Aboga Iglesia por leyes que respeten derechos de migrantes
Carolina Gómez Mena
La iglesia católica “no aboga por las fronteras abiertas, sino por leyes que respeten los derechos humanos básicos” de las personas que ante circunstancias económicas y políticas difíciles deben abandonar sus países de origen, establecen los 13 obispos de la frontera de Texas y México.
En un documento, precisan que los gobiernos deben crear leyes que incluyan tanto una frontera segura como una política de inmigración humana. “No fomentamos la migración ilegal o indocumentada, sino que abogamos por vías legales para la migración”.
Los jerarcas Gustavo García-Sille, arzobispo de San Antonio, Mark Seitz, obispo de El Paso, Daniel Flores, obispo de Browsville, José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, y titular de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y Eugenio Lira Rugarcía, obispo de Matamoros, entre otros, exponen que solicitan a los gobiernos de México y Estados Unidos “abrir corredores humanitarios seguros y legales” para las personas en movilidad.
Asimismo exhortan a las administraciones federales a que garanticen para las personas migrantes que transitan por ambos países servicios básicos, seguridad personal, una adecuada asistencia consular, acceso equitativo a la justicia y la libertad religiosa y velar por el derecho de tener siempre consigo los documentos personales de identidad.
También los conminan a “proteger a los menores de edad, asegurarles el acceso regular la educación y prever programas de custodia temporal o de acogida”, así como promover la inserción social de los migrantes y favorecer la reagrupación familiar.
Reiteran su solidaridad con las personas en movilidad humana y refugiadas, con los agentes de pastoral y los defensores de derechos humanos así como con los “buenos samaritanos”, que se ponen al servicio de las personas itinerantes.
Recordaron que Organización Internacional para las Migraciones consideró que la frontera entre Estados Unidos y México es “la ruta más peligrosa del mundo, con un registro de 686 migrantes fallecidos o desparecidos a lo largo de la línea divisoria (entre ambas naciones) en 2022”.