México no tiene quien lo escuche

Juan Manuel Asai
Parto de una necesidad vital de México: que la opinión pública de Estados Unidos, los ciudadanos comunes y corrientes, conozcan, para que después comprendan y, en su caso, apoyen posiciones de nuestro país en temas cruciales de la agenda bilateral. Tráfico de armas, lavado de dinero, producción automotriz, drogas, son algunos de ellos.
Un camino para lograr que nuestros puntos de vista se conozcan allá es contratando espacios en los principales medios de comunicación, incluyó a medios digitales. Sostengo que no sería un gasto, sino una inversión. México tiene argumentos sólidos que requieren ser del conocimiento de la gente en Estados Unidos. Por ejemplo, todo lo relacionado con el tráfico de armas. Los americanos se asustan, con razón, por la violencia desaforada de los carteles mexicanos, pero no reparan en que ellos los pertrechan, les venden armas de última generación con inmenso poder letal. Ellos arman a los terroristas.
¿Cómo hacerles llegar esa información? La respuesta es contratando espacio en medios norteamericanos. Hablar de estos temas en las mañaneras del pueblo o en entrevistas con medios nacionales es como sostener una animada plática con el ombligo. El consumo nacional es necesario para la lucha política local, pero notoriamente insuficiente en el ámbito internacional.
La administración Trump pensó algo similar. Contrató espacios en la televisión comercial mexicana para promover su punto de vista ante el público mexicano de manera directa. El primer tema fue sobre migración y tuvo, ya lo vimos, alto impacto, al grado de que al otro día el tema se estaba ventilando en Palacio Nacional. La respuesta del gobierno fue anunciar que se enviará una iniciativa para prohibir la difusión de anuncios pagados por gobiernos extranjeros, lo que de un plumazo borró la posibilidad planteada arriba, o sea que el gobierno mexicano compre espacios en medios de Estados Unidos. ¿Quién sale perdiendo?
El gobierno se asustó. Quiere clausurar esa puerta. A pesar de las prohibiciones expresas hay una realidad que no se puede ocultar: la batalla por el control de la narrativa está vigente, es inclemente y México, para mejor su posición en la mesa de negociaciones, necesita que sus posiciones se conozcan del otro lado del Río Bravo. ¿Qué hacer?
Hay campañas de promoción turística que se difunden el extranjero para atraer visitantes. Funcionan, entre otras razones porque México tiene atractivos que no están a discusión. México tiene argumentos sólidos para decirles a los estadounidenses que sus circuitos financieros lavan el dinero de los narcos mexicanos que llevan fentanilo a la frontera. Las ganancias obtenidas por vender esa droga mortal salen rechinando de limpias.
¿Cómo hacer que ese mensaje y otros parecidos lleguen a los hogares norteamericanos mientras ven un partido de la NLF? No digo que recurramos al discurso de odio como si lo hace, muy a su estilo, Trump, pero si esa información no les llega a los estadounidenses será muy difícil avanzar en la comprensión de la problemática binacional. Imagino la posibilidad de hacer una mañanera exclusiva para medios internacionales, pero el riesgo es que los corresponsales hagan preguntas incómodas o que no pueden contestarse. Los políticos no quieren, en ninguna circunstancia, perder el control.
Había una ley, vigente hasta el 2014, que prohibía ese tipo de propaganda foránea. Esa ley, pero fue derogada y es en términos generales la ley que resucitará el gobierno del Segundo Piso para prohibir spots extranjeros y de paso esfumar la posibilidad de que México pueda usar los medios norteamericanos.
Con información de La Crónica