PEMEX: un pozo sin fondo
Leopoldo Mendívil
Según su reporte del último martes, PEMEX obtuvo 110 mil millones de ganancias consolidadas para 2023. Podríamos echar las campanas al vuelo, incluidas las de Catedral, si no fuera porque también recibió una inyección de 166 mil millones de parte del gobierno.
Según como hacemos las cuentas en mi pueblo, si a la mencionada ganancia restamos el apoyo gubernamental, la paraestatal presentó una pérdida de 56 mil millones de pesos tan solo el año pasado. Claro, en una de esas, yo estoy equivocado…
Tengo la impresión de que lo mismo pasa con la producción, pero por favor corríjame, secretario. El procesamiento de crudo llegó el mes pasado a 954 mil barriles diarios, 60 por ciento más que en 2018; también aumentó la producción de gasolinas (+64 por ciento) y de diésel (+41 por ciento). Incluso, la utilización de la capacidad instalada en las seis refinerías del país ha llegado a 58 por ciento (+22 por ciento).
¡Bien por PEMEX…! ¿Bien? Creo que no…
Por muchas razones PEMEX sigue siendo una enooorme preocupación para la salud financiera y energética del país. De entrada, los resultados están por debajo de las metas planteadas, incluso después de haber sido ajustadas a la baja.
Asimismo es inquietante el aumento de la producción de combustóleo (+20 por ciento), energético sumamente contaminante y cada vez más difícil de desplazar del mercado. Siempre queda el recurso de que la CFE utilice el combustóleo en sus plantas generadoras; sin embargo, ello contraviene los acuerdos internacionales firmados por México para combatir el cambio climático.
Para mí, maestro Maciel, que el reporte de PEMEX tiene claroscuros que se ponen en negro absoluto si consideramos que el actual gobierno le ha inyectado 862 mil millones de pesos, más las condonaciones de la entrega de los derechos de utilidad compartida; estamos hablando de poco más de un billón de pesos. Para que los lectores que nos acompañan se den una idea, tan solo el año pasado, 2023, esos apoyos fiscales equivalieron al presupuesto anual de la secretaría de Salud y la de Seguridad (El Economista, 18/02/2024).
Otro asunto alarmante es la deuda de PEMEX.
Uno se pregunta cuál es el objeto de invertir tantísimos recursos en una empresa que solo genera pérdidas. Año con año disminuyen los activos líquidos de PEMEX para enfrentar sus obligaciones, al punto de que actualmente solo dispone de 90 centavos para pagar cada peso que debe de los compromisos de corto plazo. En síntesis: está megasobreendeudado…
Con estas cifras, todas oficiales y difundidas en medios nacionales, la calificadora Moody’s degradó la deuda de PEMEX. Entre su calificación actual y la de bono basura solo hay un escalón, lo cual molestó mucho al ingeniero Octavio Romero Oropeza, director general de la petrolera.
“Moody’s debería entender que las cosas han cambiado,” expresó Oropeza. “Ya no son los tiempos en los que una calificadora, acorde a sus intereses, bajaba la calificación crediticia para poner en jaque a Pemex”. ¡Caray, don Miguel Ángel!, ¿pues en qué planeta vive don Octavio…?
A Moody’s lo único que le interesa es proporcionar información sólida a los inversionistas para que sepan cuál es la ganancia o riesgo esperado al comprar bonos de cualquier otra empresa, gubernamental o privada. Los razonamientos políticos de la 4T para conducir a PEMEX, a Moody’s le valen gorro.
Porque ese es el problema, señor secretario; manejar una empresa con base en preceptos estatistas y no en los productivos. Como usted sabe, don Miguel Ángel, PEMEX andaba muy mal desde hace varias décadas: administraciones deficientes y corruptas, falta de mantemiento, plantilla laboral improductiva y extinción de yacimientos accesibles. Apostando a que sobreviviera, pero sin arriesgar los dineros de los mexicanos, la administración peñista abrió PEMEX a inversionistas privados, con dos salvedades: que el Estado mantendría la conducción de la política energética y que se compartirían las ganancias.
A don Andrés no le gustó el esquema; en su anquilosado concepto de soberanía, echó para atrás la Reforma Energética peñista, canceló las rondas energéticas y decidió inyectar a PEMEX las cantidades estratosféricas antes citadas. Eso sí, no tocó al sindicato petrolero ni con el pétalo de una rosa.
Aquí es donde los ciudadanos pasamos a sufrir por partida doble. PEMEX es de los mexicanos, sí, incluida su deuda, que es todo lo que queda la paraestatal. Cada peso inyectado o condonado a la petrolera, es un peso menos para educación, salud, seguridad, infraestructura, medio ambiente, etc., etc., etc. Pero eso sí, ¡somos muy soberanos…!
Le sugiero, don Miguel Ángel, que haga un bonito discurso y diga a la población que cuando no tenga medicamentos, se cure con soberanía; que cuando los asalten, se consuelen con soberanía; que cuando los caminos sean intransitables, piensen en soberanía; que cuando les falte el agua, se bañen con soberanía…
¡Faltaba más…!
Con información de Crónica