Una mala candidata

Elisur Arteaga Nava

AMLO debe de estar preocupado. No es para menos; a la candidata que impuso, y en la que tiene puestas sus esperanzas de estar a salvo, o bien la traiciona el subconsciente o no sabe lo que dice. Ni una ni otra opción lo tranquiliza. 

Debe ser preocupante para AMLO ver que, a su candidata, la misma en cuyas manos puso su porvenir, el de su familia y el de sus amigos, la traiciona el subconsciente o no ha podido vencer el pánico escénico. 

Lo más grave pudiera ser la posibilidad de que Claudia Sheinbaum, en el fondo, considere que es la ambición de poder lo que mueve a su jefe AMLO; que sea ese vicio el que lo ha llevado a aspirar y a alcanzar las diferentes posiciones políticas y partidistas que ha ocupado. Ella, que ha estado cerca de él, debe de haber llegado a esa conclusión desde hace mucho tiempo. Todos coincidimos en que esa apreciación es cierta, pero no creo que ese fuera el momento para que ella lo dijera y La Paz, Baja California Sur, un buen lugar para reconocerlo. 

En esta etapa del proceso electoral lo podía haber dicho en el baño de su casa o en privado; una vez que pase el 2 de junio lo podrá decir en silencio en cualquier lugar, y fuerte, si se le reconoce el triunfo. 

Me cuesta trabajo aceptar que la señora Sheinbaum no se haya percatado de lo que dijo y que, como si nada, siguiera hablando y que, con posterioridad, haya sido advertida de su traslape. Lo mismo puede decirse de su declaración: “Para que siga la corrupción”.

AMLO debe estar decepcionado de ella y de ver que su candidatura, por sí, no levanta; también de que, cuando en el tercer debate la candidata opositora Xóchitl Gálvez le reclamó que, siendo incrédula, usó la imagen de la Virgen de Guadalupe con fines electorales, se limitó a decir que sus asesores le darían respuestas; que cuando su jefe es acusado de tener vínculos con la delincuencia organizada, no lo defienda; y que, cuando el jefe de su partido, Mario Delgado, es señalado de ser buscado por autoridades extranjeras, por estar inmerso en el delito de “huachicoleo”, no saque la cara por él. 

No está seguro de que, llegado el caso, ella lo defenderá; de que la campaña le garantice una victoria y, mucho menos, que sea contundente y general, como él lo desea.

AMLO. Ocaso sexenal. Foto: Miguel Dimayuga

Para el caso de que Claudia Sheinbaum se levante con la victoria, avizoro un sexenio opaco, sin control del Congreso de la Unión, sin la cooperación de algunos gobiernos de estados importantes y, desde luego, con un Poder Judicial independiente y fuera del control. Nada que ver con la Corte de Arturo Zaldívar.

Muchos coinciden en que AMLO no va a reconocer una eventual derrota de su candidata. Su familia, allegados y partidarios han sido señalados de haber incurrido en graves ilícitos. No puede correr el riesgo de que sea destapada la cloaca en la que convirtió la Cuarta Transformación y su gestión gubernativa.

¿Será necesario que AMLO deje en el camino el poco crédito que aún conserva para imponer, a como dé lugar, a Claudia en la Presidencia de la República? 

Ahora sí, como dice el papa Francisco: “Quién soy yo para juzgarla”, pero a mí me da la impresión de que lo dicho por la señora Sheinbaum en La Paz fue un susurro, no un grito de independencia que emitió anunciando lo que viene. No me gustaría estar en el lugar de AMLO.

Vuelvo a recordar la conseja que circulaba en mi tierra hace muchos años: un niño llegó a su casa corriendo y desesperado: mamá, mamá, se acercan los revolucionarios y me dijeron que vienen matando a las mujeres que son locas. La madre, para calmarlo, le dijo: no te preocupes, hijo, yo no soy loca; a lo que éste le contestó: mamá yo que tú me escondía por sí o por si no. 

Don AMLO, por sí o por si no, si él o los suyos incurrieron en ilícitos, yo pondría mis barbas a remojar. La tragedia de ellos es que las opciones que tienen a su disposición son mínimas y nada recomendables: asilarse en Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte. 

AMLO, habiéndose peleado con todo mundo: Estados Unidos, Ecuador, Argentina y otros países, e incluso difamado a Dinamarca, no veo muchos lugares agradables a donde pueda salir corriendo. España, país de asilo de nuestros expresidentes, evidentemente lo tiene vedado. De manera irresponsable se puso a hablar mal de sus autoridades e, incluso, de sus habitantes. Además, la vida en la Península Ibérica es muy cara y AMLO no nos puede salir con que tiene ahorritos y una pensión que le permiten una vida cómoda en ese país. Lo veo en Cuba o Corea del Norte, pero nunca en España. Nació para hablar; morirá hablando y, sobre todo, mintiendo.  

Un Congreso sin el plan C. Foto: Benjamín Flores

Tampoco lo veo como un catedrático invitado en alguna universidad extranjera. No tengo noticia de que exista una facultad o escuela en la que se enseñen trampas, mentiras y malas mañas, materias en la que ha mostrado ser especialista.

Será a partir de septiembre cuando le comiencen a llegar las cuentas y a vencer los pagarés que suscribió. No hay de otra: AMLO y su camarilla tendrán que comenzar a pagar las que deben. Incluso, no hay que descartar una eventual investigación en Estados Unidos.

Recordando lo que dijo en La Paz, no creo que Claudia Sheinbaum, en ese momento, salga en defensa de AMLO o de los suyos con la entereza con la que la administración morenista actuó en defensa del general Salvador Cienfuegos.

Con información de Proceso

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