Cuando Bartlett se encargaba del Padrón Electoral
Julián Andrade
El Padrón Electoral ha estado en riesgo desde el momento en que el presidente López Obrador envió su iniciativa de Reforma Electoral.
Desde ahí se contempla que el INE ya no se haga cargo de la integración de esa herramienta indispensable de la democracia. En un primer momento no tenían claridad de cuáles serían las instancias de ocuparse de semejante tarea, para ahora ya lo tienen: el Consejo Nacional de Población, es decir, la Secretaría de Gobernación.
Es como volver tres décadas para atrás, al tiempo en que personajes como Manuel Bartlett tenían el control electoral en sus manos y ya sabemos lo que ocurrió.
Por ello, de prosperar un cambio a la legislación, vendrá un desastre y de magnitudes severas. Algunas de orden práctico y otras tantas de carácter político.
Si nos atenemos a cómo se hacen las cosas en la 4T, es probable que el Padrón Electoral deje de actualizarse de modo cotidiano, no habrá módulos suficientes de inscripción y comenzarán a escasear los materiales para elaborar las credenciales.
Hasta el momento no conocemos de diagnóstico alguno que señale que trasladar la responsabilidad de una terea técnica a una dependencia de carácter político sea una buena idea. Ni en ahorro y mucho menos en confianza se avanzará.
Lo que sí sabemos, en cambio, es que el Padrón Electoral y la Lista Nominal son sumamente confiables. Desde 1994 se realiza una Verificación Muestral Anual que tiene el propósito de detectar y corregir deficiencias. La cobertura es del 98.3 por ciento. En 1996 era del 88.7 por ciento.
El Padrón Electoral es una responsabilidad del INE (antes IFE) por una petición expresa de la oposición en los años noventa. Se requería de confiabilidad y para lograrla se tuvo que trabajar con intensidad.
En 1990 se creó un Comité Técnico y además se requirió de la participación de dos empresas internacionales para supervisar la calidad y seguridad en la integración y depuración de los reportes de empadronados. Nielsen se encargó del trabajo de campo para estimar la proporción de viviendas y ciudadanos omitidos del Padrón y MacKinsey de la elaboración del catálogo de la elección, entrega de credenciales con fotografía y de la Lista Nominal.
Una de las quejas más insistentes del Frente Democrático Nacional que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, fue justamente respecto a la mala calidad de procedimientos para inscribir a los votantes.
El problema era que la Secretaría de Gobernación hacía, básicamente, lo que le venía en gana, y por ello muchos ciudadanos, que eran percibidos como opositores del PRI, eran borrados de las listas y otros incluidos varias veces, se ponían toda clase de obstáculos para inscribirse, se registraba a menores de edad y se duplicaban listados de casillas, entre otros problemas.
La oposición documentó peculiaridades y francos fraudes respecto al Padrón Electoral. En casas de funcionarios públicos de relieve, se llegó a encontrar una inscripción inusitada de personas.
Ocurrían hechos insólitos, como candidatos que eran rasurados de la lista nominal y que se enteraban en el momento de querer emitir su sufragio.
Pero lo grave es que no existía supervisión adecuada, y era uno de los instrumentos más visibles de hacer fraude. Sí, de impedir votos de unos y propiciar los de otros.
De ahí que se requiriera de un esfuerzo en el que participaron autoridades electorales, partidos políticos y expertos, para corregir esa situación.
En términos de operación electoral, el Padrón dejó de ser un problema, para convertirse en un escudo y además, un elemento de confiabilidad y legitimidad.
Es, a grandes rasgos, una de las bases del sistema electoral mexicano, que demás cuenta con reconocimiento internacional.
Sea por cálculo, o por ignorancia, pero los pasos que se pretenden dar, si se consuman, terminarán por comprometer la calidad de la elección presidencial del 2024. En todo caso, es una grave irresponsabilidad, porque a estas alturas ya deberían tener claras las opiniones de los expertos y organizaciones internacionales al respecto.
La democracia se cuida entre todos los involucrados. Desde siempre hay grupos a los que esto no les importa, pero lo grave es que por primera vez estén en el poder y ello mueve el tablero de modo dramático.
Por eso, entre otras cosas, es que la supervivencia del INE es clave para el futuro del país. De ese tamaño e importancia es lo que está ocurriendo y, por supuesto, trasciende cualquier fobia o filia del momento.