El futuro de Octavio Paz a 25 años de su fallecimiento
Carlos Ramírez
Para recordar el 25 aniversario del fallecimiento del premio Nobel de literatura Octavio Paz, un grupo de amigos leales realizó un evento bajo el juego poético de: “el futuro” del poeta un cuarto de siglo después de su desaparición.
El mensaje que quisieron destacar los promotores Gabriel Zaid y Enrique Krauze estaba en la afirmación directa de que Octavio Paz sigue teniendo un futuro en las tres áreas en las que dejó una huella profunda: la poesía, el ensayo y la conducta intelectual.
Octavio Paz fue el más importante hombre de letras que tuvo México en el siglo XX, e inclusive con mayor profundidad e ideas que José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Carlos Fuentes, sin duda las tres figuras más significativas de la cultura mexicana del siglo pasado.
A pesar de moverse en un escenario cultural dominado por el estilo PRI de controlar la cultura como una forma de dominio ideológico, Paz rompió los mecanismos del modelo PRI en 1970 con el primer gran ensayo crítico a la hegemonía ideológica del partido en el poder con su ensayo Posdata y sus tres derivaciones: una crítica severa al control autoritario del PRI sobre la sociedad mexicana, una denuncia directa a la represión gubernamental contra el movimiento estudiantil del 68 en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre y la primera indagación crítica sobre los vicios autoritarios del poder que habían impedido cuando menos el debate democrático sobre el autoritarismo mexicano.
El ensayo Posdata estaba precedido de un ensayo mucho más largo publicado por Paz en 1950: El laberinto de la soledad, un texto que exploraba la antropología histórica del mexicano en busca de las razones de aquella sumisión que habría de durar hasta el año 2000 en que se logró la alternancia partidista en la presidencia de la República. Y aunque Paz no fue un analista político ni per se un crítico del poder y sus ensayos tenían una construcción cultural que giraba en torno a ideas, de todos modos, Posdata se convirtió en el texto seminal de una crítica directa al autoritarismo del poder priista y, como era inevitable, planteó desde la cultura y las ideas la primera exigencia intelectual para que México abandonada el espacio represivo del PRI e iniciara su transición a la democracia.
Paz se cuidó mucho –y sus amigos encargados de mantener su herencia en esa línea– de no aparecer como un crítico formal de la política, y es de destacarse que sus textos que desnudaron la estructura del sistema político mexicano como un aparato autoritario de dominación social estuvieron envueltos en revisiones históricas desde la cultura y desde luego exploraron desde las ideas las razones de la democracia autoritaria mexicana.
Las ciencias sociales mexicanas y sobre todo la academia tienen una deuda abierta con el Octavio Paz que ensayó interpretaciones históricas y culturales sobre el autoritarismo mexicano. La crítica política periodística siempre ha mirado con desdén a los hombres de letras que ensayan interpretaciones culturales sobre las coyunturas concretas. La recepción de Posdata fue desdeñada por la academia en tanto que su autor era reconocido solo como poeta y hombre de ideas; sin embargo, este pequeño ensayo fue la primera gran crítica que desnudó el autoritarismo mexicano del PRI en 1970, en tanto que el primer ensayo crítico de la academia al sistema político mexicano autoritario se dio hasta 1976.
Los ensayos políticos de Octavio Paz demostraron –para decir lo menos– la falta de autonomía teórica de las ciencias sociales mexicanas. Esta deficiencia del análisis crítico de la realidad en los recintos universitarios tiene una explicación poco conocida: la especialidad de ciencias políticas fue introducida en la UNAM en 1950 por una propuesta de la UNESCO para promover la reflexión académica sobre la realidad sociopolítica, pero en México la especialidad de ciencias políticas quedó atada a la dependencia intelectual de la Universidad pública respecto de los intereses del Estado y su partido, el PRI. Por ello, la especialidad de ciencias políticas tenía un segundo apellido: y administración pública, para dejar claro que se preparaban recursos humanos en la UNAM no para el pensamiento independiente, sino para ser funcionarios del Estado priista.
Paz inició –y esta es una deuda académica con el poeta– la crítica sistémica hacia el poder priista, y es ahí donde las ciencias sociales mexicanas le deben a Octavio Paz alguna reflexión y reconocimiento a sus primeras aportaciones al análisis sistémico de la política. Y hace falta, inclusive, algún estudio académico que explore las fuentes ideológicas del pensamiento crítico al sistema político mexicano de Octavio Paz, porque en todos sus ensayos que abordan la realidad hubo referencias a los más importantes filósofos políticos de los griegos al marxismo.
Esta vertiente de ensayista político desde las ideas de la filosofía podría ser uno de los futuros vigentes de Octavio Paz. Los ensayos de la ciencia política desde 1970 han desdeñado las aportaciones de Paz al análisis sistémico de la política, con el dato adicional de que en Posdata explora Octavio Paz un muy audaz ensayo de interpretación histórica del autoritarismo mexicano, abriendo una continuidad que los politólogos ni siquiera se han sentado a reflexionar: la continuidad sistémica de las tres grandes etapas de México como sociedad: la indígena con sus imperios dominados por los hombres fuertes o Tlatoanis, los virreyes en los 300 años de presencia española y la fase republicana con los presidentes de la República.
Zaid y Krauze acertaron en plantear el hecho de que Octavio Paz tiene todavía un futuro no solamente en el ámbito de las letras, sino que sigue haciendo falta el reconocimiento a su aportación al ensayo político que la fecha vive una orfandad cultural y sistémica.
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