Cubrebocas, ¿bye?

Francisco Ortiz Pinchetti

De nuevo prevalecen los tiempos –y los intereses—políticos sobre las razones científicas y aún el sentido común. Apresuradamente otra vez, el gobierno mexicano busca poner punto final a la pandemia del Covid-19 y para ello decreta el fin del uso del cubrebocas, cuya obligatoriedad… ¡nunca fue obligatoria!

Con la carga en su espalda de más de 500 mil muertos documentados oficialmente (cuyo número real podría llegar a los 800 mil, según estimaciones diversas), la autoridad sanitaria opta de nuevo por simular, mentir y contradecirse para tratar de demostrar que la calamidad ha terminado.

Lo hace justo cuando la OMS recomienda mantener las medidas de prevención como el uso del cubrebocas para aprovechar la oportunidad que nos ofrece el descenso de los contagios en el mundo y cuando científicos como el infectólogo Francisco Moreno Sánchez, Premio Nacional de Salud 2020, recomiendan mantener esas medidas cuando menos hasta que pase el próximo invierno.

Y cuando todavía se registran arriba de seis mil casos semanales y quedan millones de mexicanos sin vacunar, especialmente niños menores de nueve años, a pesar de las cifras alegres sobre la aplicación del antígeno.

Al 16 de septiembre pasado, apenas el 61.37 por ciento de la población del país está completamente vacunada (79 millones 947 mil 470 personas) O sea, cuatro de cada 10 personas no está protegida o tiene una protección incompleta. (Fuente: Expansión/marcodatos.com).

La disminución de casos comprobados registrados es un hecho, tanto en México como en el mundo. Sin embargo, países europeos como España y Francia viven un rebrote que según organizaciones científicas puede convertirse en una nueva ola de la pandemia, la sexta, sobre todo con el arribo de los climas invernales que favorecen la proliferación del coronavirus, además con nuevas variantes.

El gobierno de México, sin embargo, actualizó los lineamientos sanitarios para el manejo de la pandemia y publicó un documento con nuevas recomendaciones para la “continuidad saludable de las actividades económicas” en el que, entre otros, recomienda eliminar el uso del tapabocas o mascarilla en lugares cerrados.

El documento es una actualización de los lineamientos de las medidas de protección ante el covid-19 que fue publicado por primera vez en mayo de 2020; pero ahora, debido a que “el conocimiento ante covid-19 ha cambiado y muchas otras cuestiones han evolucionado”, pone el comunicado, como la vacunación, medicamentos autorizados para combatir el covid-19 y se conoce más sobre su transmisión, el gobierno de México actualizó su guía para continuar con las actividades económicas de manera responsable.

A su vez, la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) notificó esta semana a las líneas aéreas que el uso de cubrebocas durante los vuelos en México será “de carácter opcional”. La AFAC determinó que el eliminar el uso del cubrebocas en las salas de espera se debe a que son espacios amplios y suficientemente ventilados, mientras que en los aviones se cuenta con un sistema de filtración de alta eficiencia que elimina el 99.9 por ciento de macropartículas, bacterias y virus.

Y el patético Hugo López-Gatell reaparece para decir que el que el gobierno federal no tiene que declarar que el cubrebocas deje de ser obligatorio “porque nunca lo fue” (sic). Muy a su estilo, prepotente y contradictorio, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, responsable directo del manejo de la pandemia (y de sus muertos), agregó que el cubrebocas “es útil mayormente para evitar que los virus respiratorios, no sólo SARS-CoV-2, sino otros, salgan de la vía respiratoria, de boca, nariz, garganta, de una persona que esté infectada hacia las demás personas, pero es de mínima utilidad, o de utilidad limitada, para evitar que lleguen esas gotículas de virus a la persona que no está infectada” (sic).

Otra vez.

Ya el 27 de abril de 2020, el propio López-Gatell sostuvo que la mascarilla “tiene una pobre utilidad o una nula utilidad”. El 29 del mismo mes insistió en que “usar cubrebocas para prevenir COVID-19 no sustituye la medida más importante que es ‘quédate en casa’”. Y el 25 de mayo aceptó que “en el tránsito a la nueva normalidad, el cubrebocas será una medida auxiliar para evitar la propagación”.

Lo más grave de la actuación del llamado Zar Anti Covid no son sus errores científicos o desconocimientos acerca de la pandemia, sino el que desde el inicio de la contingencia adecuó los criterios científicos a los intereses y posiciones políticas de su jefe, el Presidente de la República. Esa es su gran culpa. En el caso del cubrebocas en particular, hizo malabares para justificar la decisión de Andrés Manuel de no usar la mascarilla ni atender las recomendaciones como la sana distancia, en sus afanes populistas de demostrar cercanía con el pueblo.

Un informe encargado por la OMS difundido por The Washington Post concluyó en junio de 2021 que ya para esa fecha 190 mil muertes pudieron haberse evitado en México si la pandemia se hubiera manejado con los estándares promedio internacionales, con la realización de pruebas y promoción del uso de cubrebocas.

López-Gatell solapó criminalmente los desplantes presidenciales y adecuó a semejantes aberraciones toda la estrategia de combate al Covid-19, a costa de miles de vidas que pudieron salvarse y acató sin chistar los tiempos electorales para satisfacer las estrategias políticas del tabasqueño. Llegó al extremo de decir aquello, célebre sin duda, de que “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio…”

Hoy vuelve a las andadas, tan campante. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

LOS CÁRTELES DE CLAUDIA. Mientras la jefa de Gobierno de CDMX se aferra en usar el presunto ´Cartel Inmobiliario” –sin probar nada fehaciente hasta ahora–, para golpear a la oposición, resulta que la ciudad que gobierna es catalogada por el Ejército como “un destino tranquilo y cómodo para reuniones, descanso y coexistencia de grupos criminales” como los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Unión Tepito. Según un reporte de la Secretaría de la Defensa Nacional, fechado en agosto de 2022 y filtrado tras el hackeo del grupo Guacamaya, 14 cárteles criminales tienen presencia estable y operan tranquilamente en la capital.

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