Kakistocracia
Carlos Díaz de León Valdez
La kakistocracia (gobierno o poder de los peores) es consecuencia de una democracia de pésima calidad cívico-ciudadana, porque los votos que cuentan aplastan, excluyen y eliminan a los votos que pesan.
En resumen, la cantidad sepulta a la calidad y aparece la tiranía de las mayorías que están a un paso de las dictaduras y las autocracias.
Ese es el gigantesco peligro que corre la democracia mexicana con autoridades electorales o árbitros (INE y TRIFE) infiltradas o colonizadas por consejeros y magistrados “cuatroteístas”.
Nos queda la SCJN como última línea defensiva del equilibrio del poder, porque nadie es SANTO y mucho menos DIOS para no enloquecer sí en sus manos está el control de los tres órganos del poder (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), por eso, nuestra Constitución prohíbe e impide que dos o más poderes estén controlados o manipulados por un partido político o una persona.
La esencia de nuestra democracia es que el poder controle al poder (contrapesos constitucionales), porque el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, y como dijera AMLO: “El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”.
Sin ecualizar el voto de cantidad con el voto de calidad, se destrozan y colapsan la armonía y el equilibrio entre las instituciones democráticas y su entorno social, económico, cultural y político.
Sí los guardianes (autoridades o árbitros electorales) de nuestra democracia aprueban la sobrerrepresentación ilegal y anticonstitucional se pondría el último clavo al ataúd de nuestra democracia.
Dado lo anterior, habrá muchas voces y plumas que plantearían: restituir el voto censitario.