Fracaso transexenal de la 4ª-T en la Corte; 2024, corcholatas nuevas
Carlos Ramírez
La imposibilidad de imponer la presidencia de la ministra Yasmín Esquivel Mossa en la Suprema Corte de Justicia de la Nación debe tener una lectura integral: la derrota del proyecto transexenal de renovación sistémica de la llamada Cuarta Transformación y con ello la relectura de la imposibilidad de extender un sexenio lopezobradorista más allá de 2024.
La agenda de las reformas sistémicas necesitaba la incondicionalidad del poder judicial, toda vez que se esperan conflictos de procedimiento ante el poder judicial. En este sentido, al proyecto presidencial necesitaba de una figura de representación de su proyecto en la Corte.
La ministra Yasmín Esquivel Mossa había sido impuesta en 2019 por el presidente López Obrador, por encima del hecho de que era la esposa de su principal constructor de infraestructura, y no por conflictos contractuales, sino por el hecho de que la ministra representaría los intereses directos de Palacio Nacional.
De manera paulatina, el proyecto de reforma sistémica de la estructura del poder ha ido acumulando derrotas: en el 2018 no pudo conseguir la mayoría absoluta en el Senado, a pesar del 53% de los votos presidenciales; en el 2021 Morena perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; y a lo largo de los últimos años, la mayoría lopezobradorista fue perdiendo el control de los organismos autónomos, sobre todo por el activismo de la oposición para bloquear decisiones.
El punto más importante de la lucha por el control del sistema político ocurrió en el periodo legislativo de finales del año pasado, cuando la iniciativa presidencial para una reorganización del sistema electoral fue derrotada en dos ocasiones: primero, como propuesta integral de una profunda reforma político-electoral, y luego por la falta de mayoría legislativa para reformas legales a leyes secundarias que iba a permitir la reestructuración del sistema electoral del INE.
En una decisión de autoridad quiso reformar leyes secundarias, pero con decisiones que afectaban el proceso de consolidación de mayorías legislativas, las reformas del Plan Electoral B encontraron la presentación de controversias ante el poder judicial, por lo que el relevo en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se convirtió en una prioridad de gobierno y de Estado.
En ese contexto, la propuesta lopezobradorista de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, esposa del principal constructor de López Obrador en la jefatura de Gobierno y en la presidencia, se constituyó en una prioridad institucional: la ministra Esquivel garantizaría el control de la Corte ante las controversias de la oposición.
De ahí que se deba dar una lectura estratégica a la revelación de errores en la titulación de la ministra Esquivel como licenciada en derecho con una tesis plagiada de manera evidente nunca pudo ocultar sus percepciones políticas: el académico Guillermo Sheridan dio a conocer el plagio de la tesis de la ministra Esquivel en el sitio opositor LatinUS de Carlos Loret de Mola y sus accionistas vinculados a Roberto Maderazo Pintado –enemigo declarado tabasqueño de López Obrador— y no en su espacio semanal en El Universal; el efecto político de la revelación fue mayor en LatinUS que en el diario.
Sin el control del poder legislativo por minoría simple apretada, sin el control de la Corte donde litigarán las oposiciones las reformas lopezobradoristas y sin el control total de los organismos autónomos con capacidad para bloquear o liberar los caminos de reformas del a 4ª-T, las posibilidades de presidente López Obrador de garantizar un espacio mínimo para garantizar la continuidad transexenal a la Cuarta Trasformación estaría debilitando las posibilidades de consolidación del proyecto de reformas del lopezobradoristas más allá de los límites de su sexenio.
El tema central del escenario electoral de 2024 estará determinado por las impugnaciones en la Suprema Corte, comenzando con las controversias que requerían de una ministra-presidente subordinada al proyecto presidencial; y aunque la ministra Piña quisiera atender las necesidades del gobierno federal, requeriría de votaciones que están lejos de garantizar de antemano la votación sistémica.
De ahí la precepción de que la derrota de López Obrador en el nombramiento de la presidenta de la Corte haya sido un indicio más de la imposibilidad de garantizar la prevalencia de la 4ª-T más allá del sexenio actual.
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