Una Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana vacía

Rubén Aguilar

Desde el inicio de su gobierno, el presidente López Obrador (2018-2024), con la colaboración con el primer titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Alfonso Durazo, se propuso destruirla y convertirla en solo una vocería del tema de seguridad.

Eliminó la Policía Nacional (PN) que dependía de ella y tanto trabajo había costado construir, y la dejó sin ningún efectivo para actuar en contra del crimen organizado. La vació. Todas las tareas operativas pasaron al nuevo cuerpo de la Guardia Nacional (GN), formada y dirigida por militares.

Hoy día por la vía de las reformas en las leyes es una fuerza armada dentro del Ejército, responsable de la Seguridad Pública que debería estar en manos de las policías estatales y municipales. Hay un error fundamental en la estrategia de seguridad que se origina en el gobierno federal anterior y perdura en el actual.

Omar García, ahora secretario de la SSPC, recibió una secretaría vacía, sin efectivos a quien coordinar y hasta ahora, como su antecesora, Rosa Icela Rodríguez, hoy secretaria de la SEGOB, solo ha sido un vocero del tema de la seguridad de las acciones que realiza el Ejército y la Marina, que por decisión de su comandanta en jefa no son ellas las que anuncian sus supuestos logros.

Ahora el vacío se pretende llenar creando al interior de la SSPC una fuerza de élite, en principio de 1000 efectivos, para dotarla de un brazo operativo que dependa del secretario, hoy reducido a papel de vocero en las mañaneras de la presidenta. Con esta decisión, en principio, se regresa a dar forma a lo que antes era la SSPC vaciada de sentido y elementos por López Obrador.

De la convocatoria para reclutar elementos se desprende que esa unidad será responsable de realizar trabajos de inteligencia en campo y hacerse responsable de la seguridad de personas, bienes e instalaciones, que son temas que corresponden a la estrategia de Seguridad interior, hoy a cargo solo de la GN.

Un militar de alto rango, hoy en retiro y especialista en el tema, me dice que formar a los reclutas para realmente ser parte de una fuerza de élite que pueda enfrentar a los grupos del crimen organizado en acciones estratégicas de alto impacto, requiere entre dos y tres años. Hoy día esos efectivos solo están dentro del Ejército y la Marina.

Añade que, por eso mismo, si se quiere que la SSPC en los próximos meses y no años pueda contar con un grupo de élite especializado en el combate a los grupos del crimen organizado debe necesariamente recurrir a efectivos de las Fuerzas Armadas que, en el marco de un acuerdo, estarían bajo el mando de su secretario, pero contando con las prestaciones sociales que ahora tienen.

En las próximas semanas seremos testigos de cómo la SSPC inicia el proceso de dotarse de efectivos, para tener la capacidad de actuar por su propia cuenta en la lucha contra el crimen organizado y también de cómo integra a esa primera fuerza de élite. En todo caso hay evidencias de un cambio modesto, pero real con respecto al sexenio anterior.

Con información de Animal Político

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