Educación: la sombra del pasado

Gilberto Guevara Niebla

Una buena noticia es que la presidenta de la república, Claudia Sheinbaum, decidió reestablecer las estancias infantiles que atendían a centenares de miles de niños con madres de familia que trabajaban.

Faltan muchas definiciones por hacerse en política educativa. El panorama es incompleto, pero las señales que ha enviado el gobierno de Claudia Sheinbaum, aunque limitadas, nos permiten ensayar un juicio de conjunto.

Se dará una reforma orgánica con la creación de una nueva secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación que contribuirá también en educación superior en coordinación con la SEP. Se ha prometido, además un cambio curricular en educación media superior.

Cambios y continuidades. Todo sugiere que va haber continuidad en muchos otros aspectos: se repite la política de utilizar el gasto educativo con fines instrumentales; repartir mucho dinero en forma de becas y hacer asignaciones directas con otros fines educativos.

La presidenta de la república decidió, por ejemplo, asignar becas en áreas del sistema educativo que no habían sido atendidas, como en inicial, preescolar, primaria y secundaria, para el efecto se creará la Beca Universal de Educación Básica Rita Cetina Gutiérrez. Asimismo, se mantiene la beca universal de educación media superior y se ampliará las becas correspondientes para alumnos de educación superior.

Lamentablemente se mantendrá el criterio de que no haya diagnósticos previos, ni evaluaciones estandarizadas periódicas que puedan fungir como medios de rendición de cuentas de la acción educativa del Estado. Se suprimió CONAEDU, para no dejar ninguna duda al respecto.

También se observa que las reglas de operación laxas se van a mantener. Se asigna mucho dinero, pero sin controles estrictos que garanticen que las becas van a repercutir sobre el progreso de los aprendizajes o sobre la continuidad de los estudios.

El programa “La escuela es Nuestra” no se remodela, no obstante que hay evidencias de malos manejos de recursos. Por el contrario, se expande a educación media superior. El programa de Universidades del Bienestar Benito Juárez, aunque también tiene evidencias numerosas de fracasos y problemas de organización académica, también se conserva.

Mientras estuvo al frente de la Ciudad de México la presidenta de la república creó la Universidad Rosario Castellanos que pasó sin pena ni gloria hasta que anunció que se crearía un “sistema nacional” de universidades Rosario Castellanos. Sobra decir que no existe ninguna evidencia que demuestre las virtudes de esa universidad.

En conclusión, se conserva el criterio erróneo de despreciar los datos, las evaluaciones y las evidencias para sustentar la política educativa. La Secretaría de Educación Pública sigue bajo control del pequeño cacique Marx Arriaga quien continúa jineteando su descabellado proyecto de Nueva Escuela Mexicana.

Pero la inversión del dinero describe también la realidad y revela cuales de las intenciones se harán realidad; queremos, pero no siempre podemos. Se aspira a ofrecer a toda la población una educación integral de excelencia, en el nivel y modalidad que lo requieran, los ciudadanos, pero el sistema educativo no siempre tiene capacidad para satisfacer ese objetivo.

La educación es cara: en 2025 pretendemos gastar la impresionante cifra de 1.03 billones de pesos en el sector, que es una cantidad asombrosa y, no obstante, insuficiente. Ese presupuesto es inferior en términos reales al de 2024 (0.6%) y, aunque aumenta el dinero para educación básica (1.7%), disminuye la inversión en educación superior en 7.5%.

Esa distribución de los recursos, refleja una continuidad en los esquemas de distribución impuestos en el sexenio anterior. Se mantiene una conducta de desconfianza hacia la educación superior que, según el criterio del anterior mandatario, “está al servicio del neoliberalismo” y “se encarga de formar a las élites dominantes”. En cambio, la educación básica es relativamente beneficiada con un ligero aumento anual.

En mi opinión, el apoyo financiero a la educación básica es un acierto, después de todo se trata de los servicios educativos que benefician a la gran mayoría del pueblo mexicano y que se encargan de establecer los fundamentos intelectuales y éticos del desarrollo de los ciudadanos.

Lo que es difícil comprender es la continuidad inter sexenal, en la política educativa. Nos parece incomprensible o inexplicable, que el presupuesto repita la lógica política y clientelar de desviar la mayor parte de los recursos educativos hacia los programas de becas, desatendiendo aspectos académicos esenciales como la formación inicial (escuelas normales) y continua de maestros, la ampliación de la jornada de trabajo, la provisión de equipos de cómputo, etc.

Un error estratégico que no se reconoce o, simplemente, sus autores no logran ver.

Con información de La Crónica

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