El diario que despidió a Fernando Savater
Raúl Trejo Delarbre
Fernando Savater cuenta que uno de sus personajes preferidos en el cine es Dutton Peabody, el periodista borrachín que aparece en “El hombre que mató a Liberty Valance”. En esa cinta de John Ford el bandolero Valance (Lee Marvin) asedia a los habitantes de un pequeño pueblo. El periodista denuncia esos abusos en su periódico y el forajido le pone una golpiza. Cuando un abogado (James Stewart) que intenta civilizar al pueblo con el imperio de la ley llega a socorrerlo, el periodista (protagonizado por Edmond O’Brien) alcanza a decirle, en tono triunfal, “le he hablado a ese Liberty Valance sobre la libertad de prensa”.
Dice Savater: “en cuanto se empieza a hablar de libertad de prensa y a practicarla aunque peligre la integridad física, el final de Liberty Valance está próximo”. A los Valances, la prensa libre contribuye a debilitarlos. Así, en España, las publicaciones independientes favorecieron la transición política. La más importante fue El País, que apareció en mayo de 1976. La defensa de la democracia y las libertades fueron, con inteligencia y cultura, causas de ese diario que se convertiría en el más importante en lengua española. Una de sus firmas fundamentales ha sido la de Savater.
En Mira por dónde. Autobiografía razonada (Taurus, 2002) Savater escribió, recordando al Peabody de la película de Ford, que todo periodista debiera encontrar el periódico que corresponda a su talante: “para mí lo ha sido El País… Considero El País como algo mío, tan mío como pueda serlo de cualquier otro y más desde luego que de aquellos que sólo han puesto en él su dinero… Por eso cuando, tras algún desencuentro, voces no siempre desinteresadas me han aconsejado que lo dejara y me fuese a otro diario, siempre he contestado que no pienso abandonarlo voluntariamente, salvo que me pongan de patitas en la calle. Y si lo que escribo desazona hasta lo insoportable a algunos de los que forman parte de la casa… pues qué remedio, que se vayan ellos”.
La semana pasada Savater fue despedido de El País, en donde escribió 47 años. En los meses recientes había expresado, con incómoda vehemencia, su desacuerdo con el respaldo de ese diario a Pedro Sánchez, presidente del gobierno español. De manera especial, rechaza la alianza con los separatismos vasco y catalán.
El despido fue precipitado por la publicación, en El Mundo, de una entrevista de la periodista Maite Rico en donde Savater enfatizó sus críticas a El País: “Ha cambiado mucho, de haber sido un periódico crítico, plural, a convertirse en un medio gubernamental abiertamente”. En la misma semana, apareció su libro Carne gobernada (Ariel) con reflexiones de Savater sobre temas como la vejez y sus relaciones personales y en donde también formula ese juicio acerca del periódico.
La directora de El País, Pepa Bueno, le comunicó a Savater que estaba despedido del diario. En la “Newsletter” que envía a los suscriptores, Bueno se justificó: “Era evidente que nuestro autor no estaba a gusto con el periódico… algo que íbamos sabiendo por sus columnas y por sus declaraciones públicas… El lunes lo expresó en dos medios ajenos en términos intolerables de desprecio personal hacia El País, su credibilidad, su dirección, sus periodistas y sus colaboradores. Tuve claro que era el final del trayecto”.
A Savater, de acuerdo con esa explicación, no lo echaron por algo que escribió en El País sino por la opinión que expresó, acerca del diario, en otros medios. La idea de que sus colaboradores tienen que compartir en todo momento la línea editorial del periódico, es sintomática de la intolerancia con otras opiniones que, de un tiempo a la fecha, define a esa publicación. A Savater, en El País, lo cuestionaron con el debatible argumento de que se ha desplazado a la derecha, aunque él ha sostenido que la del diario, y del presidente español, esa sí es una política de derechas.
Signo de esta época polarizada: los editores de El País consideran a sus colaboradores como si fuesen integrantes de un partido y no de un espacio que se suponía abierto al intercambio de ideas. Lo que hacía Savater, a veces en un tono ríspido pero que es parte de la discusión, era ejercer y fortalecer la pluralidad y el debate en beneficio del periódico y sus lectores.
No era la primera vez que las posiciones de Savater eran distintas a la política editorial de El País y esa agudeza crítica enriquecía al periódico. Hace tiempo Juan Cruz, otro fundador también ya alejado del diario, escribió: “Fernando Savater ha sido para los consejos editoriales de El País, a los que pertenece desde el principio de una u otra manera, la fuerza de la razón. En medio del espectáculo de la confusión que muchas veces fue la vida de España, Savater supo retratar, a veces con un solo vocablo o con una risa, lo que nos pasaba. Se decía allí dentro que si no existiera Savater habría que inventarlo; le dio fuerza al periódico…” (Una memoria de El País, Plaza & Janés, 1996).
A Savater, El País lo despidió por discrepar. En medio siglo todo y todos cambiamos, pero ese escritor ha sido esencialmente congruente con las ideas de libertad, y en contra de la violencia, que siempre ha sostenido. Por oponerse al terrorismo de ETA, ese grupo lo amenazó y durante años debió tener protección policiaca.
El que ha cambiado es el periódico que ahora lo despide. El País ha expulsado a otros periodistas, incluso a uno de sus ex directores, Antonio Caño, que también estaba en desacuerdo con el gobierno de Sánchez. Ahora mismo, está por ocurrir una nueva definición en ese diario y en el consorcio del que forma parte, porque hace dos semanas falleció Miguel Barroso, vocal del consejo de administración y consejero editorial del Grupo Prisa. Barroso participó en varios gobiernos del PSOE y en empresas de medios. Al gobierno español le interesa influir en la designación de su sucesor.
A Savater no le faltarán tribunas para seguir ejerciendo su libertad de expresión. Dice que Carne gobernada es su último libro. Sus lectores esperamos que, en ese asunto, sepa rectificar.
Con información de La Crónica