Abrazos, no balazos
Demetrio Sodi
La frase de “abrazos, no balazos” fue sólo eso, una frase para hacer un contraste con la “declaración de guerra” del presidente Calderón, que desató la violencia y los homicidios dolosos que pasaron, de 8,000 anuales al principio de su sexenio a más de 27,000 al final, cifra que continuó creciendo durante el gobierno de Peña Nieto hasta llegar a más de 36,000, que es con lo que lo tomó el actual gobierno.
Contrario a lo que se dice López Obrador, su gobierno no ha sido de “abrazos, no balazos”, nunca el país había estado más militarizado y nunca se había usado a las fuerzas armadas con tanta decisión para combatir a la delincuencia organizada como ahora. La frase de “abrazos y no balazos”, ha sido solo una forma de no declarar nuevamente a la guerra a la delincuencia, pero en la realidad nunca antes el Ejército y la Armada habían tenido tanta presencia en todo el territorio nacional.
En seguridad como en los demás temas, no hay punto de encuentro entre lo que dice el gobierno y lo que dicen los críticos, para estos últimos este será el sexenio más violento de la historia con más de 200,000 homicidios dolosos, en gran parte debido a la herencia que se recibió de sexenios anteriores y mientras, para el gobierno, la estrategia y la presencia de la Guardia Nacional han logrado reducir el número de homicidios dolosos en 20 por ciento.
En los sexenios de Calderón y Peña se trató de crear una Guardia Nacional, López Obrador lo logró en un corto plazo apoyándose en los soldados y marinos y actualmente cuenta con más de 130,000 elementos que, junto a los elementos del Ejército y la Armada, llegan a más de 300,000 que tienen totalmente militarizado el país. Es cierto que ha habido cierto avance en reducir los secuestros y robos, pero los resultados en homicidios dolosos son malos y mantienen al país como uno de los más violentos del mundo.
Contra lo que dicen los críticos, la principal prioridad del gobierno de López Obrador ha sido reducir la delincuencia, se ha invertido tiempo y dinero como nunca antes, pero los resultados son malos, porque la Guardia Nacional y los soldados y marinos no van a poder sustituir nunca a las policías municipales y estatales. López Obrador en su afán centralizador, asignó la responsabilidad de la seguridad pública a las Fuerzas Armadas y se olvidó de apoyar a las policías municipales que son las únicas que, con el apoyo de las estatales, pueden vigilar y garantizar la seguridad en las comunidades, pueblos y ciudades.
Faltan 10 meses de gobierno y está claro que López Obrador fracasó en garantizar la seguridad a la población, deja un país violento y un problema con la militarización de la seguridad pública y otras actividades civiles que no va a ser fácil revertir en el corto plazo. La gran mayoría de los elementos de la Guardia Nacional son militares y no están de acuerdo en dejar de serlo. Desmilitarizar la Guardia Nacional no podrá hacerse de un día a otro, tiene que hacerse en forma paulatina si no queremos entrar en un conflicto con el Ejército y la Armada o dejar desprotegida a la gente.
El principal problema del país sigue siendo la violencia y la inseguridad y para reducirlas hoy por hoy se requiere de la presencia de las Fuerzas Armadas y de una estrategia para fortalecer las policías estales y municipales.