Estrategias de desarrollo económico en un contexto de crisis

Manuel Solano

En el Foro Económico Mundial de Davos 2024 que se celebró el pasado enero, líderes de negocios y creadores de políticas se enfrentaron a un desafío compartido: cómo lograr un crecimiento potente en medio de una economía caracterizada por su volatilidad y con un bajo índice de crecimiento.

En un contexto de políticas monetarias más estrictas y una persistente inflación elevada, la recuperación en la economía global continúa siendo desigual y, en el mejor de los casos, gradual. Se proyecta que la economía mundial experimentará un crecimiento del 2.8% en el presente año. Mientras tanto, en México se anticipa un año desafiante en términos económicos. De acuerdo con el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) del Inegi, en el primer mes de 2024 la actividad económica en el país lograría un crecimiento de 0.1% mensual.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el contexto macroeconómico no ha desempeñado un papel tan decisivo en la configuración del desempeño empresarial. Desde los impactos del cambio climático hasta conflictos a nivel mundial y la interrupción en las cadenas de suministro, las empresas se ven obligadas a gestionar y sortear una multiplicidad de desafíos a nivel macroeconómico.

Sin embargo, el crecimiento no surge de la nada. Requerimos una economía dinámica que sea vibrante, en constante expansión y atractiva para inversores internacionales, respaldada por una sociedad con habilidades y capacidades de clase mundial, incluyendo la tecnología, y que ofrezca oportunidades para todos. Este entorno multifacético debe ser cultivado y promovido por nuestros líderes políticos y la comunidad empresarial.

Materializar esta visión para México requerirá una variedad de acciones por parte de organizaciones en los sectores público y privado, a menudo colaborando entre sí. Necesitamos una estrategia clara para la cooperación y el liderazgo tecnológico a nivel global, un compromiso activo e inversiones en el desarrollo de habilidades, un enfoque centrado en impulsar la actividad y la innovación, y, lo más crucial, coherencia y pensamiento a largo plazo en la toma de decisiones, abarcando la regulación y la política.

De manera alentadora, se perciben indicios positivos en cada una de estas áreas, con el potencial de consolidar bases para impulsar el crecimiento de manera acelerada.

En tecnología, las tasas de digitalización en las economías avanzadas y en desarrollo están divergiendo en lugar de converger, generando divisiones económicas persistentes y oportunidades de innovación. La digitalización, junto con la infraestructura y los servicios que la acompañan, es fundamental para todos. Aprovechar las oportunidades presentadas por tecnologías como la IA será el desafío de nuestra generación.

En cuanto al talento, es crucial promover la generación de empleos de alta calidad y asegurar que las personas adquieran las habilidades esenciales para la economía del futuro. Este imperativo se vuelve especialmente evidente ante las transformaciones laborales impulsadas por la inteligencia artificial generativa (GenAI). A pesar de estos cambios, la tecnología también ofrece la oportunidad de facilitar a las personas la adquisición de nuevas habilidades mediante un aprendizaje cada vez más personalizado.

Datos de la última edición del estudio de EY Work Reimagined revelan que en México el uso actual de GenAI, o la incorporación de GenAI en los próximos 12 meses, es más alto tanto para empleados (77%) como empleadores (90%) en comparación con el promedio global (empleados, 49% versus empleadores 84%). Lo anterior, debería interpretarse como una oportunidad para revitalizar las estrategias de talento empresarial, ampliando el uso de tecnología, priorizando el enfoque centrado en las personas.

Por otra parte, mantener la coherencia en las políticas y adoptar un enfoque a largo plazo se vuelven claramente más desafiantes en un contexto de elecciones presidenciales que se avecinan en unos meses. Es fundamental establecer un compromiso inequívoco para prevenir la incertidumbre y la ambigüedad, factores que podrían desalentar a los inversores.

Fomentar la recuperación nacional, pasando de una economía de bajo crecimiento a una de alto crecimiento, demandará la colaboración de todas las partes, tanto del sector público como del privado. En mi perspectiva, el talento y la tecnología son elementos clave. Constituyen los pilares fundamentales para el desarrollo tanto de nuestro propio negocio como para el Producto Interno Bruto (PIB) de México.

Se sostiene la idea de que se requiere un nuevo modelo de crecimiento, uno que armonice los impulsores del crecimiento y la productividad con la complejidad de aspectos como la innovación, la inclusión, la sostenibilidad y la resiliencia. Davos 2024 proporcionó un espacio para el diálogo, la investigación y la colaboración necesarios para respaldar esta transformación.

Con información de Expansión

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