Una reforma político electoral del pueblo
Lorenia Valles
Con todo y las reglas electorales del PRIAN, en 2018, contundentemente, ganamos la presidencia de la República con Andrés Manuel López Obrador y logramos la mayoría en las dos cámaras del Congreso de la Unión, varias gubernaturas y buena parte de la representación en los congresos locales y los ayuntamientos. Un hecho inédito para una organización política de reciente creación, pues recordemos que Morena obtuvo su registro oficial como partido el 9 de julio de 2014.
Con todo y que el PRIAN se negó a las modificaciones a las reglas electorales propuestas por el expresidente López Obrador, en 2024, contundentemente, volvimos a ganar la presidencia de la República con Claudia Sheinbaum Pardo y logramos la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y el Senado de la República, así como la mayoría de las gubernaturas, de los congresos locales y de los ayuntamientos.
En menos de diez años, con las reglas electorales del PRIAN y pacíficamente, estamos logrando un cambio de régimen político, más democrático y que reivindica el mandato popular. Esto no fue espontáneo ni por acuerdo cupular como sucedió en la elección presidencial de 2000, sino gracias a una organización territorial basada en el trabajo casa por casa, plaza por plaza, municipio por municipio; así como a la elección por voto popular de un proyecto de nación que está garantizando la transformación social de México.
Con excepción del periodo de Vicente Fox, quien estuvo atado de manos porque el PAN no contó con la mayoría en ninguna de las dos legislaturas de su gobierno, además que en 2004 presentó una iniciativa sin éxito porque no tuvo el consenso necesario ni en su propio partido; al menos desde la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, en cada sexenio se han realizado diferentes reformas político electorales, a partir de la correlación de las fuerzas políticas, así como las demandas de la oposición y de la ciudadanía.
Por ejemplo, la reforma de 1953 reconoció el derecho de las mujeres a votar; con la reforma de 1969, tras la lamentable matanza de estudiantes que demandaban libertad de expresión un año antes, se reconoció la ciudadanía de las y los jóvenes a partir de los 18 años de edad; la famosa reforma de 1977 promovió la representación de las minorías políticas y la creación de nuevos partidos; y las reformas realizadas durante el sexenio de Carlos Salinas, que dieron lugar a la autonomía de la autoridad electoral para legitimar su gobierno ante el fraude electoral de 1988.
Más recientes, en 2007, tras el fraude electoral que provocó la llegada ilegítima de Felipe Calderón al poder presidencial, se reguló la participación de los partidos políticos y de las candidaturas en los medios de comunicación limitándola a los tiempos establecidos por el Estado. Con Enrique Peña Nieto, en el marco del llamado “Pacto por México”, en 2014, se centralizó la autoridad electoral en un instituto nacional, además de crearse las candidaturas ciudadanas y el mecanismo de reelección en los cargos legislativos y de los ayuntamientos.
En la dinámica de prueba y error que ha caracterizado al diseño del sistema electoral, es importante reconocer avances importantes como el reconocimiento de los derechos político electorales de las mujeres, jóvenes y de otras minorías políticas. No obstante, varios cambios normativos se quedaron en el camino, o bien, viciaron la función electoral del pasado, como el abuso del financiamiento público a los partidos, la complejidad de los procesos de fiscalización, así como el engrosamiento de una burocracia electoral dorada y el desempeño de algunos funcionarios electorales que fungieron como un actor político más.
Durante su presidencia, Andrés Manuel López Obrador impulsó dos iniciativas en la materia, una de carácter constitucional y otra legal, las cuales tuvieron la resistencia de la oposición política y de la Corte. No obstante, se impulsaron varios cambios para el sistema democrático, como las reformas que establecen la paridad política, la tipificación de la violencia política por razones de género contra las mujeres, al igual que los mecanismos de democracia directa como la revocación de mandato y la consulta popular.
La necesidad de un sistema electoral que atienda las demandas democráticas de un pueblo más informado y su exigencia de que las elecciones cuesten menos, fue retomado en la iniciativa presentada por Andrés Manuel López Obrador el 5 de febrero de 2024, la cual se convirtió en parte de la plataforma electoral de la Dra. Claudia Sheinbaum y de quienes aspiramos a cargo de representación por Morena. Hechos que dieron paso a la reciente reforma para prohibir la reelección inmediata y el nepotismo electoral y, ahora, ponen a discusión la propuesta de una nueva reforma.
En agosto de este año, la presidenta Claudia Sheinbaum creó la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, un espacio que, coordinado por Pablo Gómez Álvarez, promoverá el diálogo y la reflexión con miras a crear un nuevo sistema electoral. Desde el mes de septiembre y hasta diciembre, dicha comisión está organizando foros de audiencia y debate en el país, a uno de los cuales yo me sumaré este miércoles 8 de octubre en la ciudad de Hermosillo; así como la participación a través del micrositio https://www.reformaelectoral.gob.mx/.
De este espacio abierto e incluyente de toda la ciudadanía, en enero de 2026, se presentará al Congreso de la Unión una iniciativa legislativa que resultará en un sistema electoral que verdaderamente represente los intereses del pueblo y haga de nuestra democracia una tarea más económica, transparente y eficaz.
¡Participen!
Posdata. Una vez más, el Zócalo de la Ciudad de México es testigo de que la Cuarta Transformación es el gobierno del pueblo. Este domingo, ante una explanada llena, la presidenta Claudia Sheinbaum rindió el informe de su primer año de administración, demostrando el cariño de la gente y la aprobación social a un gobierno que prioriza a los más pobres ¡Muchas felicidades, presidenta!
