AMLO desacata al Tribunal Electoral
Juan Manuel Asai
El presidente López Obrador se saltó las trancas legales una y otra vez durante el pasado proceso electoral. Lo vimos y lo escuchamos todos. La ley electoral vigente impone al presidente en funciones restricciones claras con la intención de equilibrar la competencia, de que haya una cancha pareja, tomando en cuenta el cúmulo de atribuciones legales y extralegales que el presidente tiene en el sistema político mexicano.
No digo, para que nadie se confunda, que es una buena ley, pero es la que hay y a los actores políticos no les queda más remedio que acatarla y cumplirla, que no son sinónimos. El grupo político al que pertenece AMLO, que arrancó en la década de los años 80 del siglo pasado fue el más empujó para tener la ley que tenemos. Tenían sus razones para exigir que el presidente se mantuviera al margen porque el peso del Estado mexicano es colosal en nuestro entorno y desequilibra cualquier competencia.
Los integrantes de la Sala Superior del TEPJF recibieron las quejas de rigor con respecto al proceso 2024, hicieron su chamba y determinaron que López Obrador vulneró los principios de imparcialidad, neutralidad y equidad, así como el uso indebido de recursos públicos. Ya no había dicho antes y lo repitió porque el presidente también repitió la falta. Como la ley no contempla una sanción específica contra el presidente pues el mandatario se sirvió con la cuchara grande.
Lo que genera inquietud en Palacio es que la calificación de la elección presidencial y no quieren que las trampas reiteradas les vayan a dar un susto. La respuesta del área jurídica de la Presidencia fue contundente. En resumen, afirmó que los magistrados están chiflados, se imaginan cosas y están desconectados de la realidad y el presidente no le debe nada a nadie. Lo más dañino de todo es que el partido del presidente, la coalición gobernante era demasiado fuerte y la oposición demasiado débil y no requerían de la mano negra del presidente.
La candidata presidencial de Morena obtuvo casi 36 millones de votos, que es una cifra colosal, que acepta el calificativo de histórica. La calificación de la Presidencia no debería tener ningún problema porque la voluntad de la mayoría se expresó de manera nítida, pero es una lástima que el presidente no se haga cargo de sus excesos y de su manía por no respetar nada. La calificación de la elección será un alivio porque concluirá por fin con un proceso que parece eterno. Tenemos que darle vuelta a la página.
Claudia ganó con una ventaja que nadie, ni siquiera los morenistas más optimistas, esperaban, pero eso, la ventaja no significa que el presidente afirme que los magistrados que buscan sancionarlo, aunque sea de manera simbólica, están, trastornados porque se trata de faltas cometidas en cadena nacional que ahí están para quien quiere revisarlo. Si se considera una mala ley que se cambie, Morena ya tiene los votos para lograrlo, pero mientras se trate de una ley vigente hay que cumplirla y hacerla cumplir, tal y como juró AMLO en su toma de protesta.
Glifos
En Aguascalientes se hace notar que la creciente inseguridad en la entidad se fundamenta en malas decisiones gubernamentales que ha ido menospreciando el fenómeno de la delincuencia. Uno de esos errores ha sido un crecimiento limitado de los cuerpos de seguridad frente al crecimiento de la población, Hay cada vez menos policías, con respeto a la población. Todavía no queda claro que estrategia se seguirá en el futuro próximo y el desconcierto abona al crecimiento de los delitos. Hay una paradoja porque Aguascalientes recibe a mucha gente que llega de estados inseguros, pero el problema, se dice, es que se necesiten más policías, mayor capacitación, más infraestructura.
Con información de Crónca