¡Moralmente derrotados!
Juan Francisco Torres Landa R.
Increíble cómo se mueven las cosas en la vida. Los que se decían víctimas ahora los vemos como totales victimarios. Los que se quejaron de la corrupción, la violencia, los abusos, la inseguridad y el desorden resultaron ser los precursores de la peor situación que se recuerde en el país prácticamente en todos los rubros que se pueden analizar.
Ante estas circunstancias, los gobiernos de Morena que han demostrado incompetencias e ineptitud sin límites, en forma inverosímil se han dedicado a irracionalidades. Lo lógico es que cuando hay políticas públicas que no generan resultados, o peor aún, que son regresivas, lo que se tendría que hacer en un actuar idóneo es evaluar alternativas, modificar conductas, y en general buscar otros mecanismos para dar resultados. Pero Morena no actúa así. Inmersos en la regresión autoritaria, lo que han venido haciendo ante la devastación de la cual son responsables, lo que hacen es doblar la apuesta. No cambian nada. Y eso es porque primero muertos que apartarse de su narrativa, de su realidad alterna, y de su irremisible vocación por destruir todo a su paso. Lo que digo parece exagerado o falaz, pero tristemente es cierto. A las pruebas me remito.
Morena ganó la confianza de la ciudadanía que no encontraba respuestas a las grandes interrogantes en temas tan sensibles como seguridad, justicia, salud, educación, medio ambiente, etc. en 2018; pero lo hizo con base en promesas huecas. Hablaron bonito para atraer el voto de muchos que estaban desencantados con los desatinos de diversos gobiernos, particularmente en el sexenio de Enrique Peña Nieto en que él, Luis Videgaray y muchos gobernadores se encargaron de generar un desastre de corruptelas y abusos (que hoy se ven como juegos de niños ante lo que hemos visto en estos últimos cinco años).
La situación en el país ahora es muy preocupante. El tema no es solamente el que no han procurado la enmienda para resolver problemas que han empeorado sistemáticamente, sino que además han generado una serie de complicaciones serias. Me refiero, entre otras cosas, al impacto que genera la tendencia al militarismo y la complicidad y asociación con la delincuencia organizada. La combinación es letal porque lo que ha detonado es que el camino de reales soluciones pasa necesariamente por el trabajo serio, por instituciones sólidas, por personas capacitadas, por evaluaciones transversales, por entrenamiento permanente, y en general por una seriedad de revisión y ‘parametrización’ de respuestas y soluciones. Sin justificar errores acumulados diversos en muchas administraciones previas, lo que es innegable es que lo que ha pasado en este sexenio es simplemente descorazonador y en extremo preocupante.
Tenemos la enorme fortuna de que aún en este momento, en un país con una democracia adolescente, podemos y debemos realizar una definición profunda sobre lo que el destino nos depara. No son tantos países en que es factible que mediante el sufragio se premie o castigue el desempeño de gobiernos, en nuestro caso en los tres niveles, municipal, estatal y federal. Por eso es tan relevante el ejercicio comicial del próximo 2 de junio, porque de ello depende el que como mexicanos definamos el tipo de gobierno que queremos para nuestro país.
Si bien es cierto hemos tenido elecciones relevantes en varias ocasiones a partir de 1997 en que las alternativas y potencia democrática se inauguraron formalmente, nunca habíamos tenido definiciones tan importantes como las que ahora están frente a nosotros. Y es que jamás en fechas recientes se habían trastocado las bases esenciales de una democracia funcional, como son cuestiones tan torales como la división de poderes, la autonomía de funciones judiciales, la capacidad de organismos reguladores, el respeto a las tareas en los tres niveles de gobierno, el respeto al medio ambiente, la transparencia de gestión y uso de recursos públicos, y en general la observancia a la Constitución y las leyes como elemento básico de una convivencia social sana. Para ellos el mundo al revés hace sentido.
Hoy en día tenemos un gran reto de advertir que lo que está frente a nosotros es la gran definición del destino nacional. Una opción habla de continuidad, la cual se entiende y traduce en seguir minando las instituciones, las libertades, los derechos y las opciones, bajo la perversa idea de que un grupúsculo o incluso una sola persona puede y debe ser quien establezca la toma de las grandes decisiones en el país. Ellos hablan de una concentración de poder porque no hay que dejar que nada ni nadie cuestione si lo que ellos o él define como “bueno para el pueblo” se pueda desconocer o dudar. La otra opción se trata de elegir por un gobierno de coalición, de prioridades ciudadanas, con agenda pública determinada por estudios profesionales, de proteger instituciones y ampliar libertades.
Por ello no hay un ápice de exageración cuando se dice que las opciones que se presentan son tan radicales como la de permitir que una autocracia, una tiranía, o una dictadura se instale en México y no haya una salida de ese túnel quizá por décadas. Quienes piensen que exageramos no están leyendo las señales de todo lo que ha sucedido y sigue pasando en el país. Las propuestas de reformas constitucionales y legales que desde Morena han hecho públicas en días y semanas recientes los develan de cuerpo entero. De la simple lectura de dichos documentos no queda duda alguna que lo que están fraguando es destruir las bases de organización democrática para convertirnos en una nación sin opciones de libertad.
Una prueba que no falla para demostrar lo que sucede con Morena y su ambición de poder es la siguiente. Para nadie resulta difícil aceptar que los problemas que tenemos en el país en temas de seguridad, salud, educación, economía, medio ambiente, etc. son ciertos, preocupantes y profundos. Si eso es cierto, la pregunta es si las propuestas de reformas y sus programas en algo ayudan a resolver las áreas adversas indicadas. La realidad es que no solamente no los van a resolver, sino que además los van a profundizar. Es decir, no quieren hacer nada bueno, sino que nos quieren hundir para que la población se vuelva totalmente dependiente de lo que el gobierno dé en apoyos, aunque no sean para realmente superar problemas o propiciar una evolución social. El impacto es brutal si se les sigue permitiendo actuar.
Por ello la opción a favorecer el 2 de junio no debería tener duda. Solamente con Xóchitl Gálvez se puede rescatar al país y evitar caer en el hoyo negro que supone Morena. No tengamos duda alguna de lo que está en juego. Pero dejemos claro desde ahora que el partido guinda y su grupo están moralmente derrotados, han destruido todo a su paso, y son el enemigo a vencer en la batalla electoral en puerta. Por el bien de todos los presentes y futuros habitantes del país no dejemos que estos farsantes puedan seguir erosionando México. Es hora de ejercer masivamente nuestros derechos ciudadanos. Y recuerden que para ello nos vemos el domingo 19 de mayo en el Zócalo o donde estén en su lugar de residencia, y sin duda luego en la fecha ciudadana más importante que tengamos probablemente en nuestra vida el domingo 2 de junio. Nada ni nadie nos pueden quitar el gusto y la responsabilidad de ganar las elecciones con gran margen de victoria. Morena no quiere aceptar dicho escenario y por eso publican datos para hacernos creer que la elección ya está definida. Falso de toda falsedad. El destino y la victoria están en nuestras manos. Lo vamos a lograr y de esta manera vamos a defender nuestra república y todo lo que eso significa.
Con información de Expansión