La crisis de Morena por la ausencia de AMLO
José Gil Olmos
El gobierno actual, a manera de metáfora, es una mesa con cuatro patas que la sostienen: está la presidenta Claudia Sheinbaum en una de ellas; a su lado, el Poder Legislativo, con la mayoría en las cámaras de diputados y senadores; la que sigue es el partido Morena y la última, quizá la más importante porque es su centro gravitacional cuando hay crisis, es las que representa Andrés Manuel López Obrador. Sin él, aparezca o no públicamente, se derrumba la mesa con todo lo que hay encima.
AMLO es el eje gravitacional del gobierno, su palabra es dogma para diputados y senadores, gobernadores y presidentes municipales a quienes seleccionó lo mismo que en el Ejército y en buena parte del gabinete presidencial. AMLO es la máxima también en el partido y nadie se atreverá a desacatar su palabra que es una orden, incluyendo a su hijo Andrés López Beltrán Andy.
El reciente affaire entre los coordinadores de las bancadas de Morena en las cámaras de diputados y senadores, Ricardo Monreal y Adán Augusto López, respectivamente, apenas es la punta de las desavenencias que hay en el gobierno de las Cuarta Transformación. Diferencias que muestran que una crisis en Morena tras la ausencia de AMLO.
Nadie puede dejar de reconocerle a López Obrador lo que ha logrado en la historia política nacional reciente: alcanzar el poder en sólo 13 años mediante un proyecto político basado en su imagen y semejanza.
Bajo la égida de AMLO, Morena tiene la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso de la Unión, gobierna 24 estados, controla 20 congresos locales y otros siete en alianza, tiene 514 municipios de un total de dos mil 470 y en cuanto a población, gobierna 90% a escala nacional. Y próximamente también el control del Poder Legislativo.
Pero esta misma presencia ominosa engendra una debilidad cuando se está ausente. Sin AMLO presencial, otras figuras políticas disputan el poder: los gobernadores se comportan como virreyes, los diputados y senadores ejercen su poder predominando sus intereses particulares y en Palacio Nacional sigue a pie juntillas las reformas que dejó pendientes hace apenas unos meses.
De ahí el peligro del proyecto de la Cuarta Transformación: la división y confrontación entre personajes fundamentales del gobierno que ya están creando sus propias corrientes y hasta tribus. Una historia que ya vimos con otro partido que también AMLO encabezó, el PRD, y que ya desapareció precisamente por la falta del caudillo.
Sin AMLO, desparece la amalgama que une al Movimiento y al gobierno, surgen esos grupúsculos con sus liderazgos que ya están dando la batalla por apoderarse del proyecto.
Por cierto… Uno de estos personajes que desde ahora ya busca la candidatura presidencial de 2030 es Gerardo Fernández Noroña, quien hace proselitismo en Estados Unidos, apostándole a los migrantes mexicanos que serán afectados por la llegada en próximas semanas de Donald Trump a la presidencia de Estados de Unidos.
Con información de Proceso