Cuba vota innovador Código de las Familias
Pablo Moctezuma Barragán
El domingo 25 de septiembre se efectuó en Cuba el plebiscito para aprobar o desechar el Código de las Familias: una norma jurídica para regular las principales disposiciones jurídicas de esta materia. Triunfó el sí. En el Palacio de la Revolución, el 26 de septiembre, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y el presidente de la República firmaron y refrendaron, respectivamente, el nuevo Código de las Familias. Hoy todos los familiares y en especial las personas más vulnerables son representadas y protegidas por esta nueva ley.
Hace mucho, la familia dejó de ser la tradicional de papá, mamá e hijo. Hoy la sociedad es más diversa y ha cambiado la conformación de las familias. Existen núcleos familiares que no necesariamente son consanguíneos. En los últimos años, la sociedad se ha vuelto más heterogénea, han cambiado las familias, hay nuevos tipos y nuevas formas de relaciones. Hacía falta una nueva ley para regir las relaciones familiares acorde con la vida moderna y las relaciones actuales.
La nueva propuesta del texto sustantivo familiar tiene como antecedentes la Ley 1289 del 14 de febrero de 1975, Código de Familia, modificado en varios de sus preceptos, esencialmente por la Ley 51, del 15 de julio de 1985, del Registro del Estado Civil y el Decreto-Ley 76 del 20 de enero de 1984.
Se trató de introducir este punto en la recientemente aprobada Constitución de 2019, pero dado lo delicado y la complejidad del tema se prefirió procesarlo con tiempo para debatir, convencer, reflexionar y definir el tema por medio de una votación popular. Algunos sectores religiosos criticaron las innovaciones y lo que llamaron “ideología de género” y dado la herencia patriarcal y tradicionalista fue necesaria una amplia movilización popular para poder incorporar un punto de avanzada.
La Conferencia Episcopal de Cuba, en un comunicado en su página web, criticó especialmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción por parte de éstas y la gestación subrogada, que consideran contrarios a los valores y la fe católica. Sin embargo, en el mismo comunicado expresan su apoyo a otros puntos de la propuesta relacionados con la violencia doméstica y la protección de los derechos de ancianos y menores, misma actitud tomaron las Iglesias evangélicas.
Entre otras acciones para que la gente impulsara el proceso, el nuevo Código de las Familias se sometió a una consulta popular entre febrero y abril de este año en la que participaron 6.5 millones de cubanos, antes de ser aprobado en julio por la Asamblea Nacional y luego al plebiscito.
Según la nueva ley, los miembros de las familias están obligados al cumplimiento de los deberes familiares y sociales sobre la base del amor, el afecto, la consideración, la solidaridad, la fraternidad, la coparticipación, la cooperación, la protección, la responsabilidad y el respeto mutuo y se crean mecanismos para que la sociedad entera apoye a las familias, pues no son núcleos aislados. Tiene un tratamiento intencionado contra la discriminación y la violencia en el espacio familiar. Por ejemplo, abre vías para penalizar a los agresores domésticos en aspectos como la custodia de sus niños, reparto de bienes o herencia; protege la comunicación entre los menores y sus abuelos en caso de divorcio, e incorpora legalmente a madrastras y padrastros como tutores. También permite que los padres puedan elegir el orden de los apellidos de sus hijos, todo lo que contribuye a democratizar aún más las relaciones intergenéricas, intergeneracionales en la Isla. Transforma un sistema de potestad a uno de responsabilidad en la relación madres y padres para con sus hijos.
En la Asamblea Nacional de Cuba se aprobó el 22 de julio pasado el Código de las Familias; el paquete legislativo que fue sometido a referéndum este 25 de septiembre se había publicado antes, el 17 de agosto, en la Gaceta Oficial de la República de Cuba Ordinaria 87, para darla a conocer semanas antes de la votación para su aprobación o no.
Se logró una muy amplia participación popular. Según cifras oficiales, votaron 6 millones 251 mil 786 cubanos, es decir el 74.01 por ciento del padrón. Del total de 5 millones 891 mil 705 votos válidos, 3 millones 936 mil 790 (66.87 por ciento) fueron por el “sí” y 1 millón 950 mil 90 (33.13 por ciento) por el “no”. Finalmente, Cuba dijo “sí” al Código de las Familias.
Más de 23 mil colegios se habilitaron en todo el país para las votaciones. Entre ellos, 224 con carácter especial, en lugares como hospitales, para quienes cuidaban a sus enfermos, médicos y enfermeras, en hogares maternos, hoteles, para los cubanos que vacacionan, en terminales y aeropuertos. Todo aquel elector que se encontraba lejos del colegio de su residencia tuvo la posibilidad de ejercer el voto en cualquier otro cercano.
Tiene derecho al voto la juventud a partir de los 16 años y niñas y niños pioneros participaron activamente en las casillas electorales comenzando temprano su formación cívica y patriótica. Las personas con impedimento para acudir a las urnas y que deseaban votar pudieron solicitar a la Mesa previamente, que uno de los integrantes acompañado por una niña o niño pionero le llevara la boleta en sobre cerrado para ser marcada por el votante y depositado en la urna, incluso desde sus viviendas, las personas enfermas o con alguna discapacidad física pudieron participar de esta jornada histórica. También se pudo solicitar auxilio y apoyo para trasladarse a la casilla, así se vieron a las y los pioneros acompañando y apoyando a viejos o a personas con discapacidades físicas deseosas de ejercer su derecho.
