El ISSSTE que viene
Saúl Arellano
Entre los nombramientos relevantes que estaban pendientes para lo que será el gabinete de la presidenta Sheinbaum, se encontraba el de la titularidad del Instituto de Seguridad Social y de Servicios para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en la cual será nombrado Martí Batres Guadarrama, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, pues es él precisamente quien sustituyó a la Dra. Sheinbaum en el momento en que dejó ese cargo para iniciar su campaña al interior de Morena, y posteriormente, para ser presidenta de la República.
El ISSSTE es legalmente, la entidad responsable de otorgar prestaciones médicas, económicas y sociales a las y los trabajadores del Estado; sin embargo, históricamente ha sido mucho más que eso y en buena medida, las relaciones del gobierno, en tanto patrón, tienen mucho de mediación con la base trabajadora a través de ese instituto. Dicho en términos llanos, es un poderoso instrumento de negociación y, en ocasiones también, de presión política, del gobierno con los sindicatos de las dependencias públicas en general, y con cada una y cada uno de los empleados federales.
Por lo que se dice en la mayoría de las columnas políticas en que se ha abordado el tema, Martí Batres no tiene un perfil que pueda considerarse necesariamente como conciliador o dispuesto a un diálogo horizontal. Por el contrario, lo que se tiene como imagen pública es la de un personaje de “mano dura” que tendrá que llevar una buena parte de las negociaciones con los sindicatos más poderosos del país; por ejemplo, el SNTE; con lo poco que queda de la FSTSE; y con otros sindicatos que han ido adquiriendo sus propias dimensiones y lógicas.
Los problemas que enfrenta el ISSSTE no son ni pocos ni menores. Sólo para dar una dimensión de lo que tendrá enfrente el nuevo titular, a partir de que le den posesión, uno de los mayores desafíos será el de reducir los tiempos de espera para todos los servicios que otorga el Instituto. En efecto, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, que levanta bienalmente el INEGI, sólo el 55.4% de las y los derechohabientes de ese organismo se dicen satisfechos con la posibilidad de tener atención inmediata.
Lo anterior es de la mayor relevancia porque, a diferencia de otras dependencias, lo que se juega allí es nada menos que la salud de las personas; la pérdida de años de vida saludable y, en no pocas ocasiones, la posibilidad de salvar la vida teniendo acceso a diagnósticos, tratamientos y medicamentos oportunos. Poco de eso existe ahora en el ISSSTE y en medio de las restricciones presupuestales, y de las políticas de austeridad que se han impuesto en los últimos años, será muy complicado disponer de mayores recursos financieros para avanzar significativamente en la dirección apropiada.
Por otra parte, el 78% de las y los derechohabientes de la institución manifiestan estar satisfechos con la dimensión de “Trato respetuoso”; y pareciendo un buen indicador, en realidad se trata de una cantidad muy grande de personas que indicarían que no se tiene ni lo más elemental, que es trato digno. Como habría dicho en una conferencia el dr. Rolando Cordera: “si no nos dan recurso, al menos sí un buen discurso”; y eso está ausente para casi 700 mil derechohabientes que se dicen insatisfechos en esa materia.
Más delicado aún es el hecho de que únicamente el 74.4% de la población derechohabiente del ISSSTE, que supera los 3 millones de personas, manifiesta que se le da información oportuna y comprensible sobre su estado de salud; es decir, hay uno de cada cuatro que no están en esa situación, lo que equivale a casi 800 mil personas en esa situación.
Asimismo, lo que se ha visto a lo largo del sexenio corresponde relativamente con lo que capta el INEGI en materia de instalaciones y equipo necesario para una adecuada atención en el ISSSTE. Sólo 60.7% de su población usuaria se dice satisfecha en esa dimensión, es decir, apenas 1.8 millones de los más de 3 millones de derechohabientes mencionados. Aunado a lo anterior, únicamente el 76.8% del total de afiliados percibe que las instalaciones del Instituto están ordenadas y limpias; lo cual es especialmente delicado para una institución que fundamentalmente presta servicios de salud. A nadie, por sentido común, le debe gustar ser atendida o atendido en medio de la suciedad.
La otra cuestión estructural a que se enfrentará Martí Batres y el equipo que decida que le acompañe, es el relativo a la insuficiencia de personal médico. Únicamente el 55.8% de las y los usuarios perciben que esa faceta está cubierta en la institución de la que, debe insistirse, depende su salud, y con ello, buena parte también de su patrimonio y ya no se día lo invaluable de la vida humana.
Esto lleva a una circunstancia de permanente saturación de los hospitales y clínicas, lo cual se ve reflejado en que sólo el 25.6% de las y los derechohabientes considera que hay espacios sin esa condición en el ISSSTE; dicho de otro modo, tres de cada cuatro afiliados consideran que sus hospitales y clínicas están saturados lo cual redunda por supuesto en una calidad pésima de servicios y en falta de atención digna y humana.
El INEGI estima que únicamente el 49.3% de las y los usuarios del ISSSTE están satisfechos con los servicios que reciben. La mitad que no, seguramente recibirá al nuevo director con altas expectativas. Habrá que ver si se tiene la capacidad de dar una respuesta apropiada.
Con información de Crónica