AMLO: el asalto final
Jaime Guerrero Vázquez
AMLO está desmontando el terreno para su candidata, Claudia Sheinbaum. Esto quiere decir que a plena vista está interviniendo ilegalmente en el proceso electoral para tratar de aplastar a las oposiciones y derribar o anular a los organismos autónomos que puedan poner en peligro a su elegida.
¿Cuál es la ética, si la hay, de estas acciones presidenciales a todas luces tramposas? Creo que es una combinación de dos ideas: por un lado, la vieja tesis leninista de que, una vez conseguido el poder gracias a los mecanismos de la democracia burguesa, había que echar mano de todos los recursos para mantenerse en él; por otro, del espíritu del priismo clásico que recurría al saco de rucos y trampas cada vez que lo necesitaba. La justificación de ambas formas es la misma: somos el pueblo y en nombre del pueblo se vale todo.
Creo que hay suficientes bases para suponer que el presidente López quiere dejar planchada, por decirlo de alguna manera, la elección y el triunfo de la exjefa de Gobierno. Supongo que en el fondo no confía en las propias fuerzas de su elegida ni en los alcances reales de su partido, MORENA. Hablando en el lenguaje beisbolístico que tanto le gusta, el mandatario está tratando de cubrir sus bases, que no son pocas: seguridad, economía, educación, medio ambiente, salud, obras inconclusas o inútiles, suficiencia presupuestal para los apoyos sociales, entre las principales.
La oposición como bloque no le preocupa, pero sí la figura de Xóchitl. Esta senadora hidalguense tiene el potencial de convertirse en una bomba para los proyectos del habitante del Palacio. Es cierto que ahora luce sola, sin un apoyo palpable de los partidos y organizaciones que dicen respaldarla, pero creo que ella sabe esto y ha demostrado la suficiente habilidad para remontar este obstáculo llegado el momento.
Dentro del mar de cosas que tiene que resolver López Obrador hay algunas más importantes que otras. Tal vez la que más le ocupa es la terminación de las obras que considera prioritarias: Dos Bocas (aka Refinería Olmeca), Tren Maya y Tren Interoceánico. No sólo deben terminarse, sino demostrar su utilidad en los términos que se han propuesto. El AIFA está terminado, pero su utilidad es mínima. En las viejas refinerías de PEMEX se ha invertido mucho dinero y los resultados son dudosos. Los expertos señalan que es más caro producir un barril de gasolina de ellas de lo que se obtendría por la venta de un barril de petróleo. Dos Bocas es otro caso grave: de ocho mil millones de dólares que costaba originalmente, el gasto se ha disparado probablemente a más de 20 mil MD y no ha producido un solo litro de combustibles.
En el caso de la producción petrolera todo ha ido para atrás. La realidad se ha impuesto a la voluntad de López Obrador. Al principio del sexenio se habló de una producción tope de tres millones de barriles de petróleo por día (BPD), luego se bajó a dos millones y en su última comparecencia en el Congreso el director de PEMEX, Octavio Romero, tuvo que señalar que no se llegará a esa cifra, a pesar de toda la inversión en los campos petroleros.
Todos estos fracasos tienen que disimularse porque pueden ser objeto de crítica durante la campaña electoral del año entrante. Igual está el caso del sistema de salud que, por desgracia, no logrará ni la cobertura universal, ni la vacunación infantil o resolver la falta de medicamento, tratamientos, equipo médico y cirugías. No habrá Dinamarca, sino salto hacia atrás.
Para tratar de resolver esto o al menos disfrazarlo, el presidente ha cambiado su política presupuestaria solicitando un techo de endeudamiento interno sin precedente de casi dos billones de pesos y un déficit presupuestario de 4.9 por ciento del Producto Interno Bruto. Este dinero servirá para tratar de terminar sus obras de relumbrón y pagar la base social clientelar que necesita para ganar. En seguridad no hay nada que hacer; el presidente no supo cómo enfrentar el problema y no quiso pensar en otra estrategia.
A pesar de todo, AMLO está ganando la pelea mediática e impone su interpretación de la situación del país. En la realidad hay cosas muy graves, como la seguridad y el desastre del sistema de salud, pero hay otras que parecen marchar mejor, tal vez la más importante es el crecimiento económico. Mientras, la oposición prefiere denunciar al cocinero particular del presidente López, como si eso les importara a muchas personas, en lugar de comenzar a difundir las propuestas que enderezarán los problemas del país.
Sheinbaum es una candidata gris y esto se demuestra en su tardío y distante pésame a los guerrerenses por el paso del huracán Otis, pero López Obrador confía en que su propio peso político y el de su partido logren sacarla adelante. La cadena se rompe por lo más débil.