Indolencia y cinismo de AMLO ante los reclamos de los productores
Alberto Vizcarra Osuna
Custodiado por los grandes importadores de alimentos y corporativos agro-financieros, el presidente Andrés Manuel López Obrador, se siente en trinchera segura. Desde ahí sostiene un ataque sistemático a los productores nacionales de maíz, trigo, frijol y sorgo, para justificar sus políticas de abandono presupuestal y desprotección arancelaria, sin importarle que el mercado nacional alimentario y la capacidad para producir los granos básicos termine completamente corporativizada con la previsible profundización en la dependencia alimentaria y la concomitante descomposición social.
El desprecio del presidente por los productores nacionales, ubicados en las zonas de riego del país -a los que él considera ricos- se apoya en dos creencias: su postura ideológica de tono clasista y su evidente desconocimiento sobre el funcionamiento de la economía nacional. Ideológicamente está convencido de que México puede prescindir de sus productores en la medida en que mantenga acuerdos con los grandes importadores, quienes presuntamente siempre estarán dispuestos a proporcionarle al país los alimentos requeridos para evitar el desabasto o eventuales brotes de hambruna.
Montado en tales creencias, el presidente se convirtió en un viajero incondicional del TLCAN -TMEC, esquema comercial que contempla el desplazamiento de los productores nacionales y entrega del mercado nacional alimentario a los grandes corporativos agro-financieros. Esto explica su prepotencia frente a las manifestaciones y reclamos de los productores, a quienes en la conferencia mañanera del miércoles 17 de julio trató con un dejo de indolencia y cinismo, diciéndoles que el gobierno no cederá ante las peticiones de los agricultores y les pide a los inconformes que “mejor se ahorren su tiempo”.
El gobierno de López Obrador, está a dos meses de concluir su mandato. No hay que esculcar mucho su desempeño para concluir que una de sus principales taras fue la política hacia el campo, en donde profundizó de manera incondicional los esquemas económicos neoliberales de los últimos treinta años.
Claudia Sheinbaum y su próximo gobierno, no deben admitir esta tara como herencia; no deben dejar el mercado nacional alimentario en manos de los corporativos agro-financieros. Es este uno de los peores errores estratégicos en materia de conducción económica, pues es bien sabido que tales estructuras de dominio, usan la dependencia alimentaria como un arma de chantaje para imponerle a las naciones dependientes condiciones que caminan en contra de su natural vocación al desarrollo y la industrialización.
Con información de Aristegui Noticias