Economía mexicana, inmersa en los efectos del ciclo político

Alfredo Coutiño

La economía mexicana está inmersa en la fase de contracción del ciclo político, la cual se presenta cada seis años después de las elecciones presidenciales. Esta fase afecta la actividad económica al final del gobierno saliente y al inicio de la nueva administración.

No es una sorpresa que la economía ha estado perdiendo fuerza desde junio, cuando se celebraron las elecciones, y se espera que la debilidad se extienda hasta principios de 2025. Con base en la presencia del ciclo político, se anticipa que el crecimiento económico en 2024 y 2025 será significativamente menor que en años anteriores.

La actividad económica comenzó a debilitarse desde junio, cuando registró un crecimiento anual de alrededor de 1% después de crecer 2.2% en el primer trimestre. Desde el tercer trimestre, la actividad resintió los efectos contractivos del ciclo político a medida que el presupuesto federal se desacelera ante la ausencia de gasto político-electoral.

La construcción de infraestructura pública se detuvo esencialmente a medida que los proyectos del gobierno llegan a su terminación. Además, el mercado interno continuó bajo el freno monetario dado que la tasa de interés permanece en territorio restrictivo. El consumo de los hogares también se vio afectado por la cancelación de empleos temporales creados durante el proceso electoral, afectando así el gasto de los consumidores.

El ciclo político de la economía ha estado presente en México desde la década de los 70, cuando la economía experimentó la primera crisis severa después de dos décadas de crecimiento sostenido con estabilidad de precios. En 1976, el país sufrió una profunda crisis económica y financiera en el último año de la administración, poniendo fin al período de estabilidad macroeconómica.

Desde entonces, la economía ha estado inmersa en la montaña rusa producida por el ciclo político, generando crisis repetitivas al final de cada administración desde 1976 hasta 1994 y desaceleraciones económicas al inicio de cada nuevo gobierno desde 2000 hasta 2024.

En las últimas cuatro décadas, la economía durante el período postelectoral ha sido afectada por la desaparición del gasto político-electoral y la cancelación de empleos temporales creados por el proceso electoral. Además, la inversión pública en infraestructura pierde impulso a medida que los proyectos de infraestructura del gobierno en turno llegan a su terminación. Todo esto produce caídas en la demanda de consumo y en el volumen de inversión.

A medida que el presupuesto federal se desacelera, la economía entra en la fase descendente de la montaña rusa, afectando el crecimiento al final del período del gobierno saliente. La caída en la demanda se refleja notoriamente en actividades relacionadas con el proceso político, como la impresión, las comunicaciones y el transporte, y el alojamiento y alimentos.

Esta ocasión no es diferente. El ciclo político está presente y está conduciendo al país hacia un crecimiento económico de alrededor de 1.3% después de un 3.2% en 2023. El inicio de la nueva administración es típicamente lento, dada la curva de aprendizaje de los nuevos equipos y la lentitud en el ejercicio del presupuesto, lo que afectará el desempeño de la economía en 2025 con un crecimiento no mayor a 1%.

El ciclo político de la economía ha estado presente en México en el último medio siglo y sin distinción del partido político en el poder. Hasta ahora, la economía parece haberse librado de la maldición de las crisis de fin de sexenio, pero no ha logrado conjurar las desaceleraciones de inicio de sexenio.

Sin embargo, en un escenario de deterioro de la incertidumbre generada por las reformas constitucionales y de debilitamiento de las instituciones, la economía podría caer en recesión en 2025.

Con información de Expansión Política

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