¿Por qué el gobernador Leopoldo Sánchez Celis “concedió” la autonomía a la Universidad de Sinaloa?
Miguel Alonso Rivera Bojórquez
El periodista Antonio Pineda Gutiérrez “Toñico”, en su libro Trozos de Vida, narra una interesante charla que sostuvo con Leopoldo Sánchez Celis, quien venía de visita a Sinaloa ya como ex gobernador.
Durante esta conversación, misma que tuvo lugar en el Restaurante “El Tabachín”, Sánchez Celis afirmó, que “inspirado por su origen rosalino”, durante su administración como gobernador de Sinaloa, “concedió” la autonomía a la hoy Universidad Autónoma de Sinaloa.
Fue la XLV Legislatura la que expidió un decreto el 4 diciembre de 1965, en el que se concedía la autonomía a la Universidad de Sinaloa (UNISIN) y se le cambiaba la denominación a Universidad Autónoma de Sinaloa, nombre que hasta hoy ostenta.
Antes de este suceso, hay que recordar que, al terminar la revolución mexicana, en 1918, el gobernador de Sinaloa, Ramón F. Iturbe, ya había decretado la autonomía universitaria.
Fue cuando el Colegio Rosales se transformó en la Universidad de Occidente, convirtiéndose en la primera institución universitaria en obtener la autonomía en todo México.
Sin embargo, el coronel Alfredo Delgado Ibarra, quien fuera gobernador de Sinaloa de 1937 a 1940, mediante decreto abrogó su autonomía en 1937 y la legislatura local le cambió el nombre al Colegio Civil Rosales por el de Universidad Socialista del Noroeste.
Alfredo Delgado Ibarra enfrentó diversos conflictos magisteriales y estudiantiles.
Al concluir el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, el 9 de octubre de 1941, sin mayores explicaciones, al expedir el decreto número 197, el Congreso del Estado cambió de nombre a la Universidad Socialista del Noroeste por Universidad de Sinaloa.
Finalmente, en 1965, la Universidad de Sinaloa se convierte en la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Por supuesto, la historia no es tan simple, pues en diversos momentos históricos se registraron importantes movimientos sociales y protestas estudiantiles, algunas reprimidas a sangre y fuego.
He aquí la conversación entre Antonio Pineda Gutiérrez y Leopoldo Sánchez Celis.
El siguiente texto está escrito en primera persona desde la perspectiva de Antonio Pineda:
—Leopoldo: ¿por qué le concediste la autonomía a la Universidad de Sinaloa, cuando nadie hacía presión para ello? ¿Fue una decisión de tipo político? ¿Cuál es la verdad?
Se lo pregunté al exgobernador Leopoldo Sánchez Celis durante su reciente y última visita a Sinaloa. Contra su costumbre, no dio una respuesta rápida. Sonrió ligeramente primero, su rostro se tornó serio después tras entrecerrar los ojos por un instante, habló por fin:
—Voy a explicarte todo desde el principio.
Estábamos en el restaurante “El Tabachín” del Hotel Executivo. Pedimos un poco de caté; nos acomodamos de tal manera que nadie se entrometiera y yo me dediqué a escuchar:
—Para empezar, nadie me presionó. Yo le concedí la autonomía a la Universidad porque consideré que ya había adquirido la mayoría de edad, que podía gobernarse por sí misma. Además, yo siempre tuve presente y lo sigo teniendo, mi origen rosalino. Yo tengo a orgullo haber sido estudiante del Colegio Civil Rosales y eso influyó en mi decisión. Ahora que lo pienso más, hasta me atrevo a decir que pudo haber sido definitivo.
Continuó:
—Mira: cuando estaba por tomar posesión del gobierno de Sinaloa, mi candidato a la rectoría era el Lic. José Luis Ceceña. Como es de todos conocido, José Luis es sinaloense —nació en El Fuerte, efectivamente— y es uno de los máximos valores que tiene México en el campo de la Economía. Es un valor internacional. Lo invité a venir y en principio, se interesó mucho por la rectoría. Inclusive. vino a Sinaloa y anduvo por ahí cambiando impresiones con estudiantes y maestros y haciendo consultas con algunas organizaciones del sector privado. La Universidad de Sinaloa tenía entonces como rector al doctor Fernando Uriarte, quien había tenido el gran acierto de fundar la escuela de Agricultura: pero, yo deseaba algo más para la Institución y sabía que con José Luis al frente, ya estaba dando el primer paso.
