El miedo y el megafraude electoral de Rubén Rocha

Álvaro Aragón Ayala

Hay dos tipos de mega fraudes electorales: el agresivo o violento, y el consumado a través de la implementación de la amenaza que genera miedo. En la elección, el gobernador Rubén Rocha Moya perpetró el despojo de los derechos políticos, civiles y electorales de miles de ciudadanos sinaloenses, inhibiendo el voto de la oposición y usando la estructura gubernamental para el acarreo que facilitó el triunfo de los candidatos morenistas.

Es importante describir y detectar las variantes de los megafraudes comiciales: en el 2021, grupos armados secuestraron a operadores del PRI y desarticularon su estructura electoral. Otros priistas especialistas en la movilizacion fueron amenazados de muerte por teléfono para que no salieran de sus casas. Las acciones favorecieron a Rubén Rocha que llegó a la gubernatura con una holgada ventaja de votos de cara a Mario Zamora Gastélum, candidato del PRI, PAN y PRD. En la elección del 2024, que acaba de pasar, Rubén Rocha utilizó la estrategia del miedo, la amenaza del “levantón” y la desaparición.

Así, en esta jornada electoral operó la campaña de Morena para sacar adelante, principalmente, a los candidatos al Senado Imelda Castro Castro y Enrique Inzunza Cázarez, y a los candidatos a diputados federales y a los aspirantes a las alcaldías de Culiacán y Mazatlán, Juan de Dios Gámez Mendívil y Estrella Palacios. Dejó al garete a otros aspirantes municipales. Hay evidencias de que también movió la estructura oficial contra dos candidatos morenistas a alcaldes.

Para alcanzar su objetivo, delineó varias rutas:

1.-Intentar desmantelar para luego desaparecer del mapa político al Partido Sinaloense que aún posee un registro de más de 166 mil afiliados. Se trató de un plan para impedir que el PAS sumara votos a los candidatos de “Fuerza y Corazón por México” y a la vez buscar que perdiera su registro.

2.-Impedir con todos los medios a su alcance y con apoyo de traidores del PRI y del PAN, que los abanderados de la oposición tuvieran representantes de casillas. La misma estrategia usó con el PAS. La amenaza contra los comisionados políticos de la coalición tomó, así, carta de naturalización. El miedo cundió.

Rubén Rocha instaló un “cuarto de guerra” con un Call Center integrado, en cuyo interior se movían, él, Enrique Inzunza, José -Clevel- Rocha Ruiz y Luis Alfonso García Corrales, un aprendiz de político que, en funciones de secretario de organización del CDE del PAS, fingió su secuestro para traicionar los dirigentes de este partido. Se robó los archivos digitales del PAS y los puso a disposición de Rubén Rocha y Enrique Inzunza.

El gobernador organizó eventos electorales con empleados públicos de los ayuntamientos, con personal de las diferentes áreas del gobierno estatal y las dependencias federales y con beneficiarios de los programas del Bienestar para crear en el imaginario colectivo la idea de que sus candidatos al Senado, a las diputaciones federales y alcaldías gozaban de apoyo popular.

Metido de lleno, entonces, a la dirección de la campaña morenista, Rubén Rocha compró y manipuló a la mayoría de los medios de comunicación con el propósito de que no difundieran los perfiles de sus candidatos, dos de ellos acusados de acoso y violencia sexual y de género. Usó la amenaza directa e indirecta para intimidar candidatos y activistas para que abandonaran la contienda.

El mandatario estatal capitalizó la inseguridad, pues creó un clima de estrés colectivo que inhibió el voto de la oposición ciudadana que el día de las elecciones creyó que el narco se presentaría en las urnas, y facilitó la distribución de “apoyos especiales” a quienes transportaran ciudadanos a votar 5 de 5 a favor de Morena. En el acarreo se utilizó toda la estructura gubernamental, estatal y municipal.

Usó la presión psicológica para hacer creer a miles de beneficiarios de los programas del Bienestar que si votaban por los candidatos de la coalición “Fuerza y Corazón por México” y por el PAS se le retirarían los apoyos gubernamentales. La coerción se llevó a cabo de manera presencial, en visitas casa por casa, o por teléfono.

Por miedo a ser “levantados” o desaparecidos, miles de afiliados al PAS no salieron a votar. Tampoco lo hicieron miles de ciudadanos priistas y panistas. Por miedo a que les quitaran su pensión del Bienestar y otros respaldos económicos, otros miles de ciudadanos votaron a favor de Morena, y otros que representaban a los candidatos del PRI, PAN, PRD y PAS no cuidaron las casillas.

Despejado el camino se perpetró el megafraude electoral dejando constancia de que Rubén Rocha incurrió en múltiples violaciones a las leyes electorales. Con las manos libres los operadores y los representantes de Morena en las urnas se dieron vuelo embarazándolas, manipulando boletas y actas electorales, atentando contra los derechos civiles, políticos y electorales de miles y miles de ciudadanos sinaloenses.

También te podría gustar...