Nadie es profeta en su tierra
Jorge Eduardo Aragón Campos
Creo que de entre todos los sucesos de este jueves del agujero negro, la gran novedad fueron los condenables actos de pillaje, cometidos por lo peor de este pueblo donde los malos son muy poquitos y los meramente buenos somos los más muchos, o lo que es lo mismo y parafraseando el viejo chiste de las doñas que solían darse piola entre ellas ¡Nombre comadre! En este pueblo no hay más que dos mujeres decentes, una es usted y la otra usted dirá.
Ante los numerosos videos donde hasta familias completas se dedicaban a ejercitar la uña, los comentarios del público fueron construyendo una narrativa con señalamientos del tipo ¿Ese es el ejemplo que le dan los padres a sus hijos? ¿De dónde salió esta gente? Qué vergüenza, estos no merecen ser considerados culichis, para finalmente, frente a subsiguientes videos donde civiles fuertemente armados tenían sometidos y en el suelo a varios de los vándalos, rematar con jubilosas expresiones de aprobación y votos para que, por lo menos, les pegaran una buena tableada.
El título de esta columna, es una voz popular que en apariencia no requiere mayores explicaciones, pero la verdad es que sí las necesita; de hecho, lo primero que se debe hacer frente a esa expresión es preguntarnos ¿Por qué ocurre así? Como todo en la vida, es un asunto que obedece a la casuística y por ende existen mil formas de abordarlo, pero en la India tienen otra expresión muy similar y para esta ocasión cae como anillo al dedo: En la ciudad donde nació Buda, todos lo adoraron menos una mujer. Esa fémina no era otra que su madre, y nos da una pista para las razones que pudieran provocar el que yo no pueda ser profeta en mi tierra: porque es ahí donde sí saben bien quien soy. No los puedo engañar, pues, de la misma manera que Buda nunca pudo jugarle el dedo en la boca a su santa madre: qué va a ser Dios este pendejo, si yo le limpiaba los pañales cada que se cagaba. Regresemos a lo de ¿Ese es el ejemplo que le dan los padres a sus hijos? ¿De dónde salió esta gente? Qué vergüenza, estos no merecen ser considerados culichis. El ejemplo no viene de padres a hijos, sino de los valores que en verdad poseemos como las prácticas sociales que son, y en esto sin lugar a dudas participan ustedes que me están leyendo, yo y las empresas afectadas, como las de la firma LEY, que no nada más poseen los supermercados que fueron atacados, sino también el club de beisbol Tomateros y que contó en su momento con la complicidad de las autoridades locales y estatales, para despojar a esta ciudad capital de un bien público: el estadio Ángel Flores. Ese fue pillaje, no chingaderas. Pero ahí está todo mundo en el estadio ostentándose como orgulloso guinda. Está también FEMSA, firma propietaria de los OXXO y que aplica como agua de uso cualquier cantidad de malas prácticas comerciales, también con la complicidad de la autoridad correspondiente, como por ejemplo el que sea en verdad una rareza el artículo que se exhibe con el precio correcto. Pero si un cliente protesta por ese hecho, o por la segunda caja que nunca se abre, los comentarios de pinche mamón los hacemos quienes estamos atrás de él en la cola. Menciono nada más estos dos casos y de manera escueta, para no hacer largo el asunto y porque creo bastan para ilustrar el punto adonde quiero llegar: no pretendo justificar el pillaje diciendo que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, estoy señalando las demostraciones con que nos evidenciamos como una sociedad cuya corrupción es un rasgo tan antiguo y profundo, que ya no nos es posible darnos cuenta. Padecemos de una larga lista de conductas autodestructivas que nos han puesto en un callejón sin salida y sin capacidad de maniobra: el simple hecho de hacer lo correcto lo hemos convertido en un acto impensable ya no digamos como conducta regular, sino excepcional. Estamos jodidos y agujereados de en medio.