Claudia; sin bastón y sin mando


Rafael Cardona

Mala suerte en los recintos deportivos. Ni los estadios ni las arenas la favorecen.

Primero, Clara y los suyos (¿recuerdan el desplegado de los adversarios?), le dejan vacío un estadio de fútbol. Abierto sabotaje.

Después Clara y los suyos llenan de bote en bote una arena de box y lucha libre y le aplican la del Huracán Ramírez y con despiadada “huracarrana” le roban el escenario y le tumban a su candidato, quien (¡ay! el valor de las encuestas), gana por 16 puntos, pero pierde en el conteo de la testosterona.

Lo desplazan por una oportuna “paridad (dispar) de género”, donde el número nueve es par. Pitágoras contra las acciones afirmativas.

Y Claudia ve caer la primera decisión de su vida. Mal comienza la semana a quien lo ahorcan en lunes. Como el “Checo” Pérez, se estrelló en la primera curva en el gran premio de la CDMX.

Y sin embargo, se mueve.

Hace dos meses esto escribí. Se veía venir:

“…Intempestivamente, como si fuera una primera potestad de mando, aun antes de recibir el bastón simbólico de manos del amo y señor de todos ellos, horas antes de la publicación de las encuestas, Claudia Sheinbaum envía por delante de los aspirantes por la ciudad de México a Omar García Harfuch, integrante de su equipo, y con mucho el mejor funcionario de su gobierno.

“Y lo hace de manera también simbólica en un sistema acostumbrado a la semiótica política: una entrevista en “La jornada”, diario cuya filiación ni siquiera requiere ser descrita. Es una obviedad.

“Dijo en esas páginas el policía de la capital:

“–No somos políticos, esa es la realidad. Nunca hemos tenido un puesto político. No hacemos un trabajo político a diario (nótese el mayestático plural, la herencia de López Obrador).

“…Mi tarea ha sido muy clara (ni la mientes). Yo llegué aquí con una tarea y una instrucción de la doctora Claudia Sheinbaum muy clara (otra vez): bajar los índices delictivos, mejorar la policía; en pocas palabras: mejorar la Ciudad de México donde y desde donde nos toca. Evitamos repetir errores…

–“…Yo tengo mi formación muy clara, no sólo la formación que me han dado las instituciones de seguridad desde que me incorporé cuando era muy joven, sino desde mi casa. Ahí me enseñaron que tenemos tareas que cumplir. ¿Cuáles? Las que determinen que tenemos que cumplir. Ahorita el encargo es el de jefe de la policía, en eso estamos concentrados…”

Disciplina a toda prueba. Valor civil, entereza, todo eso es muy encomiable y ejemplar. Pero de la candidatura al segundo puesto político del país, ni hablamos.

Y por el juego de lo políticamente correcto, usado como recurso para evitar la fractura, la señora Clara Juanito, se alza con el santo y la limosna, mientras la propia Claudia –cosas veredes– le allana el camino gracias a la Mata Hari de la Doctores, doña Ernestina, quien lanza la aplanadora del espionaje contra Santiago Taboada, acusado de mil y un delitos cuyo efecto corrosivo no requiere demostración.

Y también dije aquí cuando el desplegado de los (800) notables y la respuesta intramuros de AMLO, conductor y jefe de todo el proceso y todos los actores:

“…Fue un bombazo contundente aunque podamos llamarlo, la oda a la “Utopía”, cuyos efectos son complejos: si el presidente López Obrador, decide quitarle su relativo apoyo al candidato de Claudia, y le ordena retirarlo, la enviará a la campaña lastimada, exhibida como distraída y falta de compromiso partidario e ideológico (si hubiera alguna ideología por respetar) y en su primera decisión importante en la antesala de la elección presidencial, resultará baldada con una cojera de ganso lastimado, cuyo renguera no hallará solución ni siquiera con el bastón de mando de los pueblos originarios. Ni para apoyarse sirve”.

Y así fue. Herida en el Palacio y ridiculizada en la Arena México.

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