El perverso y mentiroso de Feliciano
Richard Lizárraga Peiro
El diputado de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, Feliciano Castro Meléndrez, desencadenó una serie de atropellos contra trabajadores del Congreso Local que lo dibuja tal cual, revelándose como un legislador ruin e hipócrita que se cubre con la botarga de demócrata y una falsa aureola de filósofo de la política que no le alcanza para ocultar sus miserias.
El 14 de octubre, día en que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se reunió con los diputados del Congreso para abordar la minuta de reforma constitucional en materia de Guardia Nacional y Seguridad Pública, trabajadores del recinto legislativo denunciaron por medio de mantas los maltratos de que son objeto y que son auspiciados por Feliciano Castro.
Los empleados colocaron leyendas en el paso peatonal, a la altura del Congreso Local, y en el “puente negro”, en las que manifestaban el trato deshumanizado que están recibiendo, mantas que fueron quitadas “en código” por órdenes de Feliciano, que de paso giró indicaciones para “controlar” a la prensa para que la protesta de los trabajadores no fuera tomada en cuenta.
En una de las mantas los trabajadores escribieron: “Hasta que la justicia se sienta entre nosotros los trabajadores del Congreso inconformes, con el falso profeta humanista, mentiroso de Feliciano Castro, a quien le interesa más proteger al maltratador del Director Administrativo por tener contactos arriba”.
La denuncia iba dirigida directamente contra Feliciano Castro y un grupo de choque que comanda el diputado al interior del Congreso,
Refugio Álvarez Montaño, compañero de las pachangas carnales y en penumbras del presidente de la JuCoPo, que, aunque con todo y su vocecita afeminada y “filosófica”, no quiere dejar a ninguna para comadre en el recinto legislativo.
En otra de las mantas se leía el nombre del secretario General del Congreso del Estado, José Antonio Ríos Rojo, de quien, de acuerdo a las revelaciones del periodista Francisco Rocha García, de El Sol de Sinaloa, “hay un historial negativo que se conserva en mensajes y videos que envió a diferentes destinatarios, principalmente mujeres”.
El comunicador denunció que Feliciano Castro, Refugio Álvarez y José Antonio Ríos, “conforman la cadena de mando que los unifica en un trío perverso, que aplastó a dos damas que se quejaron ante Feliciano Castro Meléndrez y que las redujo a chismosas. Luego como venganza empezaron los despidos y siguieron las amenazas que convulsionan el interior de la Cámara”.
En el Congreso Local, elementos de Seguridad Interna emprendieron una lucha contra los abusos de poder y realizan acciones que comenzaron ya a trascender ante la opinión pública, exigiendo trato humano y las rescisiones laborales, amenazando con tomar no sólo el edificio del Poder Legislativo, sino salir a la calle para exhibir los atropellos de Feliciano y su camarilla.
El presidente de la JuCoPo oculta el infierno laboral con un discurso distractor, cuyo contenido es suficiente como para defecarse de la risa: “La mayor riqueza cultural que tenemos en Sinaloa y que hoy puebla las ciudades de nuestro estado, es la cultura de la bondad, y todos los que estamos en la política debemos poner en el centro justamente esta herencia, que no es otra cosa más que el soporte de una nueva dimensión de la política: el humanismo solidario”, dice.
La perorata del diputado de Morena no logra ocultar su perfil de abusivo, todopoderoso y omnipresente, del político que lo puede todo; no alcanza para encubrir los atropellos contra trabajadores del Congreso Local que lo retratan como un personaje con doble rostro, hipócrita, mentiroso, que se cubre con la botarga de demócrata y de “filósofo” de la política.