Universidades, elecciones y democracia
Álvaro Aragón Ayala
Cuando se aborda la agenda universidad-voto del alumnado- elecciones, se le concede “elasticidad” al concepto democracia. “Demos” tiene varios significados: en la Antigua Grecia era el cuerpo gobernante de ciudadanos libres en las ciudades-estado, como Atenas. La palabra “demos” es la raíz de la palabra “democracia”, que significa “poder del pueblo”.
Investigadores, intelectuales, politólogos y filósofos, consideran que la comunidad universitaria no es un “demos” toda vez que
los intereses de los diversos grupos que componen a los universitarios no pueden traducirse en derechos electorales.
En el análisis del voto universal para elegir a autoridades universitarias, sobresale una característica importante: La temporalidad. Lo ideal sería que un alumno o una alumna permaneza los cuatro años que dura licenciatura, tiempo que también permanece en el puesto un director o una directora.
Esto significa que, en algunas escuelas y facultades, una cuarta parte de las y los estudiantes votará durante su primer año desconociendo la problemática de sus planteles. Es decir, no serían votos que respondieran a la percepción de una problemática y a una propuesta razonada de posibles soluciones.
En este sentido serían votos que no están sustentados en el derecho político de participar en las soluciones a los problemas percibidos. Peor aún, otra cuarta parte de las y los estudiantes votaría en su último año cuando ya conocen su facultad o escuela, pero su elección ya no los afectará a ellos, pues terminan sus estudios.
Estos votos tampoco estarían sustentados por el derecho a participar en la conformación de su propia realidad ya que afectaría la realidad de otros, pero no la propia pues dejan la licenciatura.
Así, por lo menos la mitad de los votos del estudiantado de la licenciatura no serían plenamente legítimos en tanto que se emiten sin conocimiento de la problemática o cuando el resultado no impacta la vida estudiantil del votante.
Otra vertiente a analizar es el de la fosilización estudiantil: un alto porcentaje de alumnos y las alumnas no terminan la licenciatura en los cuatro años ideales, y la mayoría toma más tiempo. Habrá, pues, estudiantes que voten dos o hasta tres veces y otros que sólo votarían una a destiempo. En las preparatorias la situación es peor porque el tiempo de permanencia en la preparatoria es menor que los periodos de los directores y, por lo tanto, habría estudiantes que no voten nunca.
Más grave es la deserción escolar que se da principalmente en los primeros tres semestres y que es mayor a un 30 por ciento. Esto significa que un tercio del estudiantado que inicie sus estudios en año de votación no sólo votaría desconociendo en gran medida la problemática local (pues su ingreso sería reciente) sino que dejaría la Universidad al poco tiempo. Con ello, el director electo perdería legitimidad pues representará mayoritariamente a individuos que ya habrán dejado la Universidad.
En las elecciones universitarias con voto universal, se pondera el sufragio de los alumnos por encima del de la planta académica y el del personal administrativo y directores. En todas las preparatorias, escuelas y facultad, el número de alumnos rebasa, de manera exponencial, a la cantidad de docentes y sus autoridades.
Por tanto, en los procesos electivos hay una tendencia al “manipuleo” o el “acarreo” estudiantil ya sea por parte de los profesores o de grupos externos o dirigentes de partidos políticos interesados en controlar los centros de enseñanza.
Hablar, pues, de democracia universitaria, es nadar sobre mares tempestuosos ya que algunos términos de uso frecuente en la ciencia política y la teoría democrática no tienen conexión clara con el ámbito universitario.
El voto universal no establece ninguna diferencia entre los diversos miembros de los sectores institucionales: tiene el mismo peso el voto de un estudiante recién ingresado a la educación media superior, que todavía no puede votar en elecciones constitucionales porque no cumple el requisito de los 18 años de edad, que el de un profesor o investigador reconocido por su trayectoria; el de un alumno que transita temporalmente por la universidad que el de un profesor o un empleado que estará toda la vida en la institución.