Importante médico católico critica nombramiento de abortistas en Academia para la Vida
David Ramos
Un importante médico católico expresó una dura crítica al continuo nombramiento de “académicos abortistas, defensores de la eutanasia en algún grado o detractores de la Humanae vitae” como miembros de la Pontifica Academia para la Vida, y lamentó que “alguien convenció al Santo Padre de ello”.
En un artículo titulado “Academia para la Vida: ¡No me puedo callar más!”, publicado este 19 de octubre, el médico español José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC), advierte que estos nombramientos son “justo lo contrario de lo que deseaba Juan Pablo II”, que fundó la Pontificia Academia para la Vida en 1994.
Además, advirtió, los nombramientos van en contra “de lo que es razonable para el bien de la Iglesia peregrinante en esta tierra”.
“Y se dejaron de lado a valiosos científicos defensores de la Vida”, lamentó.
Aunque el Dr. Simón Castellví no menciona nombres en su artículo, los más recientes nombramientos del Papa Francisco para la Pontificia Academia para la Vida se realizaron el sábado 15 de octubre de este año, e incluyeron a la economista atea y pro aborto Mariana Mazzucato, así como a Mons. Philippe Bordeyne, un teólogo crítico de la encíclica Humanae Vitae de San Pablo VI, que recoge y explica la posición de la Iglesia Católica sobre el uso de anticonceptivos.
El Dr. Simón Castellví recordó en su artículo que se acerca la fiesta de San Juan Pablo II, el 22 de octubre, “en muchos sentidos llamado también el Papa de la Vida y de la Familia”.
“Él creó la Pontificia Academia para la Vida con el fin de estudiar en profundidad maneras de defender la vida humana y su transmisión desde la concepción hasta la muerte natural”, explicó el médico católico.
El Presidente Emérito de la FIAMC recordó que esta institución “colaboró muchas veces con la Academia y organizamos congresos en común de un altísimo nivel científico. También publicamos en revistas científicas de impacto”.
“Eran tiempos en los que, dejando aparte legítimas discusiones académicas u organizativas, tanto sus presidentes como todos sus miembros defendían la vida humana como Dios les daba a entender”, recordó.
Además, destacó que en la Pontificia Academia para la Vida “hubo presidentes que sabían lo que era el ADN, la buena obstetricia y la comunicación de los aspectos seguros de la Doctrina y de las leyes de la naturaleza”.
“El Prof. Jérôme Lejeune, descubridor de la causa de la trisomía 21 y defensor de la vida de los no nacidos y de la dignidad de los nacidos con el síndrome (N.d.R.: de Down), fue el primer presidente”.
El Papa Francisco nombró a Mons. Vincenzo Paglia como presidente de la Pontificia Academia para la Vida el 15 de agosto de 2016.
El Dr. Simón Castellví indicó en su artículo que “la presidencia de una academia pontificia es un cargo muy apto para un laico o para una mujer. ¿O es que no tenemos en la Iglesia a una mujer de trato agradable, casada, con 7 hijos, de sólida formación en Medicina, que hable idiomas y que pueda ir a Roma frecuentemente? ¿Tan mal estamos?”.
“No creo que sea bueno para nadie que las mujeres tengan cargos intermedios o se las nombre ‘diaconisas’”, dijo.
“Sí, es cierto que el hecho de que un clérigo competente sea nombrado presidente no es ningún pecado ni se le acerca. Pero es una posible oportunidad desaprovechada para que un laico o laica desarrolle una labor muy necesaria y de cierta visibilidad”, añadió.
El importante médico católico advirtió que “el aborto provocado es una ofensa a Dios, a las madres, a los hijos y a la Medicina. Es la anti-Medicina. Nunca puede ser aceptado ni promovido”.
El Dr. Simón Castellví destacó en ese sentido la importancia de la revocación del supuesto “derecho” al aborto legal en Estados Unidos, con la derogación del fallo Roe vs. Wade en la Corte Suprema, en junio de este año.
“Es una puerta abierta a la protección de la Vida en un país occidental muy importante desde diversos puntos de vista y creo que nos ayudará con el tiempo a revertir la lacra del aborto, le pese al lobby que le pese”, dijo.
“No lo es todo ni está todo ganado, pero deberíamos estar aún celebrándolo”, precisó.
El médico católico dijo luego que comprende “que hay que intentar dialogar con aquellos que son favorables a destruir la vida intrauterina y atraerlos a la causa de la Cultura de la Vida”.
“Pero no se les puede ofrecer púlpitos para que difundan sus planteamientos. Ya tienen demasiados en el mundo civil y con una mayoría abrumadora”, expresó.
El Dr. Simón Castellví recordó que San Pablo VI “pedía a los médicos y personal sanitario que nos hiciéramos con toda la ciencia necesaria para, respecto a la transmisión de la vida, dar a los esposos que nos consultan sabios consejos y directrices sanas que de nosotros esperan con todo derecho”.
“Así, en lugar de perder el tiempo y la salud con los anticonceptivos o con discusiones que no sirven, deberíamos ayudar a las madres con problemas y a los esposos que necesitan espaciar un nacimiento por razones graves”, indicó, apuntando a las recientes polémicas causadas por un libro de la Pontificia Academia para la Vida que apuntaría a cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre los anticonceptivos.
La ayuda a los matrimonios, explicó el médico católico, se puede dar “utilizando los recursos que ya nos ofrece la naturaleza: los períodos infértiles de la mujer, que hoy se pueden reconocer de manera sencilla, por ejemplo con el método de la ovulación de los Billings”.
Además, señaló, “el final de la Vida debería estar siempre acompañado por la familia, un ministro religioso y unos buenos cuidados paliativos”.
“No es lo mismo morirse que que te maten. Nos moriremos por enfermedad o vejez, quizá por guerra, pero no deberíamos morir nunca por un acto médico deliberado”, precisó.
Al finalizar su artículo, el Dr. Simón Castellví añadió “una antigua oración en favor del Santo Padre y de sus colaboradores, uno de los cuales es el presidente de la Academia para la Vida. Los cristianos tenemos que hablar pero también hay que orar: ‘el Señor lo proteja, lo bendiga y lo guarde, lo haga feliz en la Tierra y no lo entregue a la saña de sus enemigos’”.