Elección judicial; decidir por la coherencia

David Ordaz

Hace unos días, un hecho curioso llamó mi atención. El diario Reforma, ese medio tildado por pasquín, conservador, con intereses creados, etc, etc, por Andrés Manuel López Obrador, publicó en su primera plana: ‘Teme la 4T desaire; fortalece el acarreo’, donde señala una serie de triquiñuelas fabricadas por Morena y ordenadas a los gobernadores para que sea alcanzar al menos el 20% de la votación en el Poder Judicial, esto ante el temor del abstencionismo.

Ocho páginas más adelante, en la sección de Opinión, pudimos leer el texto ‘Votar’, escrito por Vanessa Romero, abogada, analista política y columnista del diario, donde explica con gran lucidez, las razones del porque la sociedad debe salir a votar al próximo 1 de junio. La claridad con la que se explica, es proporcional a la crudeza de la realidad que dibuja: “votar no será placentero. Será incómodo, lento, imperfecto. Pero también será una declaración ética: el reconocimiento de que abstenerse no es un acto de rebeldía sino de lisa y llana complicidad”.

Me voy un poco más arriba de esas líneas. ‘¿Habrá movilización partidista? Por todos lados. ¿Será, en muchos casos, un juego desigual? Está plenamente documentado. ¿Se implementó con prisa innecesaria? Ni duda. ¿Es difícil saber por quien votar? Un enredo. ¿¡Nos faltarán los atajos mentales que dan las siglas partidistas? También.’

Y justo ese es el párrafo que describe el meollo del asunto. Leer en un diario unas ocho columnas donde se señalan esas triquiñuelas de los que “no son iguales” y de los mismos vicios de siempre, solo invitan a inhibir el voto, mientras que una de sus más destacadas columnistas nos dice que pese a todo, hay que salir para no ser cómplices. Eso también es democracia, es pluralidad, es libertad. 

Es una lástima que este ejercicio que se llevará a cabo el próximo 1 de junio haya empezado muerto. Lo que mal empieza, mal acaba. Es una lástima que el llamado a reformar al Poder Judicial (que es tan necesario) se haya viciado por la venganza y el capricho de un señor que se nubló por el poder y terminó perdiendo la razón. Es una lástima que la mujer que encabezó el máximo tribunal judicial, perdiera las formas, el protocolo histórico y se le deshiciera de las manos cualquier elemento de credibilidad. Insisto. Lo que mal empieza, mal acaba. 

El periodismo nos enseña a informarnos y estamos obligados a escuchar todas las versiones de una misma historia para tomar mejores decisiones. Hoy lo que nos queda es informarnos, leer, conocer, documentarnos y sobre ello tomar esas decisiones. Ya sea por salir a votar o no, sigue siendo nuestro derecho y libertad hacerlo.

Con esas herramientas será más fácil tomar determinaciones: no creo ni confío en Norma Piña, no creo ni confío en Andrés Manuel López Obrador, si creo y confío en el derecho al voto, si creo y confío en la democracia, si creo y confío en Vanessa Romero.

Hoy, sin embargo, creo y confío en el buen periodismo y la información para tomar mejores decisiones, y es por eso que no saldré a votar por un ejercicio que nació muerto. El capricho de un señor que vive del rencor y que hizo tanto daño al país, no vale ese voto. No es complicidad, es libertad y coherencia con nuestras creencias. Eso también es democracia.

Con información de Aristegui Noticias

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