Los precandidatos del PRI
Alejandro Jiménez
Hace un mes hicieron pasarela los militantes del PRI que han alzado la mano para apuntarse a una eventual pre candidatura del partido a la Presidencia de la República: Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, Ildefonso Guajardo, José Ángel Gurría, Miguel Ángel Riquelme, Alfredo Del Mazo, Enrique de la Madrid, Omar Fayad y Alejandro Murat.
El caso es que, rehenes de los tiempos de precampaña sembrados artificialmente por el Presidente de la República, los priístas expusieron sus prematuros proyectos de nación: en lo general sensatos, nada estridentes, de sentido común, con muchos “qué” y pocos “cómos”, todos opuestos por completo a lo hecho estos años por Morena.
Ildefonso muy financiero y empresarial, al igual que José Ángel Gurría. Claudia Ruiz Massieu, salinista químicamente pura, sin embargo no se colgó de dicha alcurnia y se mostró con un poco más de sentido social. De la Madrid muy políticamente correcto, con evidentes problemas de carisma y conexión con la gente.
Fayad y Del Mazo se mostraron extrañamente opositores, cuando en su desempeño como gobernadores de Hidalgo y el Edomex fueron más que anuentes con el gobierno federal.
Por su parte Alejandro Murat, lejos de confrontarse con el actual inquilino de Palacio, hizo girar su discurso en materia de seguridad, insistiendo en la necesidad de endurecer las leyes contra el crimen organizado y sobre todo quitarle a la ley lo garantista, de tal manera que la presunción de inocencia y el respeto a los derechos humanos no protejan más a los delincuentes que a las víctimas.
Mano dura como la que ha puesto en marcha Nayib Bukele en El Salvador; ejemplo que, en corto, no le parece tan disparatado al oaxaqueño.
Beatriz Paredes fue más reflexiva, y aunque tiene todo para ser identificada con los dinosaurios del priísmo más rancio en vías de extinción, fue quien echó mano de la historia del partido para apelar a su unidad, entendiendo que el viejo PRI comenzó a morirse en 1994 con los asesinatos de Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu, se perdió en la Presidencia del candidato emergente Zedillo, y que no hay forma de revivirlo.
Ella ha planteado que sigue habiendo priísmo, pero no partido, y que se vive un contexto social totalmente distinto al de hace 25 años, donde ninguna fuerza política es, ni puede, ser hegemónica, ni siquiera Morena, que ha ganado por sus alianzas partidistas, pero no porque sean una fuerza poderosa en sí misma, y es altamente dependiente de un solo hombre.
Hombre que, por cierto, ha sabido acaparar, según Paredes, la narrativa nacional y marcar la agenda comunicativa, incluso la de los medios de comunicación opositores, quienes para ella juegan un papel fundamental todavía en la vida nacional: quien no está en los medios, para bien o para mal, no existe.
Más allá de redes sociales, de las nuevas tecnologías y de la dlorosa metamorfosis que experimentan los medios, la presencia mediática de los actores políticos sigue siendo determinante, aun cuando el Presidente diga todos los días que no importan, que ya nadie los lee ni interesan, pues el primero que los sigue y necesita es él, así sean como espejos con quienes contrapuntearse.
Tras la pasarela, se puede decir que el viejo PRI está muerto, con sus ritos y liturgia, pues la sociedad ha cambiado, pero que pudiera tener embriones rescatables rumbo al 2024, siempre y cuando se sepa definir y, sobre todo, le llegue a los jóvenes.