes, especialmente católicos, no solo la jerarquía de esa denominación religiosa, los católicos, guardan silencio, sino que el jefe de la Iglesia más importante del mundo, el Papa Francisco, parece ajeno a lo que ocurre en México.

¿Por qué la aparente complicidad del Santo Padre frente a lo que está pasando en México? ¿Por qué el silencio del Papa Francisco, frente al asesinato de cientos de sacerdotes de su iglesia en México?

¿Cuándo veremos que la jerarquía católica mexicana o el Obispo de Romas condenen la violencia criminal que ocurre en México contra los sacerdotes católicos? ¿Cuándo veremos una condena eclesiástica contra las bandas criminales? ¿O será que existen vínculos católicos con las bandas criminales? ¿O será que en Roma aplauden el fin de la democracia mexicana, la cancelación de las libertades fundamentales y la persecución religiosa?

Sí, en México, tanto los sacerdotes de todas las denominaciones religiosas, como los periodistas, a diario se juegan la vida.

¿Qué tiene que pasar para que intervengan instituciones como la jerarquía católica, como el Papa, para que llame a la defensa de la libertad de pensamiento y religión en una tiranía como la que se impone en México?

Lo cierto es que parece que a nadie le importa la vida de los sacerdotes y/o de los periodistas, que se han convertido en el blanco preferido de los sicarios del crimen en una dictadura como la que se instauró en México.

¿Por qué el silencio del mundo frente a la masacre de periodistas sacerdotes?

Con información de La Silla Rota

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