En los 168 municipios de todo el país, los cubanos pudieron acudir a emitir su voto a partir de las 7:00 a las 18:00 horas y como situación extraordinaria en las zonas que sufrieron de la tormenta tropical por la cercanía del huracán Ian, se extendió una hora más el cierre de urnas hasta las 19:00 para dar mayores posibilidades de votar a quienes enfrentaron dificultades por las lluvias torrenciales.
Este inédito referendo sobre un nuevo Código de las Familias, buscó también que las nuevas disposiciones fueran producto de una profunda reflexión y discusión de toda la gente y no sólo una ley aprobada por “decreto”, dado que tiene que ver con temas muy complejos donde hay diversidad de criterios, con relaciones profundas y cotidianas al interior de las familias y a la superación de una vieja cultura heredada del pasado, ya que los sectores más conservadores de la isla, han expresado su oposición a este nuevo viraje en el concepto tradicional de la familia. Para llegar a la redacción de la ley hubo este amplio proceso de discusión popular que sirvió como retroalimentación para las modificaciones hechas al código, que contó con 25 versiones antes de llegar a las urnas.
El código reconoce el amor entre las personas, el respeto en el seno íntimo, el cuidado de niños y ancianos y la garantía de sus derechos. La iniciativa define el matrimonio como la unión voluntaria de dos personas y no entre un hombre y una mujer, como establece la norma vigente de 1975 o sea que permite el matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, reconociendo legalmente la legitimidad del amor, las uniones y las vidas de miles de personas homosexuales, reconociendo el derecho de todas las personas a fundar una familia y contraer matrimonio, lo que es un motivo de celebración.
También prevé legalizar la gestación solidaria, que permitirá a una mujer tener un hijo para otra persona sin fines de lucro. La ley establece protecciones para los padres sustitutos y los derechos de las mujeres. Se trata de una nueva norma de más de 400 artículos que toca por primera vez el tema de los derechos de manera muy profunda y moderna.
Se reconoce el papel de las cuidadoras y los cuidadores en la familia, se les nombra, se les reconoce y se les apoya económicamente. Incluye la ampliación de los derechos de los abuelos, entre los cuales está la posibilidad de entregarles la responsabilidad parental de sus nietos, algo considerado vital en Cuba donde suelen convivir en un mismo hogar hasta cuatro generaciones. También se toca el tema de las herencias, dando derechos y tomando en cuenta a las personas que han cuidado al anciano y desconociendo a aquellos que viven alejados del núcleo familiar, no se ocupan de apoyar a sus familiares consanguíneos, pero luego son los primeros que exigen heredar las propiedades de quien dejó esta vida. Garantiza derechos de personas con alguna discapacidad para que su situación no sea una limitante para su desarrollo humano.
Desde luego que la disidencia patrocinada por Washington pretendió, sin éxito, denunciar la “falta de libertades”, el “gobierno dictatorial”, el voto por el “no” como reprobación al gobierno de la República y para crear la confusión y división, entre otras cosas llenaron las redes sociales de mensajes de odio, violencia y desprecio. Pero fracasaron.
De cara a la votación, el gobierno, aunque promovió el “sí”, e impulsó su aprobación producto de la discusión colectiva, apeló a todas y todos a respetar las diferencias de criterio, a actuar con libertad y expresar la preferencia por el “sí” o por el “no” según el pensamiento de cada persona y también subrayando que el voto es un derecho voluntario, por lo que se llamó a respetar a quienes decidieron abstenerse. El voto por el “sí” fue contundente y muy baja la tasa de abstención.
Esto es así porque el Código permite el desarrollo más armónico entre las personas, tanto en el ámbito familiar como en el social. Fomentando el respeto mutuo, la lealtad, la solidaridad, la asistencia recíproca, así como el afecto entre sus miembros para que la familia no deje de ser una entidad moral, de naturaleza plural, que posee un único objetivo: hacer felices a aquellos que la componen.
En medio de grandes dificultades el pueblo y las familias cubanas avanzan: enfrentando el bloqueo por parte de Estados Unidos que tanto afecta a todas las familias con las dificultades económicas que provoca, sorteando amenazas climáticas como el huracán Ian, afrontando las campañas para dividir y someter a fuerzas del exterior a la sociedad cubana, a la falta de respeto a su libertad por parte de un Imperio que todo lo quiere controlar por la fuerza y que no acepta que cada país sea soberano y tome sus propias decisiones. Este proceso de discusión y toma de decisión con la más amplia participación popular es un gran ejemplo de lo que es la democracia moderna, que en verdad respeta la voluntad de la gente. Así Cuba muestra cómo defender tanto la Soberanía Nacional como la Soberanía Popular y cómo lo nuevo vence a lo viejo y caduco pese a los obstáculos.