¿Humanismo mexicano?
Pedro Peñaloza
No hay perdón para los actos de odio. El puñal que se clava en nombre de la libertad, se clava en el pecho de la libertad.
José Martí
En el marco del cuarto informe del ciudadano López Obrador, después de concluir su marcha del ego, con claros abusos de los recursos del Estado, dio a conocer la definición, seguramente utilizando un amplio basamento teórico y conceptual, de su movimiento llamándole “humanismo mexicano”.
Esta etiqueta refleja la endeble y volátil visión que tiene el inquilino de Palacio Nacional para explicar la práctica política, económica y social de un gobierno que no cumplió con sus promesas electorales y que hoy tiene a México con los peores indicadores en todos los rubros. Hablar de “humanismo” en un contexto que está marcado por la “deshumanización” es una evidente contradicción.
En efecto, el bloque gobernante que encabeza el tabasqueño es un fiel seguidor de los mandamientos del catecismo neoliberal y con ello impulsor de la desigualdad social y la concentración del ingreso. Usar la palabra “ humanismo” es un distractor para evitar ir a la esencia de las políticas públicas que defiende AMLO. Además, pretende darle carácter de “mexicano” a una política económica que está en las coordenadas internacionales del capitalismo financiero.
Ya muchas veces en la historia se ha usado la palabra “humanismo”. En su momento Villoro, Mondolfo o Fromm explicaron ampliamente cómo el marxismo tenía raíces humanistas. ¿Qué tienen de “humanismo” el conjunto de acciones gubernamentales militaristas que no pueden detener la ola de violencias que azotan al país?, ¿qué tiene de “humanismo” otorgar contratos multimillonarios a los más ricos del país?, ¿qué tiene de “humanismo” mantener un sistema de salud ineficaz y paupérrimo, ¿qué tiene de “humanista” entregar a las fuerzas castrenses la seguridad pública y amplias parcelas del Estado?, ¿qué tiene de “humanista” castigar el presupuesto de las universidades públicas y en contraste dar voluminosos recursos a obras faraónicas?, ¿qué tiene de “humanismo” otorgar aspirinas sociales para fines electorales?, ¿qué tiene de “humanismo”, destinar migajas presupuestales a los diversos temas vinculados a las mujeres, niñas y niños?
En fin, es evidente que este intento por darle un carácter teórico a la improvisación únicamente sintetiza un gobierno incapaz e inepto para enfrentar los desafíos de un país marcado por las violencias, la desigualdad social y la grosera riqueza de una minoría rapaz. La 4T resultó ser una mixtura de cardenismo, juarismo, maderismo y un echeverrismo tardío, todo pigmentado con gotas de cristianismo y conservadurismo. Véase sus bandazos prácticos y teóricos. En realidad, el “humanismo mexicano” es un buen epitafio del desastre. Sin duda alguna.