El voto indeciso de Mario Zamora
Álvaro Aragón Ayala
El priista Mario Zamora Gastélum, beneficiario del poder transexenal que tuvo José Antonio Meade Kuribreña, otrora titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y ex candidato presidencial del PRI, a quien le debe su encumbramiento en el Senado de la República, está metido en un brete histórico-legislativo: votar a favor o en contra de una iniciativa de reforma del modelo de seguridad pública nacional.
Mario Zamora se ubica en el centro de la opinión pública estatal y de los estudiosos sobre el fenómeno de la violencia, la criminalidad y el empoderamiento del narcotráfico en el país. El escenario está muy claro: por un lado, el Estado proyecta fortalecer su aparato de seguridad a partir del enfoque militar, con un mando civil, y, por otro, el activismo político partidista que esgrime una lucha abstracta contra la seguridad que acota los márgenes de movilidad de las autoridades en beneficio de los grupos delictivos.
José Antonio Meade convirtió a Mario Zamora primero en director general de la Financiera Nacional de Desarrollo Rural y luego en Senador de la República. La candidatura al gobierno de Sinaloa por la alianza PRI-PAN-PRD le cayó “circunstancialmente” dado que los precandidatos del entonces gobernador Quirino Ordaz Coppel no crecieron y cayeron de la gracia del CEN del PRI.
Así, en el 2021 Mario Zamora fue postulado candidato a gobernador con el apoyo, también, de Marko Cortéz, dirigente nacional del PAN, el respaldo de Jesús Zambrano Grijalva, líder del PRD, y de un bloque de Senadores del PRI que ejercieron presión para que el presidente del CEN no tuviera problemas para “soltar” la candidatura a favor del Senador mochitense.
En la jugada del “destape” e imposición de Mario Zamora como candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, la cual aplastó las aspiraciones de Jesús Valdez Palazuelos, Juan Alfonso Mejía López, Aarón Irízar y los miembros del cártel “Puro Sinaloa”-, sobresalió el respaldo de Claudio X. González, dirigente de la organización “Si por México”, opositor al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Marko Cortéz, Jesús Zambrano, Miguel Ángel Osorio Chong y los Senadores del PRI que el legislador hidalguense coordina en la Cámara Alta se han manifestado en contra de un nuevo modelo de seguridad pública bajo la tesis de una supuesta “militarización” del país, aunque han abierto la coyuntura de la negociación recordando el compromiso-promesa de la instalación de un mando civil en las tareas de seguridad pública. El voto de Mario Zamora es todavía incierto.
El coordinador del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira, destacó la necesidad de que participen los tres órdenes de gobierno para combatir a la inseguridad. “Estamos en una emergencia nacional” y puso como ejemplo a los estados de Zacatecas y Guanajuato, en el primero se registran 109 homicidios por cada 100 mil habitantes y en el segundo 70. Son de los lugares más peligrosos del mundo.
“Hay indudablemente grupos criminales que, si no nos auxiliamos de las Fuerzas Armadas, difícilmente podemos lograr la paz, difícilmente podemos controlarlos, y si no hay una coordinación para llevar a esos delincuentes a los penales de alta seguridad, pues no se logra la tranquilidad”, señaló.
El fundador del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, pidió el voto del Senador de la República, Mario Zamora Gastélum, en apoyo a la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador para que se otorgue una prórroga constitucional que permita a los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional permanecer en las calles hasta el 2018.
“Es importante que el ejército mexicano permanezca en las calles. Es necesario liberar los espacios de movilidad de la estructura de seguridad atendiendo los sentimientos de inseguridad de la sociedad mexicana. Los legisladores tienen la responsabilidad de fortalecer la articulación de la política de seguridad”, puntualizó.
Cuén Ojeda precisó que la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA y la ampliación del plazo para que el ejército continúe en las calles bajo un mando civil, como lo es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, no significa militarizar el país.
Después de su derrota electoral en Sinaloa -en un proceso en el que una franja del PRI y del PAN lo abandonaron y tras el llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador al ex gobernador del PRI, Quirino Ordaz Coppel a colaborar en su gabinete como Embajador de México en España-, Mario Zamora ha intentado construir el camino de su reelección en el Senado de la República, activándose políticamente.
Sin embargo, en el 2024 ya no decidirá las candidaturas al Senado de la República José Antonio Meade Kuribreña y es muy probable que, a como pinta el escenario, tampoco sea Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI, quien designe las futuras candidaturas priistas, dado que está en un proceso de desgaste por su inclinación al proyecto de un nuevo modelo de seguridad pública. “Alito” Moreno es satanizado por los ortodoxos Senadores de la República que han aprovechado la coyuntura para intentar quitarle la dirigencia del Revolucionario Institucional.
Pese a que antes comía en la misma mesa con Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu, Mario Zamora se distanció de ellos al aceptar de Alejandro Moreno Cárdenas la secretaria adjunta de la presidencia del CEN del PRI saliéndose del “ala radical” del priismo para darle un nuevo enfoque a la praxis política fundamentando el debate sin llegar a llegar obviamente a inventar el hilo negro o el agua tibia.
La iniciativa de reforma de la Guardia Nacional y su incorporación a la SEDENA emanada del Poder Ejecutivo federal y la prolongación de la presencia militar en las calles hasta el 2018, propuesta por el propio PRI, tienen como propósito construir una estrategia institucional para combatir la criminalidad y la violencia, el tráfico de drogas y armas, con el sostén de un marco jurídico integral para dejar de operar reactivamente o con ocurrencias o parches entretejidos de diferentes partidos, o tipos de telas o colores.