Prosigue:
—Lamentablemente, no logré convencerlo. Con una gran honestidad, el Lic. Ceceña me dijo que él consideraba que trasplantarse a Sinaloa después de tantos años de ausencia, terminaría por convertirse en un error peligroso y, finalmente, no aceptó el nombramiento de rector.
—Yo no sabía eso— le dije a Sánchez Celis. Y fui sincero, porque era “la primera noticia” que recibía de que el distinguido economista sinaloense, había estado a un paso de ser rector de la Universidad de Sinaloa. No puedo concebir el curso que hubiera tomado la institución, aunque sí creo que el Lic. Ceceña cuenta con la fuerza moral suficiente para no tolerar un estado de cosas como el presente.
Una pausa breve y el exgobernador reanudó la charla:
—Surgió entonces el nombre del Dr. Julio Ibarra. Yo no lo conocía. Me lo presentó Ernesto Álvarez Nolasco. Me gustó su trayectoria en la Autónoma de México, su prestigio profesional, sus experiencias en el extranjero y tomé la decisión de traerlo, seguro de que sería un buen rector.
Dijo después:
—Mientras Julio trabajaba en su proyecto de “universidad departamental”, yo buscaba la manera de apoyar económicamente a la institución. No eran simples estados de ánimo, ni poses demagógicas. Mi origen rosalino me impulsaba y fue así que de un sólo golpe elevé a dos millones de pesos —de aquellos pesotes de mi época— el subsidio que recibía del gobierno la Universidad. Era un dineral y un gran esfuerzo de mi gobierno, porque recordarás que el señor general Leyva Velázquez me dejó un presupuesto anual de sólo 72 millones y que hasta adquirir un lápiz implicaba un sacrificio. Yo tenía en la tesorería al Lic. Alfredo Valdez Montoya, modificamos rápidamente la ley de ingresos, subimos el presupuesto a más del triple y así ya pude ayudar más efectivamente a la Universidad.
Aquí Sánchez Celis hizo alarde de memoria:
—Creé el Centro de Adiestramiento de Operadores de Maquinaria Agrícola (el CAOMA), conseguí material didáctico de primera clase, conseguí en pleno corazón del Valle cien hectáreas de riego para que la Universidad, explotándolas adecuadamente, pudiera ser autosuficiente y pudiera elevar hasta la excelencia la investigación agrícola. Y eso no fue todo. Supe que la compañía minera qué habla operado en Cosalá iba a desmantelar sus instalaciones y me atravesé para que la Universidad se quedara con ellas. También conseguí de los Ferrocarriles Nacionales el otorgamiento de los terrenos que rodeaban la estación del Ferrocarril del Pacifico. Todo estaba listo. Lamentablemente, me fallaron funcionarios de la propia Universidad y se nos escaparon los terrenos. No me pidas nombres de culpables. Ya no vale la pena.
Y siguió:
—Fue entonces cuando comencé a darle forma a la idea de concederle la autonomía a la Universidad. Me pareció que su mayoría de edad no era un espejismo y un día resolví enviar la iniciativa al Congreso del Estado. Recordaras que convocamos a una conferencia de prensa y que ahí, ante la sorpresa de todos, les solté la noticia. La Universidad de Sinaloa ya era Autónoma. Fue oportuna la decisión desde todos los ángulos, pues Julio * se metió cada vez en mayores problemas y, quieras que no, tuvo que renunciar a la rectoría.
Finalmente:
—Debo decirte, por último, que mi decisión no fue una jugada política. En mi origen rosalino, en mi orgullo de ser hijo del Colegio Rosales está la explicación. Si alguien cree que fueron otras mis motivaciones; allá él. Lo que yo te he contado es la única verdad.
De eso, en el resto de la mañana, ya no hablamos ni media palabra más. Estaba dicho todo.
- Durante su campaña electoral, el senador Leopoldo Sánchez Celis, llamó para que participara en ella al Doctor Julio Alberto Ibarra Urrea (Nació el 26 de mayo de 1925 en El Fuerte, Sinaloa y murió el 12 de enero de 2018 en Los Mochis, Sinaloa).
Fue una figura emblemática de la educación superior en Sinaloa. Ya como gobernador Sánchez Celis lo nombró rector de la Universidad de Sinaloa.
Durante su gestión como rector de la UAS, esta logra su autonomía en 1965, y se aprueba una nueva Ley Orgánica.
Su proyecto más importante fue la construcción de Ciudad Universitaria, la que no le tocó realizar, sino que fue obra de los rectores que le sucedieron.
Fundó la Universidad de Occidente en 1981, en la administración del gobernador Antonio Toledo Corro. También fue director del ITSON